Hace algunos días se estrenó Hold your breath en la plataforma de streaming Disney+. Muy a tono con el mes de octubre aparece un relato de terror distinto, apoyado en algunos aspectos tradicionales del género pero también aportando nuevas ideas.
La película está dirigida por Karrie Crouse (que trabajó como guionista en Westworld) y William Joines. La dupla además realizó previamente varios cortometrajes en conjunto. Además está protagonizada por Sarah Paulson, quien ya se consolidó como una estrella luego de sus numerosos papeles, los más recientes fueron American Horror Story, Ratched, Glass, The Bear. Muchas veces fue convocada por Ryan Murphy para desplegar su talento.
El resto del elenco se ordena alrededor de Paulson con papeles contundentes pero más pequeños: Amiah Miller, Alona Jane Robbins, Annaleigh Ashford, Ebon Moss-Bachrach. Y en mucho menor participación Arron Shiver, Frances Lee McCain, Courtney Cunningham.

El terror árido
La historia se ubica en Oklahoma durante los años 30, en un pequeño pueblo donde las casas están aisladas, escasean las lluvias y sus habitantes fantasean con cultivos verdes que quizás alguna vez llenaron sus campos o son la esperanza para un mejor futuro. Pero cuando despiertan de esos sueños se encuentran con la realidad, rodeados por kilómetros de tierras secas, hambre y tormentas de polvo.
Margaret Bellum (Paulson) vive con dos de sus hijas, Rose y Ollie. En las áridas afueras de la casa está la lápida de Ada, su tercera hija que falleció tiempo atrás. Margaret espera a su marido que trabaja lejos y envía cartas con dinero y novedades. Y además cuida a sus hijas del temido polvo. Los niños del pueblo andan con máscaras para no respirarlo y los más desprotegidos anuncian su paso con una tos imposible, agotadora y de mal presagio.
En el ecosistema de la película hay otras mujeres que se reúnen a bordar y conversan sobre los rumores del pueblo, se preocupan y se juzgan escudadas en algún pasaje bíblico. Entre ellas Esther, es familiar de Margaret y uno de sus hijos parece enfermo. ¿Es posible huir de ese lugar hacia una vida mejor?
La enfermedad del niño revive en la protagonista sus más profundos temores, durante el duelo por la muerte de Ada, el insomnio se apoderó de ella y vaya a saber qué cosas hizo que todas temen que le vuelva a suceder. Esta primera parte se nutre de elementos incómodos: la abrumadora idea de que el mal se filtra con solo respirar. La sensación de enormes cantidades de polvo que ahogan durante las tormentas de viento, la enfermedad y la sed.
Podemos encontrar algunos puntos en común con la premisa de Distancia de rescate (Claudia Llosa sobre el libro de Samantha Schweblin) en donde hay un peligro en el aire y en las plantas, tan real como invisible. Un peligro doméstico que afecta el juicio de las madres.

Un vagabundo que aparece
En una de las reuniones las mujeres comentan que se rumorea la llegada de un vagabundo misterioso. Un hombre que apareció en una casa, cometió una masacre y se esfumó. Nadie lo vio salir ni entrar, pero la tragedia sucedió y el único sobreviviente describe a este extraño tal y como se lee en el cuento de las hijas de Margaret. “El hombre gris” aparece de forma más tradicional al terror: una presencia que acecha y que es peligrosa. Todo lo que antes se presentó como el contexto ahora son factores que tensionan el conflicto, estar aisladas, lejos y protegidas sólo por sus ventanas tapiadas.
Pero cuánto del pasado opera en el presente, cuánto de lo que ven es real y cómo ese terror a lo extraño puede transformarse en el terror dentro del propio hogar. Margaret comienza a distorsionar las cosas a su alrededor y se transforma finalmente en una figura más representativa del mal que todo lo extraño que se había presentado antes. Aquí es donde Hold your breath empieza a dispersarse.
Maternidad y terror
Pero antes de entrar al tramo final, podemos detenernos en la mirada que ha tenido el cine de terror sobre la maternidad. Usualmente encontramos la figura materna ocupando un rol protector y de sacrificio frente a lo sobrenatural, son las madres las que intuyen cuando algo extraño está sucediendo y las que le creen a los niños cuando se asustan. También son capaces de ofrecer todo lo que tengan a cambio de salvar a los pequeños.
Pero una mirada más contemporánea de la maternidad advirtió que hay muchos detalles poderosos dentro de ese mundo para incursionar desde el terror. Algunos de esos ítems que estaban allí disponibles son los miedos de la persona embarazada, la transformación del cuerpo, cosa que podemos ver en Huesera (Michelle Garza Cervera).
También podemos ver el parto como un momento lleno de dolor y sensaciones desconocidas, inclusive cada vez hay una intención mayor de animarse a poner la cámara en distintos ángulos desde ese momento, cuando siempre se muestra desde el punto de vista de la madre, lejos de donde sucede toda la acción más fuerte del momento en sí, por ejemplo en The First Omen (Arkasha Stevenson).
Y por último podemos ver a la madre como la figura que encarna el mal y, si bien no es una novedad, la perspectiva interesante está en encontrar disparadores del mundo real y natural que detonen nuevas formas del terror. Algo que se encuentra aplicado por ejemplo en La maldición de Hill House en donde los fantasmas abundan por doquier pero uno de los momentos más impactantes está en el momento en el que la madre se vuelve un peligro para su propia familia. Esto acompañado de un registro propio del terror tradicional, construyendo una percepción sobrenatural de algo que más adelante se va explicar en términos de nuestro mundo.

Puntos flojos
Todos los puntos fuertes que sostenían a Hold your breath se empiezan a diluir luego de la primera mitad del desarrollo. La línea dramática del intruso queda demasiado disociada de todo el resto del relato. Únicamente nos ayuda a justificar los nuevos episodios de insomnio extremo en los que recae Margaret, pero pierde fuerza en relación a todo lo que contenía.
La aparición del hombre implicaba un peligro terrenal, la amenaza de un intruso condiciona la experiencia del interior del hogar en relación a los peligros del exterior. Siempre es interesante pensar en la forma en la que los personajes habitan los espacios, mucho más cuando hay puertas bajo llave, maderas que crujen y huellas de secretos ocultos, algo que nos puede remitir a Los otros (Alejandro Amenábar). Pero luego todo eso se fue transformando hacia un lugar divino, mágico e inexplicable. ¿Este hombre era un curandero o un demonio, era las dos cosas o ninguna?
Pero así como aparecen todas esas preguntas, se diluyen de un momento a otro. La película abandona este conflicto y se vuelca de lleno hacia la dimensión psicológica del personaje que interpreta Sarah Paulson. En cuanto a las formas, no hay nada que decir sobre la composición o inclusive sobre el registro, cumple con cada detalle que uno podría esperar para incomodar y sofocar al espectador. Pero narrativamente nos encontramos con un problema, un hueco enorme cuyo cierre no alcanza, el peso de las subtramas que se abrieron fue tan grande que no permite soltarlas para seguir adelante con un planteo nuevo y distinto como si todo lo propuesto antes hubiera sido solo una excusa formal.
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