undefined_peliplat

El Justiciero y la Dura Realidad

Spoilers
The Equalizer 3, i Carabinieri irrompono tra lo staff del film con Denzel  Washington: tutti i dettagli

¡Oh cómo pasa el tiempo! Más no para Denzel Washington por la forma en que los minutos literalmente se detienen en cada una de las secuencias de acción que conforman la trilogía de El Justiciero (The Equalizer) y lo que falta por venir en víspera de su reciente anuncio sobre no sólo una cuarta sino también una quinta entrega.

Concuerdo con Denzel en que estas producciones son amadas como lo fueron Duro de Matar y Arma Mortal en sus respectivas navidades. Es cierto que ninguna de las tres entregas de El Justiciero cumple con el propósito navideño, pero sí con el espíritu al ser lo más cercano que se asemeja a nuestra realidad, una realidad que no perdona noches de paz y que nos incita a pensar seriamente en la necesidad de tener a un antihéroe como Robert McCall.

Es que hoy parecer ser que nos beneficiaríamos de tener a un Justiciero entre nosotros, que acompañe a las mujeres, proteja a los indefensos y combata el mal en las calles porque quedarse con los brazos cruzados no parece ayudar a nadie. Aunque por otro lado, sería prudente cruzar esta difusa línea del bien al combatir mal con mal

Tal vez y por esa misma razón, nos sentimos atraídos hacía este mundo caótico creado por el director Antoine Fuqua, en especial por situarse en una realidad tan cercana a la nuestra por los constantes peligros en los que se ven envueltos los personajes cuyas historias pudiéramos ya haberlas escuchado o desafortunadamente vivirlas.

Por referirme a la chica drogada que es abusada por sus compañeros, el joven que sueña con ser policía pero debe renunciar para ayudar a su madre que ha sido extorsionada por la policía, un vendedor que no tiene el dinero para pagar el piso y no sólo lo lastiman sino le queman su local, un policía cuya investigación es detenida y obligado a serviles a los criminales para proteger a su familia, unos jubilados que perdieron todos sus ahorros al ser hackeados y ni hablar de las jovencitas que son obligadas a prostituirse.

Es por esa familiaridad en las circunstancias en que se ven envueltos lo que nos hace identificarnos con algunos de los aspectos de la trama. Hasta el grado de hacernos sentir toda clase de emociones ante la injusticia que no sólo presenciamos en pantalla sino de la misma que nos rodea, sin hablar de la impunidad con la que fácilmente se libran los agresores, culpables o monstruos.

La ley hoy en día parece proteger más al agresor que a la víctima, que hasta se aconseja no recurrir a la policía sino tomar la justicia por la mano y deshacernos de la evidencia porque los criminales cuentan con más derechos. Incluso se dice que la misma policía suele aprovecharse del panorama criminal al recurrir a la corrupción mientras otros que de verdad buscan hacer el bien, no cuentan con los recursos suficientes ni el respaldo de la Autoridad para hacer su trabajo.

Por esa razón nos emociona la caracterización de Denzel Washington en el papel del ex agente militar retirado. Desde su lanzamiento en septiembre 2014, no me he perdido ninguna de las entregas porque cada producción, aparte de llevar una edición sangrienta, contiene un corazón en su centro que va desde lo personal hasta lo comunitario porque no sólo es ver a alguien tomar la justicia entre sus manos de una forma letal sino hasta el propio protagonista le ofrece la oportunidad al malhechor de detenerse y reconsiderar sus acciones.

¿Quién en su sano juicio haría eso? Darle la oportunidad a un monstruo de redimirse. Tal vez una buena persona, pero Robert no es una buena persona por el solo hecho de matar porque eso mancha el alma y ese es su estrago, lo carga en su conciencia y no pretendía hacerlo ante la promesa que le había hecho a su esposa. Aquella de dejar esa oscuridad atrás para vivir el resto de los días en paz con ella. Lo cual tampoco pudo ser y vaya que me suena similar a John Wick. Un cruce no estaría mal ahora que lo pienso.

Sorprende tanto el primer encuentro con el proxeneta Slavi, cuando Robert va con la intención de comprar la libertad de la prostituta Teri tras haberla conocida en sus breves reuniones en una cafetería. Como era de esperarse, Slavi se burla de éste y al subestimarlo, termina hecho pedazos en un charco de sangre, literalmente hablando.

