¿Quién es Oswald Oz? 

"Desde su propia perspectiva,

todo villano es un héroe".

Tom Hiddleston, actor.

Todo desenlace, tiene un comienzo.

Tom Hiddleston es además de un gran actor, quien le pone el cuerpo a Loki, gran villano en el universo Marvel, que en el 2021 pasó a tener su propia serie como protagonista. Si bien se necesitaron varias películas para que el incontrolable enemigo de The Avengers se volcara hacia el “lado del bien”, en tan solo una temporada de su propia serie podremos aceptar que Loki es, nada más y nada menos, que un gran tipo. Es alguien querible y simpático que ha hecho cosas terribles. En determinado momento de su camino, comprendió que nada ni nadie podrá modificar su pasado, pero sí podría elegir quien sería en adelante. La redención es una cuestión de perspectiva y de percepción. Y los demás podrán olvidar lo que ha hecho, algunos lo perdonarán, y para otros será siempre un asesino que merece el peso de la justicia. “Desde su propia perspectiva, todo villano es un héroe”.

Gracias a la abstracción de la ficción, el espectador aprendió a querer, a amar y a perdonar, a personas que en su cotidiano condenaría de por vida. Gracias a la distancia que permite la ficción, el espectador comprende con mayor claridad y paciencia que la imperfección es inherente a su naturaleza humana, que todos cargamos con fantasmas que no hemos podido elegir, y que a lo sumo podremos hacer lo que podemos con lo que tenemos y adquirimos a lo largo de nuestra vida. Gracias a las ficciones, es más fácil comprender que el bien y el mal son apenas definiciones dinámicas. Son variables que dependen de su contexto, de un orden preestablecido que los delimita, de la creencia que las enmarca. Es gracias a la ficción que los malos se han rebelado, y se han vuelto los nuevos protagonistas que el espectador estaba necesitando.

Darth Vader, T-800 (Terminator), Freddy Krueger, Michael Myers, Hannibal Lecter, Beetlejuice, Joker, Thanos. Antagonistas temibles, terribles, odiados, pero siempre deseados. Nada es tan claro en el terreno de las emociones, y negar una suerte de enamoramiento por los enormes villanos de la historia de los relatos, sería una vil mentira. Con el paso del tiempo, los relatos dicotómicos se han vuelto menos interesantes. La historia del humano, la información a la que ha ido accediendo, la reformulación constante del pensamiento crítico, ha conducido a que se relativice todo. A mi gusto, a veces por demás. Pero el sano deporte de cuestionar, nos ha acercado mucho más a la percepción de la imperfección. La identificación del individuo por los héroes imperfectos, por los antihéroes, se ha vuelto una obviedad y una demanda. Los héroes, como tales y como fueron originalmente concebidos, hace tiempo han comenzado a aburrir. Desde hace muchos años, gracias a la vida y a todas las deidades, James Bond puede morir. Los antagonistas de otros, también son protagonistas de sus propias historias.

Luego del éxito de la obra maestra de la primer Joker, todo protagonista es posible. Y luego de la Batman de Matt Reeves, con una pequeña aparición, asomó el renacimiento de la popularidad de un villano olvidado. Fue querido por la generación de los ´60 interpretado por Burgess Meredith. El de Danny DeVito fue temido por quienes vimos Batman vuelve en 1992. Y el 10 de noviembre del 2024, nace la oportunidad de verdaderamente conocerlo en profundidad con una serie que lleva su nombre. Estoy hablando de El Pingüino.

El origen

Gracias al psicoanálisis y a la modernidad de otras técnicas de menor y mayor cientificidad, hemos comprendido que aquello que somos viene de algún lado. De nuestros padres, de sus respectivos padres, los contextos socio culturales, de un sin fin de hechos puntuales que dejan su huella aunque no seamos conscientes de ello. Joker pone en evidencia que Arthur Fleck es quien es por una condición de salud mental, por su madre, por una sociedad que lo oprimió toda la vida, por su clase social. Pero poco lo define más que su vínculo con su madre. A ella vuelve, a ella ama, a ella odia. De ella se venga, y sin ella libera su alterego. Oswald Oz, por su parte, también criado desde el fondo de la estructura social de Gotham City (la misma ciudad de Fleck), ama tanto a su madre que está dispuesto a todo por hacerla feliz y que ella le diga lo orgullosa que está. ¿Es la madre de uno un sello eterno?

