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En realidad, Florian Herbst es más feliz cuando su padre no está en casa. Luego puede bailar por la casa con su madre, usar disfraces locos y olvidarse de todos sus problemas. Y Hanno Herbst no sabe muy bien qué hacer con su hijo, que tiene dos manos izquierdas, una barriga demasiado grande y no le interesan ni los deportes ni las chicas. ¡Pero no es tan malo! Todavía hay mamá. Con un tierno dominio, mantiene la frágil armonía de la familia bajo control y protege a sus dos hombres el uno del otro. Al menos hasta una terrible mañana, cuando el castillo de naipes se derrumba y mamá desaparece de sus vidas de un momento a otro. Padre e hijo se quedan atrás, abrumados, pero poco a poco aprenden a sobrellevar la situación.