Sabemos que esta mal quitar una vida por más monstruoso que una persona sea, arrebatarles la oportunidad de redimirse porque se supone que no está en nosotros emitir juicio sino incluso perdonar a quienes nos agreden. Una noble mentalidad que es casi imposible cumplirse porque las victimas las tienen todo de perder. Pareciera que la libertad de decidir no es del todo libre, pero asegurar esa oportunidad parece ser un riesgo necesario de correr para Robert McCall, y es por eso que esta trilogía al lado de las de Búsqueda Implacable, John Wick, Hombre en Llamas y otras suelen volverse en referentes culturales.

El mundo no es un lugar seguro, la justicia como tal a duras penas llega a aplicarse porque hasta los actos más atroces ya se llevan a cabo en plena luz del día, y no necesariamente en las calles sino en supuestos centros de atención a la ciudadanía en donde la corrupción florece y la autoridad se vuelve incapaz de resolver un crimen. Todo es política y depende de una sesión en el senado para ejecutar una orden que sólo beneficia a los del alto mando dejando en el olvido a los ciudadanos que sólo quieren vivir en paz y libertad.

Dicho eso ¿Sería bueno contar con alguien que no tenga problema en recurrir a la fuerza bruta y jalar el gatillo por el bien de la comunidad?

Similar a la trilogía de El Caballero de la Noche en conjunto con las de James Bond de Daniel Craig, las de Misión Imposible de Tom Cruise y las de Jason Bourne de Matt Damon; resulta imposible no ponerse a pensar en donde estábamos hace diez años y hacía donde vamos.

¿Será que una persona pueda hacer la gran diferencia por el bien común?

Tal parece ser la situación de Robert, y es que, a pesar de su tremenda oscuridad y violencia, El Justiciero tiene un mensaje y se percibe no sólo en su título sino en su contexto social y criminal. De hecho, cada una de las entregas lo tiene y el eco se llega a sentir de forma alucinante porque de lo contrario, la franquicia nunca hubiese alcanzado la taquilla global de los $ 600 millones a nivel mundial. Redondeándose a $ 200 millones por cada una y con un presupuesto por debajo de los $ 70 millones. Nada mal, en lo absoluto.

Aún recuerdo la primera vez que fui al cine a verla, justo era mi cumpleaños y opté por ver la primera película porque sus avances me atraparon. Ver en acción a Washington como el ex agente McCall fue emocionante y más por su motivación de ayudar a las personas con las que se frecuentaba. Aunque se le pasara un poco la mano, es que tanto sangrerío y cuchillazo me dificultaban el disfrutar mis nachos.

A su vez, encontrarme con temas de extorsión, trata de mujeres, maltrato y narcotráfico, nada más era inevitable no engancharse con estos ideales impulsados por la asombrosa interpretación de Denzel en compañía de Chloe Moretz, Haley Bennet Melissa Leo, Bill Pullman y los antagonismos inesperados de David Harbour y Marton Csokas. Nombres que ahora suenan con fuerza, y si no me creen búsquenlos y se darán cuenta que estas producciones se volvieron en semilleros inesperados de talentos.

¿Habrá válido la pena provocar la furia del diablo por una chica prostituta llamada Alina? Lo pregunto porque al final sus compañeros de trabajo se vieron expuestos al mismo peligro y presenciaron atrocidades que decidieron callar porque se lo debían a Robert aunque éste tuvo que mudarse y seguir su camino solitario, como siempre, porque quiero creer que sus intenciones por mas buenas que fuesen, seguían siendo las de un antihéroe porque eso era lo que era y lo que provocaba que se mantuviese como un lobo solitario. Sin perder la esperanza de redimirse al seguir ofreciendo sus servicios.

The Equalizer 2: Ashton Sanders on working Denzel Washington

Cuatro años después y ante el éxito que resultó nos llegó la segunda parte que terminó por explorar un poco el pasado de este ex agente de la Marina y de la Agencia Inteligencia de la Defensa. Habiéndose cambiado de ciudad como era de esperarse, las circunstancias se tornan personales y más por el involucramiento directo que tiene con sus clientes en Lyft.

La escena que tiene con Ashton Sanders, a quien interpreta al jovencito Miles es épica por el trancazo mental que le tira al ponerle una pistola en sus manos y apuntarle hacía el propio Robert para hacerle entrar en razón sobre lo brutal y desastroso que puede ser aspirar por una vida de pandillero. Esta y el asesinato de su mejor amiga en manos de su ex compañero Dave, nos destrozan el corazón y nos brindan una gran lección, en especial para aquellos jóvenes que creen que la vida de mafioso es el futuro.

