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Los títeres en el depósito de un pequeño teatro de Palermo lamentan su destino. Entre el turismo de masas y el patrimonio humano, ya nadie parece escuchar a los Pupi. Es cierto que las cosas en Europa difícilmente podrían verse peor. Ya en 1975, Pasolini anunciaba la Desaparición de las Luciérnagas y el inminente triunfo del Castillo de las Mentiras. 40 años después, un cineasta francés viaja por primera vez a Sicilia en busca de una nueva esperanza política. Poco a poco, su narrativa personal se funde con un drama de marionetas protagonizado por el melancólico Pupi principe Orlando, aquejado de una misteriosa herida supurante. Mafia, homosexualidad vergonzosa, no implicación general, a pesar de su visión realista de la Sicilia contemporánea, el viaje del cineasta se convierte en una extravagancia mágica. Como ha insinuado Georges Didi-Huberman, ¿tal vez tengamos razones para creer en la supervivencia de las luciérnagas?