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Ellos (Them) 1° Temporada- La Maratón de Halloween que No Te Va a Dejar Dormir

Si estás buscando algo que te mantenga despierto y mirando por encima del hombro este Halloween, Ellos (Them) es tu mejor opción. Imaginate esto: una familia afroamericana se muda a un vecindario en Los Ángeles en los años 50, rodeados de sonrisas fingidas y miradas que parecen perforar el alma. Todo muy lindo en apariencia, pero te aseguro que, desde el primer episodio, vas a sentir cómo la piel se te eriza.

Little Marvin, el cerebro detrás de esta serie, no solo se queda en lo que parece un típico drama de época. No, aquí el terror es tan real como las miradas de los vecinos que esconden algo más oscuro. Con una mezcla de tensiones raciales y un toque sobrenatural que te va a hacer cuestionar cada sombra en la habitación, esta serie va directo a lo que más incómoda. Y sí, te va a sobresaltar más de una vez, creeme.

Los episodios dirigidos por Nelson Cragg, que abre la serie, son como una entrada a un laberinto del que no vas a querer salir (o más bien, del que no vas a poder). Cragg sabe cómo meterte en esa atmósfera sofocante, en la que cada puerta que se abre puede ser un nuevo susto. Sus episodios son como una montaña rusa emocional que te prepara para lo que sigue: los tres episodios de Ti West. Y aquí te digo, si ya conocés a West, sabés que este hombre no falla en el terror a fuego lento. Te va cocinando con calma, subiendo la tensión en cada escena, y cuando menos te lo esperás… ¡bam! Te deja con el corazón en la boca.

Además, Craig William Macneill, Daniel Stamm y Janicza Bravo ponen su propio toque a la serie, cada uno jugando con las paranoias y las alucinaciones de una manera que te deja pensando si lo que ves es real o si te están jugando una mala pasada. Y eso es lo que hace a Ellos perfecta para una maratón de Halloween: no sabes qué esperar en cada episodio, y justo cuando crees que tienes todo bajo control, aparece un giro que te deja en el borde del sillón.

Otra cosa que vas a notar en Ellos es que la serie no se queda solo en el susto fácil, también hay un trasfondo que te va a dejar pensando. Little Marvin no solo nos da terror sobrenatural, sino que juega con algo mucho más aterrador: el racismo, la discriminación y cómo estos monstruos sociales pueden ser más escalofriantes que cualquier fantasma.

Ahora, volviendo a Ti West (que, te repito, ¡es un genio, me encanta!), en sus episodios se siente esa mezcla perfecta de horror lento pero seguro. Es como si te metiera en una casa que parece segura, pero a medida que avanzás, sentís que las paredes se te acercan y cada rincón guarda algo que no deberías ver. Es como si te dijera: "Ey, no pasa nada… o tal vez sí, ¿quién sabe?" Y justo cuando te relajás un poco, ¡zas!, ahí está ese momento que te deja con la piel de gallina.

Los episodios de Craig William Macneill se encargan de subir la intensidad. Te llevan a ese punto donde la paranoia de los personajes se siente en el aire, y vos mismo comenzás a dudar de todo lo que ves en pantalla. ¿Es real o solo está en su cabeza? ¿Y vos, qué harías si estuvieras en su lugar? Es una experiencia que no solo te sumerge, sino que te hace partícipe del miedo.

Por otro lado, Daniel Stamm y Janicza Bravo le dan a la serie ese toque extra de locura, como si nos susurraran al oído: “Esto no es lo que parece”. Stamm juega con la idea de la percepción y cómo puede distorsionarse cuando el terror es constante, mientras que Bravo nos mete de lleno en el episodio que parece sacado de un mal sueño.

Cada director que participa en la serie le da su toque personal. Lo interesante es que, aunque cada uno tiene su propio estilo, todo encaja de una forma que se siente orgánica.

