El 18 de octubre de 2024, por primera vez en Perú, se proyectó la versión restaurada de la película Luis Pardo (1927), acompañada de música en vivo. Este evento marcó un hito en la conservación cinematográfica del país.
Es sorprendente que una obra del calibre de “Luis Pardo” haya recobrado vida gracias a los esfuerzos de la Filmoteca PUCP. Esta cinta de ficción, la más antigua encontrada en Perú hasta la fecha, narra las aventuras del bandolero Luis Pardo, quien busca venganza por la muerte de su hermana y se enfrenta a los abusos de los hacendados, impartiendo su propia justicia.
El proceso de restauración fue complejo debido a las dificultades técnicas que implicaba trabajar con nitrato, el material original en que se halló la película. Ante esto, se optó por crear una copia en acetato, lo que permitió avanzar con la digitalización. A pesar de los desafíos, la restauración logró cumplir su objetivo principal: hacer la película apta para su visualización. Además, se destaca el arduo trabajo de eliminar la mayor cantidad posible de desperfectos, como las manchas de hongos que se formaron con el paso del tiempo.
Es importante señalar que la restauración se basó en las cintas de descarte, ya que no se ha encontrado una copia completa de la película. Por ello, solo se pudieron recuperar 33 minutos de la duración original de "Luis Pardo". Estos vacíos argumentales fueron compensados con intertítulos, ofreciendo una narrativa coherente dentro de lo posible.
El resultado es una historia que, aunque incompleta, logra transmitir parte de la esencia original. La trama comienza con Luis Pardo en busca del asesino de su hermana, teniendo solo una pista. Elementos ingeniosos como la aparición de su hermana como una figura fantasmal que acompaña su remordimiento y un flashback del momento de su pérdida logran sumergir al espectador en la mente del protagonista. Sin embargo, en los momentos posteriores, la película pierde parte de esta carga emocional al centrarse en las hazañas de Pardo en defensa de la justicia ―priorizando su represantación como figura heroica―. La cinta incluso introduce humor físico, característico del cine de la época.
Tras varios momentos en los que Pardo restablece el orden, finalmente encuentra otra pista que lo lleva al asesino que tanto ha buscado. En una escena cargada de simbolismo, deja una marca en la frente del familiar de su enemigo, al estilo tarantinesco de Bastardos Sin Gloria (2009), para luego enfrentarse al villano. No obstante, la resolución se siente algo apresurada: un interés amoroso aparece repentinamente y se introduce un giro argumental sin gran impacto. ¿Una versión completa corregiría estos problemas? Es algo que probablemente nunca sabremos.
Aunque sus carencias narrativas y visuales siguen siendo evidentes, juzgar “Luis Pardo” con una mirada moderna sería injusto, especialmente si se consideran los enormes esfuerzos realizados para restaurarla. Por ello, la oportunidad de disfrutar de esta película en la actualidad es un evento que merece la pena, pues está acompañada de música en vivo ―que evoca las proyecciones de la época― y de un vals tan pegajoso que pone a aplaudir a más de uno.
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