El cine gore nace desde la experimentación que se llevaba a cabo durante los años 60’s con cintas como “Blood Feast” (1963), dirigida por Herschell Gordon Lewis. Hoy en dia, ademas de ser una maravillosa excusa para mostrar cuánta sangre y desmembramientos sea posible, se amalgama perfecto con ciertos estilos de horror dando como resultado el subgénero de “horror comedy”, una especie de comedias con tintes de terror clásico que se centran más en situaciones horripilantemente cómicas que en las atmósferas terroríficas y sombrías del miedo, jugando con los clichés del género de terror, subvirtiendo o exagerandolos para generar risa en lugar de sustos. Como grandes exponentes de este subgénero, podemos encontrar “Shaun of the Dead” de Edgar Wright, “Evil dead 2” de Sam Raimi y “Un hombre lobo americano en Londres” (1981) de John Landis.
La saga Terrifier entra en esta descripción dado que, si bien pertenece a un cine más gore que cómico, ha sabido difuminar un poco la línea que los separa hasta esta última entrega. La historia de su protagonista (y antagonista), Art, el payaso, data de años anteriores a la primera entrega, donde hizo apariciones en otras dos producciones del mismo director: El corto “El noveno circulo” del 2008 y película “La víspera de Halloween” del 2013, sumado a las tres entregas actuales del personaje que dan como resultado un total de cinco apariciones en pantalla.
Art fue creciendo en popularidad a la par que se volvía más sádico y sus acciones más viscerales. Toma verdadera relevancia en “Terrifier” del 2016, la primera de la trilogía, donde la trama comienza a girar más sobre él y sus crímenes pero en una cinta de bajísimo presupuesto que funciona como una prueba de parte del director para evaluar si el personaje sería aceptado por el público. Su secuela, “Terrifier 2” es una produccion mucho mas completa, dejando atras el problema del presupuesto y contando una historia con más peso pero con una trama clásica que se construye bajo un conflicto arquetípico que tanto amamos: el bien contra el mal, pero con una subversión propia del cine slasher. Sienna, una adolescente aparentemente común, se transforma en una figura heroica con tintes míticos, mientras que Art encarna un mal absoluto y sobrenatural.
Art representa la violencia, un antagonista a priori sin motivaciones más allá del placer por causar sufrimiento y destrucción y Sienna, quien al principio parece vulnerable, va descubriendo a medida que avanza la trama un propósito, el cual trasciende lo mundano. Su vínculo esta lejos de ser casualidad; hay una conexión más profunda, casi simbólica, entre ellos. Sienna no solo lucha por sobrevivir, sino que también parece estar predestinada a enfrentarse al payaso, algo que sienta las bases para este “destino” que los coloca como antagonistas naturales.
A lo largo de la cinta, Sienna toma el rol de la FINAL GIRL, un rol clásico del slasher, pero con un arco de desarrollo mucho más complejo, que la separa del estereotipo. En su enfrentamiento final, Sienna no solo es la sobreviviente, sino una especie de heroína que personifica la luz frente a la oscuridad de Art, elevando su confrontación a un nivel casi mitológico dentro del film.
Esta tercera entrega retoma el concepto del enfrentamiento entre Sienna y Art, trayendo a los personajes de nuevo y reviviendo la rivalidad unos años después de los sucesos de la segunda cinta, expandiendo el universo grotesco y perturbador de Damien Leone , consolidando la saga como una de las más extremas del cine slasher moderno. La película se destaca por su ejecución técnica en efectos prácticos, llevando el gore a nuevos niveles de brutalidad.
El diseño de producción sigue la línea oscura y claustrofóbica de sus predecesoras, creando una atmósfera opresiva y cargada de tensión, con escenarios que acentúan el horror visceral y la sensación de aislamiento. La edición, rápida y precisa en las escenas de violencia, juega un papel clave en amplificar la sensación de angustia y shock, mientras que la música, compuesta por Paul Wiley, refuerza el tono macabro y el suspense con una banda sonora que mezcla sintetizadores siniestros con ritmos inquietantes.
A nivel narrativo, la saga puede pecar de simplona y predecible. Sin embargo, lo que realmente define la cinta es su capacidad para impactar visualmente y llevar al espectador a través de una experiencia extrema, cargada de violencia gráfica y horror psicológico, convirtiéndola en la trilogía gore por excelencia.
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