Juan Rulfo, el pionero del realismo mágico, escribió la novela Pedro Páramo, que inspiró directamente la obra maestra de Gabriel García Márquez, Cien años de soledad. Hace poco, Netflix estrenó una adaptación cinematográfica titulada Pedro Páramo, que se estrenó poco más de un mes antes de que se estrenara la serie y adaptación Cien años de soledad. La película ambiciosamente entreteje un laberinto de vida, muerte y memoria con diferentes narradores.
"El padre Rentería se acordaría muchos años después de la noche en que la dureza de su cama lo tuvo despierto y después lo obligó a salir. Fue la noche en que murió Miguel Páramo". Esta frase aparece en la segunda parte de Pedro Páramo. ¿Les suena familiar? ¿No se parece a la famosa frase inicial de Cien años de soledad, que con frecuencia se cita en debates de realismo mágico de Latinoamérica? "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo".
De hecho, Márquez fue un devoto fanático de Rulfo. Al escribir un tributo a Rulfo para la reedición de Pedro Páramo, Márquez recordó que descubrió la novela de este autor que alguna vez fue desconocido en 1961 mientras vivía en un departamento de la Ciudad de México. "Esa noche, la leí dos veces antes de irme a dormir". Años después, mientras ayudaba con la reseña y la revisión de una adaptación cinematográfica, Márquez incluso "confesó" su amor por la novela: "No solo podía recitar párrafos completos de Pedro Páramo, podía recitar el libro completo, al derecho y al revés, sin una falla apreciable, y podía decir en qué página de mi edición se encontraba cada episodio, y no había un solo rasgo del carácter de un personaje que no conociera a fondo".
"Desde entonces, la tierra se quedó baldía y como en ruinas. [...] De allá para acá, se consumió la gente; se desbandaron los hombres en busca de otros bebederos. Recuerdo días en que Comala se llenó de adioses [...]". En su obra, Rulfo describió vivamente a Comala, un pueblo que alguna vez fue próspero, pero que había decaído. Este contexto es similar a Macondo de Cien años de soledad y una metáfora de los pueblos mexicanos que desaparecieron continuamente luego de que las rebeliones revolucionarias los destrozaran en la reciente historia moderna.
Pedro Páramo de Netflix es el debut direccional de Rodrigo Prieto, el antiguo cinematógrafo de Alejandro González Iñárritu. Con su amplio conocimiento y su inmensa experiencia, Prieto capturó tanto la prosperidad como la desolación de México, su tierra. La película se grabó en las calurosas y áridas tierras de San Luis Potosí, en la parte norte central del país, y Villa de Reyes se transformó en la Comala de la novela. A través del diseño de los sets y la gradación de colores de posproducción, la película presenta tres mundos distintos. Primero, en su niñez, el protagonista principal, Pedro Páramo, y su compañera de juegos, Susana San Juan, persiguen barriletes y se aferran el uno al otro cariñosamente en la fértil y frondosa tierra. Luego, en la era siguiente, Pedro se vuelve un arrendador tirano que corrompe la tierra y oprime al pueblo. Al final, en el contexto del "realismo mágico", Juan Preciado, uno de los hijos distanciados de Pedro, llega a Comala, que ahora es un submundo deshabitado y fantasmal, con el último deseo de su madre de encontrar a su padre.
"Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo". En la adaptación de Netflix, la voz superpuesta de Juan sigue fielmente el inicio de la novela. Sin embargo, tomen nota: la escena comienza con una toma que desciende dentro de una tumba, lo que insinúa con sutileza que el narrador ya murió. Luego, la película le es fiel a la novela a medida que Juan, en ruta a Comala, se encuentra con un mulero que revela: "Yo también soy hijo de Pedro Páramo". Mientras cada uno sigue su camino, le sugiere a Juan que visite a Doña Eduviges, "si sigue viva". Este encuentro establece el tono de realismo mágico tanto de la novela como de la película.
