undefined_peliplat

Nostalgia vs. Posmodernismo: La mayor batalla en el cine actual

“Imagina toda la gente viviendo la vida en paz.”

Hace muchos, pero muchos años, exactamente hace poco más de 53 años, un John Lennon extasiado de amor y armonía en su ser proponía una sociedad utópica con su esperanzadora ‘Imagine’. Un planteo imposible de una civilización perfecta, impoluta, libre de pecado y problemas. Un mundo mejor en el que todos puedan vivir sin odio ni rencor. Y muchos años después de que John recite esas hermosas estrofas, los amantes del séptimo arte seguimos queriendo responder qué es lo que hace a una película realmente buena. Claro, esa pregunta ni siquiera se merece debate alguno. Lo que quizás es bueno para mí, para vos es malo o sobrevalorado.

Sin ir más lejos hace poco tuve una discusión en mi cuenta de Instagram con alguien que argumentaba que el verdadero cine (y el mejor según él) era aquel que había sido creado entre las décadas de los 30s/40s/50s. Al parecerme un comentario bastante desacertado (y sumamente cerrado) creamos un diálogo que con el pasar de las idas y vueltas se tornó más ameno, pero este hombre parecía muy decidido a querer convencerme de que Taxi Driver, Se7en o cualquier otra obra maestra posterior a esos años era una burda imitación de aquella grandiosa época. El ping pong de opiniones terminó en la nada misma, entonces entendí que nunca habrá una película perfecta que pueda gustarle a todo el mundo (a pesar de que muchos creen que El Padrino de 1973 es ESA película).

En la compleja maquinaria del cine contemporáneo es muy difícil, y también innecesario, poder contentar absolutamente a todo el mundo. Pero en estos últimos tiempos, precisamente en los últimos quince años diría yo, veo que existe una idea que invita a la existencia de una grieta que divide el cine moderno entre todo el grupo de derivados de una obra original - llámese remakes, reboots, precuelas, secuelas, recuelas, spin-off, etc - y las ideas originales (o no derivadas de ninguna otra en tal caso). La pregunta, que muy probablemente se repite en la cabeza de los productores, se formula de la siguiente manera: ¿Sacarle hasta la última gota de jugo posible a una propiedad intelectual para hacerles sentir un poco de nostalgia a la audiencia, o crear un lenguaje nuevo que invite a las personas a desafiarse intelectualmente? Más abajo daré tres ejemplos de nostalgia en el cine moderno:

CASO NÚMERO 1: LA (CASI) NOSTALGIA

Es interesante ver cómo nos afecta el cine. En este primer ejemplo de nostalgia que en realidad no fue, voy a comentar mi experiencia con una de las mejores películas de este siglo. En el 2022 me invitaron a ver ‘Top Gun: Maverick’ a una sala IMAX un día feriado de lluvia. Yo no tenía ni la más mínima idea de con qué me iba a encontrar en cuanto a la historia, había visto la película del 86' junto a mi hermana cuando éramos adolescentes (y recuerdo que no me había encantado, o ni siquiera gustado en realidad), pero dejé llevarme por el insuperable factor sorpresa. Jamás me hubiera imaginado que, contra todo pronóstico, al terminar la función quedaría tan shockeado por lo que acababa de presenciar. En ese entonces pensé: si yo, Jerónimo, en realidad fuese una persona de cincuenta y tantos años fanática de aquella épica de acción, ¿habría sentido lo mismo al respecto de esta secuela? La respuesta nunca la voy a saber ni tampoco quiero saberla, pero de eso se trata el cine. De saborear el presente.

CASO NÚMERO 2: LA SUPERACIÓN DE LA NOSTALGIA

Blade Runner (1982) fue una de las películas que más me impactó y que a día de hoy es una de mis tres favoritas de toda la historia. La pude ver y revisitar en todas las etapas de mi vida, y en cada una de estas etapas me pegó de manera diferente. Pude verla con otros ojos, y hoy en día le sigo encontrando detalles que no dejan de sorprenderme. Por eso cuando en el año 2016 se anunció que Denis Villeneuve, una de las mentes maestras de este siglo iba a dirigir una secuela tardía junto a Hans Zimmer en el apartado musical, Roger Deakins en la fotografía y que el legendario Harrison Ford volvería para interpretar de nuevo a Rick Deckard, mi ansiedad se había vuelto demasiado elevada. Esta obra maestra de la ciencia ficción (que lamentablemente fue un fracaso comercial, aunque todo apuntaba que IBA a ser así) no sólo funciona de maravilla como obra individual, sino que nos dota la cantidad necesaria de nostalgia sin recurrir a lo barato o artificioso. Larga vida a Denis Villeneuve.

CASO NÚMERO 3: NOSTALGIA DE LA BUENA QUE SE DESPERDICIA

No soy muy fanático de TODAS las películas de la saga Rocky, pero le tengo un cariño inmensurable a la primera. ¿Qué sucedió con el semental italiano? ¿Qué fue de su vida? Esta secuela/reboot inició con el pie derecho, pero luego cayó en la trampa del dinero fácil. La tercera (dirigida por Michael B. Jordan, el protagonista de esta trilogía) terminó por enterrar todo sentido de humildad y sacrificio que caracterizaban a las películas del boxeador más famoso del cine junto al Jake LaMotta de Robert De Niro. Si doy este ejemplo es pura y únicamente porque refleja el cáncer audiovisual al que se someten las productoras que al parecer desconocen el espíritu de las obras originales.


