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Después de 81 días de detención solitaria, el famoso artista chino Ai Weiwei es puesto bajo arresto domiciliario. Sufre de trastornos del sueño y pérdida de memoria, 18 cámaras vigilan su estudio y su casa, los agentes de policía siguen cada uno de sus movimientos y las fuertes restricciones de las autoridades chinas kafkianas lo pesan. Los periodistas, el mundo del arte y su familia quieren un pedazo de él y, además de eso, se encuentra con una demanda gigantesca del gobierno chino, que pronto se llamará 'El caso falso'. Ai Weiwei está conmocionado, pero durante el año en libertad condicional encuentra constantemente nuevas formas de provocar y desafiar a los poderosos poderes de las autoridades chinas en su lucha por los derechos humanos. Ai Weiwei cree firmemente que China está lista para el cambio. Y él hará todo lo posible para que esto suceda.