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Un neoclásico en la post postmodernidad Parte IV ...muerte, resurrección y muerte...

Spoilers

Un neoclásico en la post postmodernidad Parte IV

Los Imperdonables (1992) de Clint Eastwood

Muerte, resurrección y muerte

El cielo rojo y la tierra negra, pesada, parece devorarse a ese hombre tan oscuro como ese suelo, que se traga lo único bueno que William Munny tuvo en su vida, su esposa, su amor. El comienzo de Los Imperdonables muestra una casa sencilla y un árbol, bajo el cual el hombre entierra a su esposa, la línea de horizonte es tan alta en la composición que la imagen ahoga, como el dolor, como la vida, como el alcohol y la violencia.

Ficha técnica

Título: Unforgiven (USA)

Los imperdonables (Latinoamérica)

Sin Perdón (España)

Dirección: Clint Eastwood

Producción: Clint Eastwood

Julian Ludwig

David Valdes

Guion: David Webb Peoples

Música: Lennie Niehaus

Fotografía: Jack N. Green

Montaje: Joel Cox

País: Estados Unidos

Año: 1992

Género: Western

Duración: 127 minutos

Productora: Malpaso Productions

Distribución: Warner Bros. Pictures

Elenco principal: Clint Eastwood, Gene Hackman, Morgan Freeman, Richard Harris, Jaimz Woolvett, Saul Rubinek, Frances Fisher, Anna Thomson.

Si bien esta película tiende un puente estilístico y conceptual con sus dos predecesoras ya citadas: La venganza del muerto y El jinete pálido, marca un punto de inflexión en la obra de Eastwood en tanto excelencia artística. Los imperdonables, muestra una suerte de cima autoral para su director como realizador cinematográfico en general y como creador de western en particular.

En este relato la presencia de lo metafísico sigue presente, pero se ha profundizado. En los films antes analizados vimos que los protagonistas, el forastero que llegaba al pueblo de Lago al igual que el Pastor que se presenta en el campamento de los mineros, son seres de otra dimensión, como enviados por un ente superior. No tienen nombre, no tienen pasado ni futuro. En Los Imperdonables, William Munny tiene un pasado terrible lleno de muerte y alcohol del que sólo pudo salir gracias al amor, sin juicios, de su esposa. Pero la dimensión metafísica está presente aquí porque conviven en el mismo plano de la existencia, la vida y la muerte, Munny fue un fantasma, un ente sumido en el whisky antes de conocer a su esposa, luego resucitó a la vida y tuvo una familia. Con la muerte de su mujer, una parte de él muere con ella, pero todavía le quedan sus hijos. Pero es en el instante que acepta la propuesta del joven pistolero Kid de ir a matar a dos vaqueros para cobrar la recompensa, que comienza a perder lo poco que le quedaba de vida. Estos vaqueros habían desfigurado a una de las prostitutas de la cantina, porque ella no pudo aguantar la risa frente a un hombre poco dotado desde lo viril, la magnitud de la misoginia se despliega para convertirse en el disparador de los acontecimientos.

Lo primero que hace William Munny es ir a buscar a su viejo amigo Ned Logan, él único lazo con su pasado de sangre. La pandilla se arma y en ella se enfrentan diferentes generaciones, dos épocas de un mismo país, el antiguo sin ley o lo que es peor, sometido a la ley del más fuerte. Y la nueva nación, en apariencia pujante, llena de posibilidades y con un Estado funcionando, pero como sabemos: la ley no es la Justicia. En este caso la ley está manejada por hombres corruptos y despiadados representados por Little Bill coetáneo de Munny y de Logan. La tragedia está planteada y comienza su irreversible desenlace.

La adicción se apoya suavemente sobre la mesa en una botella sin corcho. El alcohol está referido por el protagonista, como la causa de todos sus males, pero es una excusa que él propio William Munny repite una y otra vez para poder creérselo. Él dice que fue el vicio lo que lo llevó a actuar de manera violenta, convirtiéndolo en un asesino indolente y sádico. Pero la verdadera adicción es la violencia misma, la adrenalina del peligro y el escaso valor de la vida humana imbuido por los vapores etílicos. Ese terror a la vida y la certeza de que nos estamos muriendo, que nacimos para fenecer, que la existencia nos encamina al Hades, es la raíz de la desdicha de Munny.

En esta preexistencia de la muerte sobre la vida se asienta la paradoja sobrenatural del film. Hasta pareciera que el quitar una vida resignifica el presente del asesino. Esta suerte de filosofía de finitud está retratada en todos los personajes de la película a tal punto que, en términos del protagonista: … no hay inocentes …, todos somos culpables y estamos condenados.

Cuando los tres llegan al pueblo, en medio de la noche y de una intensa lluvia, Munny ardiendo de fiebre, es golpeado sin compasión por Little Bill en la cantina, mientras sus amigos huyen por las ventanas. Finalmente, el hombre mal herido repta hasta la puerta y cae en la calle lodosa. Sus amigos lo rescatan, lo curan y lo ocultan en las montañas por varios días al cuidado de la prostituta mutilada.

Ned Logán, el gran tirador que le acierta al ojo de un halcón en vuelo, no puede dispararle a uno de los vaqueros a los que tienen que ajusticiar, en una emboscada. Sencillamente, le duele el alma y el cuerpo al intentar hacerlo, ya no es un asesino. Munny toma el rifle y finalmente hiere de muerte al joven, que muere unos instantes después. La pandilla se separa, Logán inicia el regreso a su casa ya no quiere la recompensa.

Luego Munny y Kid, asesinan al segundo vaquero mientras está en la letrina y huyen entre disparos. Ambos aguardan en una colina la llegada de sus empleadoras con la recompensa. Kid confiesa que no es un pistolero, que nunca había matado a nadie hasta ese momento y que jamás volverá a usar un arma. Llega una de las chicas con el dinero y les cuenta que Little Bill, torturó y mató a Logan, y que ya todos saben que William es el famoso y despiadado asesino de antaño. Munny vuelve a ser un fantasma y pierde toda la humanidad que pudo construir durante diez años junto a su esposa, bebe whisky, le da el dinero Kid y se encamina rumbo al caserío transmutado en muerte.

Él, la muerte, llega al pueblo bajo la lluvia y se detiene en la puerta de la cantina donde contempla con dolor a otro muerto, Ned Logan. La venganza se materializa, Munny, el que ha asesinado a casi todo lo que se mueve cobra su deuda, mata al dueño del burdel, luego hiere a Little Bill y extermina a tres oficiales. El terror es total, todos huyen para salvar sus vidas mientras William remata al Sheriff y al salir de la cantina sentencia que matará junto a su familia, a cualquiera que tenga la osadía de dispararle. Ya en la calle, montado en su caballo bajo el aguacero ordena que sepulten a Logan y que dejen en paz a las prostitutas, de lo contrario volverá y liquidará a todo el pueblo.

La película termina como comenzó, con el mismo plano de la casa, pero esta vez el cielo es menos rojo, la tierra menos negra y hay ropa tendida bamboleándose por el viento. Munny se acerca a la tumba de su esposa mientras un texto nos cuenta que no se sabe que fue de él y de sus hijos. Quizás William Munny siguió siendo un ente que deambula entre la vida y la muerte, pero también es posible que el amor de sus hijos le fueran devolviendo, poco a poco, algo de humanidad. Funde a negro.

Gabriel Los Santos

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