Sólo un antihéroe puede dejárnoslo tan claro, un verdadero héroe jamás podría porque no ha a travesado la oscuridad como para entender que a veces se tienen que hacer cosas tan duras para asegurar la paz o la libertad.

Pedro Pascal en ese entonces se daba a conocer y me convenció el desgraciado, porque yo juraba que como Dave York era uno de los policías buenos y aquí la trama cambia de nivel porque no se trata de una mafia rusa sino de una élite de soldados convertida en mercenarios que cruzan la línea sólo para hacerse de dinero y ante el riesgo de ser descubiertos, terminan matando a su propia compañera y Robert debe imponer su justicia al ir contra aquellos que juro proteger cuando se encontraban de servicio.

No lo dirá con frases, pero en su mirada se puede distinguir el sufrimiento de haber llegado a tales medidas, en especial cuando regresa a su casa para recordar a su esposa. Aquella vida de paz que jamás volvería a tener porque no puede detenerse, no mientras tenga la fuerza y el impulso, aunque le cueste su salvación, se puede ver que no hay marcha atrás conforme observa el mar en calma.

Equalizer 3' movie: Release date, cast, trailer, how to watch series

No se diga de la tercera, la cual considero la mejor y vaya que disfruté ver a Robert fuera de su zona de conforte, y sumándole la anticipada reunión entre Denzel y Dakota Fanning posteriormente de 20 años de haber trabajado en Hombres en Llamas. Cómo olvidarla, desde entonces jamás la he podido volver a ver, es que una sola vez fue suficiente.

Y por lo visto los tiempos parecen no haber cambiado como uno quisiera, eso sí, la tecnología, el Internet y el celular se volvieron parte fundamental de nuestras vidas. Ahora que lo pienso, John Wayne no difiere tanto de Robert McCall, ambos son antihéroes y están dispuestos a condenar su alma por el bien de su prójimo, sin embargo, John se aferraba a la muerte mientras que Robert apostaba por la vida, aunque sintiese no merecerla por considerarse como alguien malo.

Espero y el personaje de Dakota, Emma Collins, dichoso de haber adivinado que se trataba de la hija de los Plummer, continúe en las rumoradas secuelas o al menos se pretenda producir una serie que incluya sus orígenes. A esta joven edad, Dakota tiene un brillo tan especial que la vuelve irresistible en este papel de agente especial. Como que me recuerda a una joven Jodie Foster en el Silencio de los Inocentes, tanto potencial se puede detectar y la química es asombrosa con Denzel porque logra extraerle un poco de luz a Robert.

Haberse filmado en la costa de Amalfi en Italia le dio otro absoluto sentido a la forma de percibir este relato familiar. Lo digo porque no sólo profundizamos en la psicología del personaje, sino que en el proceso nos enamoramos de este pueblo que se encuentra bajo el dominio de los jefes del crimen local. Hasta el grado de desatarse el terrorismo del cual Robert se hace cargo con ayuda de su nueva aliada porque al final no sólo logra reencontrarse consigo mismo, sino se convierte en alguien más del pueblo.

Es tanto el amor de los habitantes que tienen por éste, que Robert logra formar parte de la comunidad y no tiene miedo a morir salvándola siendo algo de lo que se alejaba para darse cuenta de lo mucho que los necesitaba porque sin esperarlo, se había vuelto parte de ellos. Robert no había conocido esa reciprocidad y por fin había encontrado un lugar para quedarse y rehacer su vida en paz de ser posible.

La primera entrega es quizás la más local en su contorno, prostitución y cobro de pisos, la segunda aumenta de nivel al volverse personal y conspiratoria mientras la tercera sobresale el concepto de familia, amistad y la necesidad de hacer el bien.

Más que hacer justicia, la dirección de Antoine se basa en mostrarnos el formidable papel que puede jugar un antihéroe en la sociedad y comunidad. Malo o bueno, esta es una trilogía que nos pone a pensar seriamente en sí el mundo sería mejor con un antihéroe o justiciero como Robert McCall.

Más populares
Más recientes
comments

¡Comparte lo que piensas!

Sé la primera persona en comenzar una conversación.

106
comment
15
favorite
0
share
report