Pero detrás de toda esta maquinaria sedienta de billetes que nos hacen sudar melosidad asegurada en muchos de nosotros (sí, me incluyo), existen varios estudios comprometidos con una forma de hacer, y sobre todo ver el cine, de una manera diferente. Llamémoslo, por un segundo y sin vergüenza, una mirada posmodernista. Dos de las que más resuenan dentro de los cinéfilos más exigentes son NEON y la ya mega reconocida A24. NEON tiene el peculiar récord de ser la única productora en haber ganado cinco Palmas de Oro consecutivas con títulos de su propiedad (Parasite, Titane, Triángulo de la Tristeza, Anatomía de una Caída y este año con Anora). Todas estas películas se ríen de lo normal en cierto modo, poseen un lenguaje semántico dentro de la narrativa que examinan los roles de género, de clases sociales, de discursos políticos y los conjuga en experiencias inolvidables sin recurrir a homenajes y/o referencias.

Y, por otro lado, como el estandarte del cine independiente en el siglo XXI, A24. Con solo nombrar algunos de sus títulos se puede entender por qué es nombrada en este artículo: The Lobster, Swiss Army Man, A Ghost Story, Under the Silver Lake, Lamb, Everything Everywhere All at Once, Beau is Afraid…la lista podría seguir tranquilamente. ¿A qué voy exactamente con todo este planteo? El cine, indefectiblemente y ante todo pronóstico de cataclismo colosal, decidió inclinar la balanza en un proceso que llamaría natural. Nos acostumbramos tanto a ver en cartelera todo tipo de derivados de propiedades intelectuales que algunos "locos lindos" decidieron hacer caso omiso a eso y comenzar a generar una idea de que existen voces y deben ser escuchadas (o vistas, en tal caso). El mismo cine, dentro de su vasto universo, creo una respuesta - y solución a la vez - al problema de esta saturación.

Cortesía de Despyna Spyrou

PERO ¿QUÉ ES EL POSMODERNISMO Y CÓMO SE APLICA EN EL CINE DE HOY EN DÍA?

Para empezar a hablar de este término, primero hay que definir qué es lo moderno, o cómo es visto en el cine. Lo moderno podría definirse como aquello que representa los gustos actuales, y aunque parezca una definición bastante burda y generalizada, ésta se acomoda dentro de los parámetros de lo que nos gusta ver hoy en una pantalla grande. Sí, queremos ver superhéroes dándose piñas con el villano de turno, robots y androides teniendo conciencia, dramas que reflejan las problemáticas actuales, etc… Pero ¿qué pasa cuando esas estructuras son deformadas de cierta manera sin perder su esencia?

‘8½’ de Federico Fellini puede ser tranquilamente considerada la primer película posmodernista ya que nos trajo, a diferencia de cualquier otro título de la época, la visión subjetiva de un realizador sobre lo que significaba hacer cine para él. Quizás alguien lo haya intentado antes, pero el director italiano expuso formas jamás antes vistas en una película que se siente como parte de un diario privado, un recordatorio del director para saber qué es lo que tiene hacer en caso de tener un bloqueo creativo. ¿Qué paradójico no? La historia sigue a un director de cine que está teniendo un bloqueo creativo, pero esto en visto en pantalla con una originalidad indescriptible.

Bardo es una de las mejores películas posmodernistas de este siglo

Casi sesenta años después el mexicano Alejandro González Iñárritu lograba con su semi biográfica y genial ‘Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades’ un descargo de todo lo que sintió al abandonar su México natal luego de su primer éxito en aquellas tierras para irse a Hollywood. Quizás nunca se lo perdonó, nunca lo sabremos, pero es a través de su obra que se desnuda como artista, y a su vez despliega todos sus pensamientos literalmente en imágenes una más radicales que las otras.

El posmodernismo invita a los cineastas a desatar todo el potencial de la imaginación, a dejar de lado las convenciones sin perder el razonamiento lógico de lo narrado, pero también nos invita a preguntarnos cuestiones existenciales mirando a un futuro que todavía no llegó, pero podemos palparlo. Como en ‘Her’, película de culto que plantea un futuro no tan lejano en donde un hombre se enamora de una inteligencia artificial. Sí, eso ya lo habíamos visto en Blade Runner, pero el director Spike Jonze decidió ir un escalón más arriba y reemplazar a la icónica Rachel por un smartphone en donde te habla Scarlett Johansson.

/pos/modernismo…o, mejor dicho, después de lo moderno.

¿Cuáles son sus opiniones al respecto? Los leo.


POR JERÓNIMO CASCO

Publicado el 6 de DICIEMBRE del 2024, 02.00 AM | UTC-GMT -3

También me podes encontrar en Instagram como 👉 JerodeSeptimoArte


LEE MÁS RELACIONADO:


Si te gustó este artículo recordar darle 👉 ME GUSTA, ponerlo en tus FAVORITOS, COMENTAR 🗣️ , y SEGUIRME para más artículos sobre cine y series 📽

Más populares
Más recientes
comments

¡Comparte lo que piensas!

Sé la primera persona en comenzar una conversación.

11
comment
9
favorite
2
share
report