Ni la novela ni la película tienen un solo narrador. Las complicadas relaciones entre los personajes se revelan, en gran parte, póstumamente, mientras Juan yace en el suelo entre el cielo y el infierno y escucha las voces de los residentes enfermos de Comala. Rulfo no dio mucha descripción ni explicación de los numerosos personajes y sus conexiones con Pedro. En su lugar, los espectadores deben deducir independientemente sus acciones, comportamientos y pensamientos y, luego, imaginar sus retratos y destinos. Para este fundamental trabajo del realismo mágico, el enfoque narrativo abierto invita a los lectores a participar y reflexionar de manera activa. Pero, cuando se adapta a una película, que con frecuencia requiere una trama más clara a través del lenguaje audiovisual y el diálogo, ¿puede el enfoque de la novela tener éxito?
Prieto intentó recrear la estructura laberíntica de la novela en la cual se mezcla el tiempo y el espacio a través de una edición paralela sin transiciones claras, combinada con un gran uso de flashbacks, lo que con frecuencia hace que el laberinto narrativo sea incluso más complicado. No es una sorpresa que este enfoque no haya sido apreciado universalmente: muchos espectadores protestaron al darle a la película una puntuación baja y notaron que, si no habían leído la novela hace poco, era incomprensible. Afortunadamente, leí la novela inmediatamente después de ver la película. No es un libro extenso, al fin y al cabo, es el que Márquez leyó dos veces antes de irse a dormir.
Por ejemplo, en una de las primeras escenas de la película, Doña le dice a Juan, quien llegó para quedarse, que el medio hermano que conoció en el viaje murió. En la línea temporal de Pedro, esta misma mujer le dice a otro hijo de Pedro: "Ya estás muerto". Luego, vemos a Doña desaparecer del ático en el que está y otra mujer le informa a Juan: "Doña murió hace mucho". Para los lectores inmersos en la novela, es claro que Rulfo fue borrando deliberadamente la línea entre la vida y la muerte, lo que les permite a los muertos hablar y recordar como los vivos. Pero en la película, este desdibujamiento puede hacer que la audiencia se frustre. ¿Quién es real, quién es un sueño, quién está vivo y quién está muerto?
Aunque no se puede negar que las relaciones y la lógica de la historia en Pedro Páramo son complejas, la fascinante presentación de la película de Comala, que se logró a través de técnicas audiovisuales excepcionales, captura una atmósfera psicodélica. Repentinamente, Juan se encontró de pronto solo en aquellas calles vacías, con las ventanas de las casas abiertas al cielo, dejando asomar las varas correosas de la yerba, bardas descarapeladas que enseñaban sus adobes revenidos. Prieto, el cinematógrafo que se convirtió en director, transmitió estas descripciones de la novela claramente. Intensificó el espeluznante ambiente a través de tomas subjetivas, esenciales en el terror, para mostrar la inquietante imagen del cuerpo de una "mujer hecho de tierra, envuelto en costras de tierra" que parece como si "estuviera derritiéndose en un charco de lodo", dando vida a los escalofriantes tonos de la novela.
Márquez ya había identificado dos problemas principales en adaptar Pedro Páramo hace mucho, desde su trabajo como revisor de guiones y correcciones para la adaptación cinematográfica de 1967 de Carlos Velo. El primer problema eran los nombres: Rulfo había nombrado a sus personajes en base a inscripciones de lápidas, lo que hacía que fuera casi imposible encontrar actores que visualmente pudieran igualar el peso poético de esos nombres. El segundo problema era la edad: Rulfo se negaba a especificar las edades de los personajes y dependía de un sentido de intuición poética, un elemento menos sugerente en el cine. Márquez insistió: "En la oscuridad del cine, un antiguo romance no conmueve a nadie". ¿Tal vez estaba pensado en su próximo libro, El amor en los tiempos de cólera?
La adaptación de 1967 tuvo un enfoque relativamente sencillo. Velo eliminó a los personajes que contribuían al aura mágica de la novela, pero no hizo mucho para que la trama avance. También transformó mucho de la narración en primera persona en diálogo sustancial para transmitir mejor la información y reorganizar el laberinto temporal de la historia en una secuencia más lineal, presentando la historia de Pedro y su hijo en un tiempo más cercano. Sin embargo, incluso con estos cambios, Márquez admitió: "El guion adaptado fue un libro distinto: plano y descosido. Pero me fue útil para una comprensión mejor de la carpintería secreta de Rulfo".
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