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Rosita Fornés nació en la ciudad de Nueva York el 11 de febrero de 1923. Fue llevada a Cuba por sus padres catalán-españoles cuando tenía dos años. Su nombre de nacimiento fue Rosalía Lourdes Elisa Palet Bonavia. Fornés se convirtió en su apellido a los 15 años a pedido de su padrastro, quien ayudó a criarla desde los 2 años. Fornes ganó elogios de la crítica como cantante después de ganar el mejor premio en un concurso de talentos cubanos ampliamente conocido (La Corte Suprema del Arte) en 1938. Después de esto, Fornés se convirtió en uno de los intérpretes más prolíficos de Cuba, tanto admirado como difamado. Ella estuvo en el centro de ciertas controversias personales y políticas. Su visita a los Estados Unidos de mayo a septiembre de 1996, por ejemplo, generó un exceso de presión en la prensa políticamente acalorada en Miami. Durante muchos años fue considerada un símbolo sexual, como la diosa rubia indiscutible del mundo del espectáculo cubano, aunque sus verdaderas armas en este campo eran una presencia escénica fascinante, una profesionalidad inquebrantable y una hermosa voz para cantar. A los veinte años, ya famosa en Cuba, viajó a México donde se convirtió de la noche a la mañana y una sensación duradera. Rosita Fornés fue etiquetada en México como "La Primera Vedette de las Américas". En las décadas de 1940 y 1950, realizó giras por América Latina, Estados Unidos y Europa. A finales de la década de 1950 se convirtió en la diva escénica más popular de España, rivalizando con estrellas españolas como Celia Gamez y Sarita Montiel. En Cuba, sus representaciones teatrales con entradas agotadas y sus innumerables apariciones en televisión hicieron de Fornés la mejor superestrella femenina del país. Fornés ha recibido numerosos premios artísticos en Cuba y en el extranjero. Se declaró apolítica y católica devota, y ha permanecido en Cuba a pesar y desde la Revolución de 1959. En el pico de la crisis del sida en Cuba (cuando los enfermos de sida fueron aislados a la fuerza en una institución de salud estatal), visitaba a los enfermos y actuaba para ellos libremente. En varias ocasiones, ha considerado su carrera cinematográfica como un "accidente", y ha declarado en términos inequívocos que deplora su filmografía anterior, que considera demasiado defectuosa y comercial. El primer marido de Fornés fue el actor mexicano Manuel Medel con quien tuvo a su única hija, Rosa María Medel, quien también es actriz. Su segundo esposo, el actor cubano Armando Bianchi, murió en 1981 en un accidente por ahogamiento después de 28 años de matrimonio. Fornés está asociado en todo el mundo hispánico con otros grandes nombres latinos de la época: Jorge Negrete, Emilio Tuero, Libertad Lamarque, Antonio Aguilar, María Victoria, Dolores del Río, María Félix, Agustín Lara, Ernesto Lecuona, Adolfo Guzman y Cantinflas. Ya no explotado como símbolo sexual, Fornés siguió siendo una presencia activa, dominante y venerada en la escena escénica cubana. Ella todavía obtuvo la mejor facturación y cantó en el cierre de todos los programas de variedades importantes que tuvieron lugar en la isla. Siempre considerada como el non plus ultra del glamour en los círculos artísticos de Cuba, no era raro ver a la gente "ooh" y "aah" al ver a Fornés abriéndose paso entre la multitud en una fiesta o tomando el centro del escenario. A fines de la década de 1990, realizó una serie de conciertos en La Habana (julio de 1997), protagonizó una comedia (Nenufares en el techo del mundo) y formó parte del jurado internacional en el Festival Internacional de Cine de Bahía, Brasil (octubre 1997). Cuidaba de su anciana madre, Lupe. Cuando se le preguntó si la edad le preocupaba, su respuesta fue siempre la misma: "La edad es un estado de ánimo". Y ella lo demostró.