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Abu Ramzi dice, mientras está sentado frente a su casa que se encuentra detrás de la línea fronteriza: "¡Que Dios condene nuestros tiempos! Entre mi casa y yo solo unos pocos metros". Aunque transcurrieron veinte años desde que dejó su casa durante la guerra de 1967, Abu Ramzi todavía sueña con regresar a su casa y pueblo para morir allí entre sus seres queridos. Se niega a instalarse definitivamente en su residencia temporal. Pero su hijo, Ramzi, que creció lejos del pueblo original de su padre, elige otro camino para conseguir a la chica que ama y vivir como le gusta. El resultado es una tragedia para todos.