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La gran soprano española Dolores Pérez, alias Lily Berchman, nació en Madrid el 27 de mayo de 1928. Hija de padres artistas, su padre, Juan Pérez Berchman, fue un barítono que cantó por toda Europa, y su madre, Purificación Cayuela, fue una célebre actriz de teatro Sus padres fueron sus primeros maestros. Desde temprana edad, Dolores quedó fascinada con el teatro y la actuación. A los once años ya había dado su primer recital, demostrando tal talento, que sus padres decidieron que se justificaban intensos estudios musicales y dramáticos. Se convierte así en alumna de Carmen Seco en la Escuela de Arte Dramático, viajando posteriormente a Italia para ampliar su formación vocal. Mientras estuvo allí, ganó varios premios en concursos y cantó en teatros milaneses y napolitanos. Una audición para el maestro Napoleone Annovazzi resultó en una recomendación al empresario Barnú de la Ópera Italiana quien la contrató. Barnú pensó que Dolores Pérez Cayuela no era un nombre adecuado para una diva de la ópera, por lo que se eligió el nombre de Lily Berchman, ya que definitivamente sonaba más exótico. Este es el nombre que usó profesionalmente durante los primeros años de su carrera. En algún momento a mitad de su carrera decidió dejar de usarlo y volvió a usar su nombre de pila de Dolores Pérez como su nombre profesional. Debutó en el Teatro Rosalía De Castro de La Coruña como Madama Butterfly. Los papeles principales en La Bohème, I Pagliacci, Faust y Mefistofele siguieron en rápida sucesión. En 1953 ganó el primer premio en el concurso internacional Vercelli entre representantes de treinta y ocho países diferentes. Junto con el primer premio, recibió un contrato de temporada para todo 1954, que incluía representaciones de La Vida Breve y Faust en el prestigioso Teatro alla Scala de Milán. El 22 de enero de 1954 interpretó el papel principal en la ópera Sakuntala de Franco Alfano en el Teatro San Carlo de Nápoles. La producción se había estancado debido a la incapacidad del maestro Alfano para encontrar una soprano que pudiera abordar el exigente papel hasta que apareció, ganando elogios de los críticos italianos y del propio maestro Alfano. Un contrato de grabación le brindó la oportunidad de llegar a una audiencia mundial en lo que, con el tiempo, se convirtió en una carrera discográfica muy prolífica. Durante la temporada 1956-57 debutó en el afamado Teatro del Liceo de Barcelona en la ópera Goyescas de Enrique Granados. La temporada siguiente volvió a cantar allí en Gianni Schicchi con Renato Capecchi, regresando en 1965 para Liù en Turandot. En mayo de ese mismo año cantó el papel principal de soprano en Amaya de Guridi con Pedro Lavirgen, Pablo Vidal e Inés Rivadeneira en el Teatro de la Zarzuela de Madrid. En años sucesivos incursionó en el repertorio de mezzosoprano, obteniendo gran reconocimiento como Aurora La Beltrana en Doña Francisquita. Se retiró del canto a finales de los setenta para convertirse en profesora de canto a tiempo completo. Murió en Alicante el 27 de agosto de 1983.