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Los coprotagonistas son el cantante humorístico francés Boby Lapointe (el bandido) y George Harrison, un artista italiano (el vaquero). Jean-Pierre Jumez interpreta al intrépido comandante del ejército mexicano. El único requisito previo para esta película es saber montar a caballo. Boby Lapointe mintió descaradamente. Después de todo, él necesita el dinero. Aquejado de cáncer, no percibe ninguno de los royalties que luego le llegarían con su fama póstuma. Jean-Pierre prefirió esquivar el tema. En lo que respecta a los deportes ecuestres, tenía más experiencia al caerse de los caballos que al montarlos. La escena de apertura de la película es bastante simple: el carruaje partirá de un sendero hundido. Se supone que Boby los perseguirá mientras Jean-Pierre, al frente de su valiente ejército, acude al rescate de las víctimas. A la señal, el carruaje despega. Luego es el turno de Boby, que se tambalea en su persecución. Ahora es el turno de Jean-Pierre. Patea su orgullosa montura blanca con la espuela de su bota. Su ejército lo sigue. Hay mucha conmoción y electricidad en el aire. La tropa dispara libremente contra los bandidos que, cumpliendo con su deber, disparan contra el carruaje. ¡UH oh! El caballo de Jean-Pierre parece estar improvisando. Tira de las riendas como dice el libro. Pero debe haber pisado el pedal equivocado, porque la bestia sigue ganando velocidad mientras rebota hacia arriba y hacia abajo en peligro inminente en su asiento eyectable. Finalmente, alcanza a los bandidos. En este punto, las tropas están muy atrás. El oficial sigue tirando de las riendas y ya está sudando bastante. Sin embargo, la obstinada mula de un caballo continúa ganando velocidad. Ahora él realmente ha pasado el carruaje. La cámara inmortaliza su trasero que, con cada paso del caballo, aplasta la silla, a veces hacia la izquierda, a veces hacia la derecha, amenazando su ya frágil equilibrio. * ¡CORTAR! Está empezando a oler mucho como un despido por aquí. Toma dos. Un teniente, que también es el dueño de los caballos, viene a ver a Jean-Pierre, ya que está comprensiblemente preocupado por sus animales. Por alguna razón desconocida para los productores, los seis caballos que tiran del carruaje dan la vuelta y derriban a todo el equipo, que para empezar está nervioso, uno por uno, como fichas de dominó. Al menos eso no fue culpa de Jean-Pierre. Finalmente, después de reunir todas las fuerzas, la tripulación decide volver a intentarlo. * ¡ACCIÓN! Esta vez todo va según lo planeado. De repente, sin embargo, todo el ejército desmonta. Jean-Pierre mira a su alrededor, atónito. ¡Maldita sea! Después de los angustiosos percances de la toma anterior, se olvidó por completo del guión. Se suponía que debía zambullirse en los arbustos...