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Yves Massard nació en 1925 en Sarre, una región alemana cercana a la frontera francesa, ocupada en su momento por las tropas francesas de acuerdo con las disposiciones del Tratado de Versalles. Dibujado en el teatro, Massard fue entrenado por Pierre Fresnay y comenzó una fructífera carrera en los tableros en obras tan prestigiosas como 'Une grande fille toute simple' (de André Roussin), 'Les mains sales' (de Jean-Paul Sartre) o 'Un tramway nommé désir' (de Tennessee Williams). Paralelamente, comenzó a aparecer en algunas películas de finales de los cuarenta, pero en partes pequeñas. Sus papeles comenzaron a crecer en 1952 y durante diez años trabajó regularmente en hasta tres películas por año. Pero no queda mucho de su trabajo, al menos en la historia del cine. Para ser justos, no es protagonizando para Maurice Cloche, Jean Gourguet o Walter Kapps que te compres una escalera a la eternidad. Un papel importante en una obra maestra española La calle Mayor de Bardem le valió un puñado de papeles en España, pero una vez más fue en películas desesperadamente poco interesantes, ¡dos de las cuales fueron dirigidas por Jesús Franco, el rey de las Z! Después de 1962, este buen actor trabajó solo esporádicamente, a veces en partes diminutas en películas A (sus escenas incluso fueron borradas en el vehículo de Bronson 'Le passager de la pluie'), en otras en papeles más encarnados pero en bombas de Max Pécas o similar. Un triste final para un actor que merecía algo mejor.