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A la edad de nueve años, Leza Lidow participó en la Feria de Arte Greenwich Village de Nueva York. A partir de entonces, nunca vaciló en el deseo de ser una gran artista. Al final de la guerra se fue a pintar a París. Fue emocionante estar en Europa. Fue difícil para todos. Picasso, Georges Braque, Fernand Leger, Marcel Duchamp, Max Ernst, Dali y Magritte vivían y trabajaban en París en ese momento. Cada noche uno encontraba a diferentes artistas en los cafés, uno podía unirse a las discusiones y escuchar cada palabra que decían. Fue un momento muy inspirador para trabajar, intercambiar ideas, esperanzas y apuntar a un futuro exitoso. En 1950, Leza regresó a Los Ángeles y tuvo una exposición individual en la Galería Royers. Fue un espectáculo muy exitoso. Tuvo buenas respuestas y conoció a su futuro esposo. Continuó trabajando y descubrió que el medio de la pintura sobre la escultura la inspiraba a realizar obras de arte con un significado y una filosofía sobre la mujer y la época. Ha tenido exhibiciones exitosas de sus obras de arte en todo el mundo, incluidos Moscú, San Petersburgo, Italia, Suiza, Francia, Escandinavia y China. En el año 2005, a los 81 años, Leza desarrolló artritis en las manos y le resultó difícil y doloroso pintar largas horas. Inmediatamente comenzó a buscar una nueva forma de expresar su arte. Lo encontró con mucha facilidad y desde entonces ha sido feliz como una alondra. Su nuevo medio es la realización de cortometrajes. Son películas que cuentan la historia de los problemas del mundo actual. Leza espera que mirar estos problemas con ojos risueños pueda ayudar a las personas a afrontar el nuevo futuro. El mundo definitivamente necesita reírse más.