La serie comienza con un disparador concreto y un punto de no retorno rotundo que catalizará todo lo que vendrá después. En el presente, Oswald está debajo de la sombra de los grandes mandamases de la mafia, pero tiene un enorme negocio ilegal a su cargo. Todos los conocen, pero pocos lo respetan. Lo llaman el Pingüino, pero él lo detesta. Una vez que Oswald tuerce la historia después de un impulso descontrolado, la serie se precipita ya hacia la estructura narrativa del resto de todos los capítulos.

Entre pasado y presente, las tramas coprotagónicas serán tres, y el relato las irá tejiendo con una astucia admirable, ofreciendo y ocultando información al espectador, manteniendo siempre viva la tensión, en un justo balance entre lo que demanda el espectador moderno y lo que se ha perdido de los relatos de antes. La serie se toma sus tiempos con personajes complejos, con escenas que no están escritas tan solo para resolver o informar, y que a la vez han sido guionadas para que siempre exista la sensación de que todo está por derrumbarse. A medida que pasan los minutos y por supuesto los capítulos, como si fuera un enorme y bello castillo de naipes, sabremos que tarde o temprano todo se vendrá abajo y la catástrofe será espectacular. La serie está cargada de incertidumbre y voltaje.

Las reglas de juego sobre una de las tramas que podríamos considerar casi tan protagónica como la de Oswald, son probablemente las más claras y tradicionales. Hablo del personaje de Sofia Falcone y su inevitable venganza.

Cristin Milioti, como Sofía Falcone.


Desde el inicio, el espectador tendrá una información que ella no conoce, y esa información se volverá un elemento de tensión maravilloso a favor del relato. Aquello que detona Oswald al inicio, destinará el camino de Sofía y de otro personaje más. Es a través de un joven llamado Victor Aguilar, quien no conoce las profundidades del universo de Gotham, que conoceremos las redes que mantienen la ciudad así de contaminada y corrupta.

Cada uno de los personajes ocupa una región distinta de la moralidad, podremos comprenderlos en mayor o menor medida, y entre los tres captarán la empatía de la gran mayoría de sus espectadores. Son casi todos tan inmorales como queribles. Además de los guiones y su realización, vuelven posible esta serie que homenajea al clásico Los Soprano, los aciertos compositivos de todos los intérpretes, con una especial mención a los tres coprotagonistas.


Colin Farrell está irreconocible detrás de tres horas diarias de un trabajo exquisito de maquillaje, y debajo de una composición sonora en la que apenas se distingue su voz. Como ya lo hemos visto tantas veces en él, reconocemos un actor que disfruta de la composición sin caer en la solemnidad romantizada que caen tantos actores de Hollywood. Es un profesional del detalle, pero pero por sobre todas las cosas alguien que claramente nunca deja de jugar. Cristin Milioti, a quien probablemente reconozcan de How I Met your Mother o El lobo de Wall Street, aprovecha la oportunidad de interpretar un personaje tan importante para la serie como complejo en su composición. Corrompida, injustamente juzgada, maltratada, cargando con la contradicción de haber sido criada en el seno de la más insondable violencia y de no querer pertenecer a la misma. Vengadora. ¿Heroína? Si la serie se llamara Sofia Falcone, el título también sería justo con la serie. Rhenzy Feliz, por su parte, vuelve absolutamente entrañable a Victor Aguilar. Además de ser los ojos del espectador en un mundo desconocido (que igualmente mantiene puntos en común con nuestra realidad), cumple aún una función más sustancial. Es el único personaje moralmente intachable, a quien es imposible no comprender en su evolución, y el que tiene el salto más grande por dar. Sin él, y desde ya, sin la calidez que le aporta Feliz, la serie sería más difícil de tolerar.

Detesto resaltar lo siguiente, pero en una serie donde poco falla lo interpretativo, queda fácilmente expuesto aquello que sí. Theo Rossi, como psicólogo de Sofía y futuro famoso antagonista del universo Batman, parece perdido, con escasas herramientas, literal en su objetivo de contar su obsesión por Sofía, poco interesante, ofreciendo un personaje algo patético, innecesario y poco temible.

El Pingüino es una historia de venganza. Cuando todo pareciera indicar que la venganza corresponde a una de las tramas, contemplando el concepto de venganza como la concreción de la justicia humana y divina, habremos de descubrir un enorme secreto que hará temblar todo aquello que creíamos. ¿Estamos seguros de estar acompañando al personaje correcto? ¿Estamos a salvo con él o con ella? ¿En quién elegiremos confiar? ¿Qué estábamos esperando de ellos, si el mundo ya está podrido por dentro?

Chesi


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