No hay películas “imperdibles” en la vida

Desde nuestros comienzos, muchas normas y doctrinas nos influenciaron excesivamente en todo momento. Estas enseñanzas parecen hacer que nuestras vidas sean fáciles de comprender, pero nos mantienen alejados de la verdad del mundo. Sin embargo, no vivimos en un vacío. A pesar de que los valores convencionales nos protegen, eventualmente nos enfrentaremos a las verdades del mundo. Cuando esta realidad del mundo se presenta de forma confusa e incierta, muchas personas luchan por aceptarla e incluso pueden experimentar crisis emocionales.

Puede que aquí es donde yace el mayor valor de una película, ya que perfora la fachada de este mundo de la forma más concisa y presenta las realidades que los conceptos no pueden cubrir. Solo frente a aquellas realidades difíciles de definir, internalizar y renunciar, nuestro mundo psicológico puede elevarse de verdad.

Edward Yang dijo en Yi yi: "… vivimos tres veces más desde que el hombre inventó las películas". Pero esta extensión solo puede suceder luego de ver muchas películas buenas, ya que sin importar cuántas películas de Marvel o pochocleras veas, solo obtendrás estimulación mental superficial y fugaz, mientras que todo tu mundo espiritual permanecerá subdesarrollado e infantil para siempre.

En este sentido, yo creo que las películas que más valen la pena en la vida son aquellas que nos liberan de nuestra “corrección”, aquellas que no están preparadas para satisfacerte, aquellas que pueden lastimar tu autoestima o incluso aquellas que hacen que pierdas la dirección en la vida.

Sobre el “amor”: Carta de amor

El amor es la emoción más peligrosa del mundo, ya que puede hacer que las personas se pierdan a sí mismas. Siempre tendrás dos emociones contradictorias frente al amor verdadero: el deseo de conquistar y el deseo de rendirte. Pero entre estos dos deseos, el segundo es más fuerte y realista/común, mientras que el primero es más un instinto de escapar el sentimiento de querer rendirte ante el otro, es el deseo de aliviar la debilidad inherente a través de la conquista y el control.

Por lo tanto, cuando uno se enamora, es fácil desarrollar un sentimiento de inferioridad. En otras palabras, un amor que no te hace sentir inferior no es amor verdadero, es más una amistad con una pisca de relaciones sexuales. Por lo tanto, la forma más pura de amor es el amor secreto, un amor que guardas para ti mismo.

Carta de amor de Shunji Iwai es la mejor película sobre amor secreto. Al lidiar con el vacío insalvable entre la vida y la muerte, la protagonista recuerda al chico con su mismo nombre. El chico anhela la atención de la chica, pero su orgullo lo hace instintivamente reacio a ceder y su inseguridad hace que le de miedo confesar. La existencia de estas dos emociones significa que él solo estaba dispuesto a usar el acoso como un método indirecto para llamar su atención. Cuando escribió su nombre en la tarjeta de la biblioteca, también estaba escribiendo el nombre de ella. La protagonista descubre esta agridulce verdad luego de que el chico muere en un accidente años después.

La película muestra hermosamente la mezcla de la pérdida y la ganancia, la tragedia y la dulzura, al crear un tipo único de belleza imperfecta que es distintivamente oriental. Algo tan ligero pero tan pesado, tan oscuro pero tan franco.

Sobre las “aspiraciones”: Sólo un sueño

Una aspiración no es simplemente un ideal, también es, en un punto, una excusa para convencerse a uno mismo de que no es mediocre.

Como seres humanos, es natural para nosotros soñar con más ambición luego de satisfacer nuestras necesidades psicológicas básicas como el alimento y el hogar. Estas ambiciones más grandes exigen esfuerzos, perseverancia y sabiduría mayores, pero tristemente, la mayoría de nosotros somos mediocres. Estamos dispuestos a disfrutar de la gloria de cumplir nuestros sueños, pero pocos estamos dispuestos de verdad a presionarnos para alcanzar esa aspiración.

Así es como la aspiración se vuelve una mera hoja de higo, crea una ilusión de que nosotros, como personas, somos completamente diferentes a otros seres vivos. En esta ilusión, nuestra miseria y aburrimiento se vuelven recursos para que vivamos armoniosamente con el mundo por el momento, mientras que, en lo profundo de nuestros corazones, creemos que somos únicos, distintos de todos. Usamos estas ilusiones para engañarnos, para engañar a otros y luego usamos sus reacciones a nuestras mentiras para fortalecer aún más nuestros autoengaños.

Pero cuando llega el momento de tomar una decisión real, todos nos damos cuenta de que somos simples criaturas hipócritas. En este momento, todo el romance imaginado se vuelve riesgo y peligro y la mundana rutina que odiamos de repente parece un refugio tranquilizador y estable.

Sólo un sueño presenta esto con precisión. Para esta pareja de clase media, sus sueños y aspiraciones parecen hermosos solo cuando son abstractos y nadie los persigue. Una vez que comienzan a trabajar activamente para conseguir sus metas, se ven forzados a enfrentar la dura realidad: son vanos, cobardes y reacios a enfrentar su mediocridad. Simplemente están enamorados con la ilusión del idealismo, prefieren la comodidad de las limitaciones sobre el desafío de una libertad genuina.

