Horst Frank

El chico malo rubio y de ojos acerados de los westerns europeos y los potboilers nació en Lübeck, Alemania, hijo de un pintor de porcelana. Horst Frank financió sus estudios de actuación trabajando a tiempo parcial como niñera y vigilante nocturno. De hecho, no aprobó sus exámenes finales en la Musikhochschule de Hamburgo, pero, no obstante, logró asegurarse un puesto de actor en su ciudad natal. Durante algún tiempo después, su trabajo se limitó principalmente a pequeños papeles en el escenario y en la radio. Su primer papel en la pantalla lo vio como un piloto cobarde en Der Stern von Afrika (1957). Frank luego ganó un premio de la crítica por su próximo papel como miembro de la tripulación de un submarino en el drama de guerra Sharks and Little Fish (1957). De complexión atlética, ágil y dueño de una mirada algo fría e hipnótica (con una voz a juego), Frank pronto se encontró encasillado con un efecto inquietantemente bueno como asesinos psicóticos en producciones alemanas e internacionales (The Black Panther of Ratana (1963), Das Mädchen vom Moorhof (1958), El cobre (1958)). Alternativamente, demostró ser un secuaz ideal para los spaghetti westerns (Bullets Don't Argue (1964), Johnny Hamlet (1968) y Django, Prepare a Coffin (1968)). A Frank no parecía importarle sacar copias del mismo negativo en una galería aparentemente interminable de asesinos despiadados y asesinos impasible. Lo hizo con entusiasmo hasta bien entrados los años 80 y 90, disfrutando de los lugares como invitado en programas de televisión populares sobre crímenes como Tatort (1970) y Derrick (1974). Si Horst Frank estaba en el reparto, sabías desde el principio "quién era el personaje". Detrás del amenazador pesado, había un padre de familia y autor de poemas y chansons. Además de su actuación en la pantalla, Frank prestó su voz para trabajos de doblaje (para gente como los tipos duros Jack Palance, Ernest Borgnine y Chuck Connors); ya la radio, donde interpretó al Capitán Nemo en "20.000 leguas de viaje submarino" y "La isla misteriosa". Probablemente debido a su falta de trabajo en las principales producciones estadounidenses o británicas, Frank nunca logró el reconocimiento internacional que sin duda se merecía. Murió repentinamente en mayo de 1999 de una hemorragia cerebral, poco antes de cumplir 70 años.