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Pavel Wonka es conocido en el contexto histórico checo como un disidente, un anticomunista y el último preso político en morir en una prisión comunista. Libuse Rudinská busca informes archivados hace mucho tiempo y entrevista a personas que entraron en contacto con él, tanto de su círculo de amigos como de las filas de la policía secreta checoslovaca. Gracias a sus esfuerzos, descubrió su posible cooperación con la policía secreta. Utiliza un tono austero de reportaje, y aparece ella misma frente a la cámara en el papel de reportera. La película se complementa con comentarios narrativos que leen las acusaciones del oficial responsable Zdenek Spulák. En su conjunto, la película conduce a reflexiones sobre la necesidad de la revisión de las aproximaciones históricas al pasado reciente.