Miroslava

Nacida en la Praga de antes de la guerra, la joven Miroslava Sternova (o simplemente Miroslava, como la conocían en su carrera cinematográfica) fue traída a México por sus padres a finales de los años 30, dejando su infancia, su Checoslovaquia natal y su amada abuela. Después de ganar un concurso de belleza en la Ciudad de México, Miroslava pasó un tiempo en Los Ángeles estudiando actuación. Debido a sus rasgos europeos y su acento nativo, difícilmente encontraba papeles que no fueran mujeres misteriosas o bellezas extranjeras. Tras una carrera estándar, le ofrecieron un papel en el que se convertirá en su última y más recordada película: La vida criminal de Archibaldo de la Cruz (1955) de Luis Buñuel. Poco después del cierre final de esta película, Miroslava se suicidó (aparentemente debido a un engaño amoroso). En una macabra coincidencia, el estreno de Ensayo de un crimen, en el que se incinera una estatua de cera de ella, coincidió con su propia cremación en un cementerio mexicano. Su trágica vida inspiró un cuento en 1990 y una película, Miroslava (1993).