Y hablemos de las actuaciones. La familia protagonista, especialmente Deborah Ayorinde y Ashley Thomas, no solo te convence; te arrastran a su pesadilla personal. El dolor, la rabia, el miedo… todo se siente tan real que te encontrás apretando los puños. Son ellos quienes hacen que cada golpe emocional te llegue directo al pecho, sintiendo cada paso que dan en ese vecindario hostil.

Una de las cosas que me parece brutal de Ellos es cómo juega con la atmósfera. Desde el principio, la serie te envuelve en esa sensación de incomodidad que no te suelta. La dirección de fotografía tiene mucho que ver con esto: hay planos que, aunque en apariencia parecen normales, están cargados de una tensión que sientes en la nuca. Es como si cada rincón de ese vecindario escondiera un secreto y cada sombra fuera un recordatorio de que, por más que la familia trate de adaptarse, nunca van a estar seguros.

La música y los efectos de sonido también juegan un papel importantísimo. No es el típico terror que te asusta con un golpe de sonido fuerte. Aquí, el miedo se va colando de a poco, como si se infiltrara en tu casa mientras vos estás distraído. De repente, un susurro, una nota aguda o un silencio total que dura más de lo normal, y ahí estás, tenso, esperando que algo terrible pase. Y sí, cuando pasa, no solo te asusta, te deja con esa sensación de desasosiego que dura horas. Es el tipo de terror que se queda con vos.

Y claro, tenemos que hablar de cómo la serie mezcla lo sobrenatural con el horror social. No es fácil combinar estos dos mundos y que funcione tan bien. Lo que hace Ellos es llevarte a través de una narrativa en la que el racismo no es solo un telón de fondo; es un personaje más, un monstruo que acecha en cada esquina. Así que mientras te asustan con apariciones y sucesos paranormales, también te golpean con la realidad de una época en la que, lamentablemente, el terror era parte de la vida cotidiana de muchas personas. Esa mezcla es lo que hace que cada episodio se sienta tan potente.

No puedo dejar de resaltar cómo el guion de Ellos logra manejar varios niveles de terror sin que uno opaque al otro. Little Marvin se encarga de que los sustos sobrenaturales y el miedo social se entrelacen de forma natural, sin sentirse forzados.

Si estás buscando algo para ver con amigos en Halloween, esta serie es perfecta porque tiene ese factor de tensión compartida. ¿Viste esos momentos en los que todos se quedan callados, apretando los almohadones y saltando al mismo tiempo? Bueno, Ellos está llena de esos momentos. Y lo mejor es que, más allá de los sustos, también hay mucho para comentar: desde la injusticia que atraviesan los personajes hasta las decisiones que toman para sobrevivir en un entorno que parece no darles tregua. Es de esas series que te deja hablando horas después sobre qué harías vos si estuvieras en sus zapatos.

El arte, además, se luce. Los detalles en el vestuario, el maquillaje y el diseño de los escenarios están tan bien hechos que sentís que realmente te transportan a los años 50. Pero no es una recreación bonita, es una que te envuelve en esa atmósfera sofocante donde todo parece demasiado perfecto, pero sabés que hay algo podrido debajo de esa fachada. Es un acierto que cada elemento visual contribuya a crear esta sensación de amenaza constante. Y es que, aunque estamos en una época diferente, la serie logra que sientas el peso de la opresión que vivían las comunidades afroamericanas en ese momento. Te golpea fuerte, y de alguna manera, te hace sentir parte de esa historia.

Te insto a que te animes a hacer una maratón de Ellos y de paso te doy un consejo: apagá las luces, prepará algo rico (y fuerte), y dejate llevar por la experiencia. Ellos no es una serie que puedas ver de fondo mientras hacés otras cosas; te va a agarrar y te va a envolver en su atmósfera desde el minuto uno. Eso sí, cuando te empieces a preguntar si esa sombra en el rincón de tu casa estaba ahí antes o no… bueno, ahí ya no me hago responsable. ¡Estás avisado!

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