Robot salvaje es mi película animada favorita de este año. Su atractivo radica en su enfoque único: en lugar de centrarse en la acción o la aventura, explora la soledad, el crecimiento y las conexiones entre especies con un ritmo sereno.
La historia comienza con Roz, un robot femenino que se activa por accidente en una isla desierta. Al principio, carece de emociones humanas. Tampoco comprende la naturaleza ni el entorno ecológico que la rodea, por lo que tiene que empezar de cero, adaptándose poco a poco a su entorno y mezclándose con cada rincón de flora de la isla desierta. Este viaje de inmersión es el aspecto más cautivador de la película.
Cuando Roz despierta por primera vez, sigue órdenes básicas y le pregunta a los animales si necesitan ayuda, pero no tiene conciencia de sí misma. Sus interacciones con ellos son torpes e incómodas. Por ejemplo, después de activarse, deambula ofreciendo ayuda a los animales, pero ellos la tratan con desdén. A pesar de las situaciones negativas, ella persevera: los observa pacientemente, recopila información sobre ellos y, muy pronto, aprende su idioma. Esta fase de aprendizaje resalta su personalidad única, una mezcla de calma robótica y curiosidad infantil. A través de la perspectiva de Roz, experimenté su evolución de un ser una máquina a un ser emocional, entendiendo y conectando poco a poco con los habitantes de la isla, como un recién nacido que descubre el mundo paso a paso.
Con el tiempo, Roz y un ganso llamado Brightbill forman un vínculo. Por instinto, el pájaro ve a Roz como su madre al nacer. Sin embargo, lo que me conmovió no fue su relación familiar instantánea, sino cómo se construyó su intimidad a través de interacciones lentas y auténticas. Por ejemplo, cuando Brightbill falló en su primer intento de volar, Roz permaneció en silencio a su lado, ofreciéndole apoyo sin darle consejos complicados. En otra ocasión, cuando Brightbill vio otras familias de aves y se dio cuenta de la calidez que le faltaba, Roz simplemente lo acompañó, compartiendo su sensación de ausencia. Me encantó cómo Roz y Brightbill siempre estaban ahí el uno para el otro. La película transmite sutilmente su vínculo sin diálogo excesivo, mostrando una relación desarrollada naturalmente que no depende de ningún conflicto dramático.
Me conmovió especialmente cómo Roz se ganó la confianza de los animales. Las criaturas del bosque vivían bajo el código de supervivencia del más apto, y los herbívoros temían a los carnívoros, sus depredadores naturales. Pero cuando llegó el invierno, Roz rompió esta regla e invitó a todos los animales a su refugio para mantenerse calientes. Ver a herbívoros como el conejo y el ciervo (perdón por no recordar la lista completa de animales) dormir al lado de sus depredadores, como el oso, sin miedo, me conmovió profundamente. Me hizo pensar en la sociedad humana actual: el mundo está lleno de conflictos interminables que nos asfixian, y la posibilidad de que la humanidad viva en armonía parece lejana.
Sin embargo, justo cuando estaba inmerso en esta atmósfera pacífica y reconfortante, el final de la película cambió inesperadamente a una gran escena de batalla. El enfrentamiento fue diseñado para proteger a Brightbill, y Roz debe luchar contra otras máquinas que amenazan su hogar. Para mí, esta pelea se sintió abrupta y forzada, como si hubiera sido insertada con el fin de lograr un final "climático". En la primera mitad de la película, el crecimiento de Roz, sus interacciones con los animales y el sereno paisaje de la isla fueron bastante atractivos. Esta repentina batalla trastocó el tono de tranquilidad establecido y rompió la unidad de la historia. Poco antes, éramos testigos de cómo los animales superaban sus prejuicios de especie y vivían en paz, pero luego, tuvimos que verlos nuevamente sumergidos en conflicto con un enemigo poderoso, lo que reavivó la llama del odio. Este "suspenso por el suspenso" socavó la pureza emocional original de la película.
Por eso, imaginé un final alternativo que conserva la atmósfera original de la película, que impulsa la conclusión a través de la emoción en lugar del conflicto.
En mi propuesta, Brightbill se despede de Roz y se embarca en su propio viaje, observando las ruinas de una civilización humana desaparecida en el camino. Estas ruinas incluirían no sólo edificios en decadencia sino también carreteras abandonadas, fábricas cubiertas de enredaderas y desechos de robots. Entre estos restos, Brightbill observaría robots rotos, con sus partes esparcidas y polvorientas, como reliquias olvidadas por el tiempo. Poco a poco se daría cuenta de que la soledad de Roz no es sólo física sino también emocional, un sentimiento de abandono. A través de estas escenas, Brightbill finalmente entendería la silenciosa compañía que Roz le brindaba, reconociendo en ella una expresión de afecto profunda y sutil.
Mientras tanto, Roz esperaría en silencio el regreso de Brightbill a la isla. A través de una serie de tomas, podríamos ver su vida diaria: caminando por el bosque, observando el cambio de estaciones, sintiendo la brisa en los árboles, contemplando la luz de la luna en el lago y experimentando el profundo silencio del bosque. Esta espera le permitiría evolucionar de una mera ejecutora de programas a un ser con conciencia de sí misma. En su soledad, Roz experimentaría un despertar y reflexionaría sobre el origen de sus propias emociones. A pesar de estar melancólica por la partida de Brightbill, descubriría un propósito que antes no existía en su vida.
En mi final alternativo, Roz incluso aprende a soñar. Soñaría con reencontrarse con Brightbill, y se reunirían en un bosque ilusorio. No sería un encuentro físico, sino una conexión espiritual profunda. Compartirían sus sentimientos, y Roz hallaría consuelo y plenitud en su espera a través de este sueño. Mediante esta representación emocional, Roz pasaría de ser una máquina fría a un ser con un propósito y significado únicos.
En lugar de depender de una intensa batalla, imaginé que Robot salvaje podría concluir con el despertar emocional y el autodescubrimiento de Roz. Brightbill comprendería su soledad a través de su propio viaje, mientras que Roz se encontraría a sí misma en el silencio de la espera. Creo que este final traería una resonancia más profunda a la historia que una escena de pelea climática.
¡Nos volveremos a ver para seguir debatiendo sobre películas!
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