Era 1986 y la comedia era uno de los géneros más exitosos en el cine (ya lo hemos dicho, exitoso pero sin romper la taquilla), con algunas caras nuevas que en la última década habían renovado el género. Y Tres amigos (Three Amigos!) reunió en una sola idea a varias de esas caras nuevas y graciosas que fueron especialmente populares por aquellos años, fundamentalmente Steve Martin, el comediante más importante de los 80’s, el de Tengo una chica en mi cuerpo (All of Me), Hombre solitario (The Lonely Guy), Cliente muerto no paga, El hombre con dos cerebros (Dead Men Don't Wear Plaid), y más adelante en esa década Roxanne (Idem), Mejor solo que mal acompañado (Planes, Trains & Automobiles), Dos pícaros sinvergüenzas (Dirty Rotten Scoundrels). No sé si habrá otro actor que tenga tantos títulos importantes amontonados en una década, pero el recorrido es sin dudas apabullante. Bueno, a Martin se sumaron Chevy Chase, el de Vacaciones (National Lampoon's Vacation) y Fletch (Idem), y un canadiense no tan popular todavía, pero de gran talento para el slapstick, conocido como Martin Short. Esto es sólo delante de cámaras (aunque habría que sumar en pequeños roles a Joe Mantegna, Phil Hartman y Jon Lovitz), porque detrás de cámaras había otro nombre clave de ese movimiento refundacional de lo cómico como John Landis. Y en la escritura además del propio Martin nada más y nada menos que Lorne Michaels, el padre del fundamental Saturday Night Live! (Idem), y un músico con un sentido del humor grandioso como Randy Newman, en su única incursión como guionista. Es decir, Tres amigos era una fiesta y así resultó, aunque en su momento no tuvo una recepción crítica demasiado destacada ni una respuesta del público que fuera muy importante. Tal vez había algo de rareza en algunos pasajes que la volvían un poco desconcertante, aunque obviamente esos momentos están entre los más felices de la película, y claramente nos referimos al espadachín invisible y al arbusto parlante.
Por cierto que Steve Martin tenía una cinefilia más que extendida, lo que pudo desarrollar en films con una fuerte filiación con géneros del pasado, como las citadas Cliente muerto no paga (con el noir) y El hombre con dos cerebros (con la ciencia ficción Clase B de mediados del Siglo XX). Esa cinefilia era también la que alimentaba la premisa de Tres amigos, que estaba motivada en Los siete samuráis (Shichinin no samurai) de Akira Kurosawa, y obviamente en su remake del oeste Siete hombres y un destino (The Magnificent Seven) de John Sturges. Lo atractivo en el trabajo de Martin es que esa cinefilia no era una garantía de prestigio ni una búsqueda de trascendencia, sino que la utilizaba para jugar por los bordes -como lo hace actualmente con esa joyita de las plataformas que es Only murders in the building (Idem) y su relación con los relatos de misterio a lo Agatha Christie-, siempre poniendo en primer plano la comedia. Para Martin, un artista de una gran cultura, que ha extendido su trabajo también a la literatura y la música, la batalla fue siempre hacer comprender que detrás de todos los dramas de la humanidad siempre hay un chiste; y un chiste que puede trabajarse verbal o corporalmente, o ambas cosas a la vez. En la primera escena de Tres amigos, vemos a los protagonistas cabalgando en el contexto de unas de las películas que protagonizan, mientras cantan una canción y sostienen una nota altísima durante 14 segundos. Es un gran chiste para arrancar y, desde ahí, estos héroes improbables convierten todo lo que tocan en comedia. Recordemos: en Tres amigos, los protagonistas (como en el film de samuráis o en el de cowboys) son contratados para proteger a un pueblo de las garras del déspota (aunque ridículo) El Guapo, una muy divertida creación de Alfonso Arau. La diferencia aquí es que el trío está integrado por unos actores de la época del cine mudo, que filmaban unas películas de aventuras bastante naif y que habían sido despedidos por el estudio para el que trabajaban. Pero para los ingenuos pobladores de Santo Poco si pasa en las películas, pasa en la vida real. Y allí, un homenaje y una celebración del cine, del cine popular, de la aventura y de la comedia. Para extender la cinefilia y los guiños, quiso el destino juguetón del cine, que Tres amigos haya sido inspiración a su vez para otras comedias destacadas como Bichos (A Bug's Life), Héroes fuera de órbita (Galaxy Quest) o la enorme Una guerra de película (Tropic Thunder) de Ben Stiller, donde la premisa se retuerce un poco pero es la misma: un grupo de actores y sus egos quedan en medio de una guerra intestina y se convertirán en héroes a su pesar.
Como decíamos, la película lamentablemente no tuvo una recepción demasiado positiva y hasta contó con un enemigo interno como el propio Chevy Chase, que como todos sabemos es un tipo bastante complicado y termina teniendo problemas con todo el mundo: de hecho, su comportamiento no fue digamos excepcional durante el rodaje de esta película y se peleó con todo el mundo. Cuenta el anecdotario que mientras promocionaba Tres amigos en el programa The Tonight Show (Idem) le confió tras bambalinas al popular crítico Roger Ebert que la película no le parecía demasiado buena. No sabemos si Chevy Chase en verdad la juega de difícil, pero lo cierto que su diagnóstico sobre Tres amigos no podía ser más erróneo, aunque suena lógico para un tipo cuya carrera a partir de ahí fue más errónea que otra cosa. Imaginamos que tampoco habrá ayudado demasiado la situación legal de Landis, quien en ese momento enfrentaba un juicio por homicidio involuntario debido a un accidente fatal en el rodaje de Al filo de la realidad (Twilight Zone: The Movie), donde Vic Morrow y dos actores infantiles murieron a causa de una explosión a destiempo que generó daños en un helicóptero, el cual se terminó estrellando y provocando la mencionada desgracia. Finalmente el director sería absuelto por este hecho, aunque las garras de Hollywood serían menos amables que las de la Justicia: según se quejó, la compañía productora le sacó la película durante la etapa de edición y aplicó cortes con los que él no estuvo de acuerdo.
Será por eso que tal vez algunos pasajes se noten un poco dispersos y la película avance más por una sumatoria de ideas que por su fluidez narrativa. Pero así y todo, y que me disculpen Landis y Chase, cómo vamos a despreciar una comedia que nos regala un momento como el del arbusto parlante -a quien el propio Randy Newman le prestó la voz- y la posterior muerte del espadachín invisible, que nos corre del verosímil que la película presumía hasta ese momento; o ese final a puro humor físico en el que el personaje de Martin Short queda suspendido en el aire y fuera de campo un buen rato hasta que una perfecta línea de diálogo lo hace caer desde el cielo; o esas canciones geniales creadas por el célebre Newman y que le permiten a Martin sacar a relucir su talento para el baile y el canto. Tres amigos es una de esas extrañas veces en que la acumulación de talento da resultados felices, una película desfachatada que genera demasiada alegría y que contagia como sólo las buenas comedias saben hacerlo. Una celebración de las probabilidades de la ficción por encima de la realidad.
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