Milk & Serial: El verdadero remake yankee de 'Funny Games'

"Créanme, si comenzara a asesinar,

no quedaría ninguno de ustedes."

- Charles Manson.

Si. Puede ser algo polémico iniciar un artículo con la frase de un ser tan indescifrable como lo fue el patriarca de la “familia” asesina más infame de todas, pero tiene un punto lógico dentro del análisis que se merece el título en cuestión. Cuando pienso en el morbo colectivo que existe alrededor de estas figuras criminales, los asesinos seriales, siempre me pregunto: ¿Qué es exactamente lo que nos atrae de ellos? ¿Será que buscamos humanidad en donde no existe, compasión por lo poco que queda de dignidad en ellos? ¿O son un reflejo de los extremos a los que podríamos llegar cualquiera de nosotros en caso de que la sociedad nos empuje demasiado lejos? “Tuvo un mal día.” Algo que muchas veces se repite, casi sin un sentido aparente (aunque siempre existe), es cómo ciertas personas que creíamos que eran de una manera se revelan en un alocado frenesí de actos inexplicables que nos conducen inevitablemente a la pregunta: ¿Que tanto conoces a tu círculo más íntimo?

Ese fue el cuestionamiento inmediato que se me pegó en la cabeza como un virus al finalizar ‘Milk & Serial’, un largometraje de terror found-footage disponible para ver en YouTube (de hecho es en la única plataforma en la que se encuentra), enteramente hecho a pulmón y que se encuentra editado, rodado, escrito, dirigido y protagonizado por Curry Barker, la mente maestra detrás de un cortometraje de terror sobrenatural que, al igual que este, se viralizó hace un año titulado ‘The Chair’. En esta ocasión el cineasta decidió ir un paso más adelante, rodar su primer largometraje con sólo 800 dólares y el apoyo de muchos amigos, y enfocarse en narrar una historia mucho más retorcida que todas las anteriores. Menos “producida” que sus cortos en términos de puesta en escena, puedo afirmar que esta historia de origen es mucho más efectiva y aterradora ya que juega con elementos más…realistas, por decirlo de una manera.

¿Criminal se nace o se hace? Desde que escuché esa frase en una escena de la fabulosa serie Mindhunter hace unos siete años me obsesioné por indagar cuáles son las motivaciones, los deseos y los matices psicológicos que empujan a una persona en convertirse en un potencial asesino en serie. Nuestro protagonista, llamado Milk (un guiño a la bebida que tanto adoran los psicópatas más icónicos como Anton Chigurh, Norman Bates o Homelander por citar algunos), está de cumpleaños y su amigo Seven (otro guiño a una película con un asesino en serie) le tiene armada una broma en conjunto a otras personas involucradas. Lo que no sabe Seven y tampoco nosotros como espectadores es que al igual que él, Milk también le tiene preparada una broma, solo que mucho más macabra y oscura.

Así como aquel terrorífico joven de ‘Funny Games’ (Michael Haneke, 1997), una de las mejores cintas de terror (que según él era una película que sólo reflejaba el costado moral de la influencia de la violencia en los medios masivos) de la historia en donde un par de jóvenes de clase media que deciden acudir a una familia que se encuentra de vacaciones terminan provocándoles una pesadilla interminable, Barker nos provoca al mirarnos a los ojos queriendo hacernos partícipe de sus horribles actos, profundizando en la idea de que aquellos que estamos del otro lado de la pantalla somos propensos a los efectos de su mensaje. ¿No es algo peligroso y hasta controversial el querer convencer a una audiencia de que no importa que tan bien le hagamos al mundo, siempre podemos caer al infierno más oscuro? ¿O somos nosotros quienes tenemos el poder de decidirlo? La línea se encuentra finamente marcada, y en lo personal, como un adepto de este tipo de historias, trato de despegarme de las responsabilidades individuales. A fin de cuentas, no me puedo hacer cargo de las decisiones de los demás.

Lo curioso es que, diez años después del estreno de aquella magnífica home-invasion alemana, Haneke decidió realizar una suerte de experimento social al calcar, cuadro por cuadro, pero con intérpretes ya establecidos en Hollywood, su misma obra. Según el director austríaco la intención del filme original siempre fue que sea vista por la audiencia norteamericana (quizás como un mensaje o una crítica a la industria cinematográfica yankee, no se sabe), pero al haber sido un desastre comercial, aprovechó el culto que la cinta fue recolectando con los años y tras el llamado de unos diabólicos productores aceptó la oferta para darle vida a este extraño caso de remake.

La película de Barker, de tan sólo una hora de duración y hecha con mucho corazón, juega con nuestras expectativas (así como en la obra de Haneke) al mostrarnos tres puntos de vista de la misma historia: el de Seven, el de Milk, y el de otros dos amigos que componen el grupo. Inteligentemente al iniciar desde el punto de vista del amigo que prepara la primera broma se nos pone en contexto de cómo el director entiende los códigos del terror y a su vez los subvierte. ¿Quién es el villano? Como espectador sabía de que estaba ante una ficción, una falsa realidad, pero a su vez me cuestionaba si todo era verdad o mentira ya que la misma narrativa nos guía por terrenos pantanosos. La moral de sus protagonistas es el eje conductor y no la historia en si, y eso, señoras y señores, me parece sencillamente brillante.

Pero detrás de la bella y apabullante confusión que genera además me plantó un cuestionamiento sobre la naturaleza propia del entretenimiento que no me deja de resonar en el oído haciéndome preguntar ¿Dónde se traza la realidad de la ficción? ¿que quiero creer? O mejor dicho… ¿a quién le quiero creer?

PELÍCULA COMPLETA:

POR JERÓNIMO CASCO

Publicado el 18 de Septiembre del 2024, 01.08 AM | UTC-GMT -3

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