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Aunque reconocido como un líder militar intrépido, Caius Martius es impopular entre los plebeyos, la gente común de Roma, que resiente su arrogancia y lo equipara con la élite patricia a la que creen responsable de la actual escasez de alimentos. Martius a su vez desprecia a los plebeyos como cobardes, volubles y poco confiables. Por su extraordinario heroísmo al derrotar a los volscos, enemigos de Roma, y capturar la ciudad volsca de Corioles, Martius es honrado con el nombre de Coriolanus; sus amigos y su obstinada madre también lo convencen de que se postule para cónsul, el cargo público más alto de Roma. Pero el guerrero no es un político, y se enfrenta a enemigos desacostumbrados en la forma de dos tribunos del pueblo, Sicinius Velutus y Junius Brutus, que aviva las llamas del populismo en su contra, con resultados catastróficos.