Sobre la “realidad”: Matrix y The Truman Show: Historia de una vida

No tener un sentido de existencia es una aflicción moderna, una ligereza insoportable en la vida que surge inevitablemente luego de que se desarrolla relativamente la vida material y el mundo. También es una “enfermedad burguesa insignificante” o una “enfermedad aristocrática”. En los tiempos menos avanzados tecnológicamente, los humanos gastaron la mayor parte de su energía en obtener los materiales necesarios para sobrevivir y todos los recursos mentales se agotaron solo por eso. Ellos simplemente no tenían la energía para notar ciertas necesidades psicológicas insatisfechas.

Uno de los síntomas más obvios de no tener un sentido de existencia es dudar del mundo en el que existimos.

Tanto Matrix como The Truman Show: Historia de una vida abordan este tema desde dos puntos de vista. Cuando nos tomamos el tiempo de examinar de cerca nuestros alrededores, tal vez desarrollemos ansiedad por saber si nuestro mundo es real o no.

Esta duda sobre la realidad refleja un problema más profundo y desafiante que es difícil de reconocer: la medida en que la sociedad nos controla. Ambas películas representan esta noción del control de formas extremas y dramáticas.

En Matrix, los seres humanos individuales se vuelven una fuerza de energía. En The Truman Show: Historia de una vida, los seres humanos individuales se vuelven una fuente de entretenimiento de masas.

En ambas películas, las personas son meros peones de un sistema más grande. Y, en cierto punto, esto de verdad es una realidad. La mera esencia de la sociedad es simplemente un pequeño grupo de privilegiados que explotan y esclavizan a la mayoría de las personas. Te asignan un rol social fijo y valores correspondientes para asegurar que puedas interpretar el rol de los explotados con tranquilidad y un sentido de valor.

Este sistema es tan elaborado y redefinido que casi parece invisible. El control que ejerce es tan sutil y dominante que uno pensaría que es parte de las leyes de la naturaleza.

Estas dos películas revelan este secreto con diferentes perspectivas, lo que le permite a todo el mundo encontrar la fuente de su inquietud subyacente. No es meramente una teoría conspirativa imaginada por mentes inactivas, refleja un mundo real y omnipresente que con frecuencia no queremos enfrentar.

Sobre los “recuerdos”: Una aventura extraordinaria

¿Los recuerdos son reales? No necesariamente.

¿Alterar recuerdos es necesario? Sí.

Una aventura extraordinaria de Ang Lee presenta este punto de forma sutil pero cruel.

Cuando la realidad es devastadoramente trágica, la racionalidad humana simplemente no puede soportarlo. Nuestros recuerdos automáticamente se transformarán en más amigables para poder hacer las paces con nuestro pasado.

Desde este punto de vista, todos los recuerdos están formados por nuestras necesidades psicológicas actuales y la historia en sí es simplemente la interpretación de la realidad que beneficia a las personas contemporáneas.

En otras palabras, nuestra interpretación filosófica determina la historia, no es nuestra historia lo que determina la interpretación.

Los autoengaños no solo son un hábito moralmente cuestionable, sino que también son una necesidad para sobrevivir. Solo a través de los autoengaños podemos obtener autoafirmación y mantener la pretensión necesaria para enfrentar el futuro con calma.

Sobre la “institución”: Threads

Las instituciones son creaciones del hombre, pero desarrollan vidas propias, completas con sus propios deseos y objetivos. Es un gran pantano que elimina las ambiciones y el sentido de justicia de todos a diario a través de la mundanidad, la fatiga y los estragos del tiempo.

Se puede decir que Threads es una obra maestra realista en la era contemporánea. Usa a Baltimore en Estados Unidos como un microcosmo para analizar la ecología interconectada e ineficiente de un sistema grande y complejo: la burocracia es complaciente, los políticos no hacen nada, los departamentos se perjudican entre sí y hay todo tipo de conspiraciones entre los superiores y los subordinados. En resumen, la institución se vuelve una máquina rígida e ineficaz, sumida en trabajo sin sentido.

El drama comienza con una historia sobre medidas severas para las operaciones de drogas. Presenta lenta y claramente la redención y la caída de incluso las personas más débiles de la sociedad, así como la deficiencia escondida entre las instituciones aparentemente perfectas.

En este paisaje social expansivo, los problemas sociales inevitablemente empeoran. Los favorecidos dentro de la institución simulan moralidad y administran justicia para avanzar profesionalmente. Las personas con conciencia y aquellas a las que de verdad les importa se ven marginalizadas gradualmente por las instituciones. Luego, caen silenciosamente en las esquinas más oscuras de la sociedad y desaparecen en la oscuridad.

En este ecosistema, no hay personas realmente malvadas ni tampoco aparece la justicia perfecta que con frecuencia se ve en películas. Todos son simples sobrevivientes con dificultades dentro del sistema, que intentan vivir con fortaleza o humildad en medio de la oscuridad. Cada tragedia refleja otra y todo se desmorona gradualmente a fuego lento. Aunque no se puede culpar a una sola persona por esta tragedia sistémica, todos tienen algo de culpa.

Sobre la “causalidad”: Tiempos violentos

La causalidad es el principio básico por el cual le damos sentido al mundo. La absurdidad llega del descubrimiento de que no podemos comprenderlo o entenderlo completamente.

Sin la causalidad, nuestra habilidad para describir y debatir el mundo disminuye. Sin embargo, a medida que obtenemos más conocimiento sobre el mundo y nosotros mismos, la aleatoriedad toma el lugar de la causalidad cada vez más como la esencia subyacente. En otras palabras, la aleatoriedad se vuelve la base de lo que antes veíamos como relaciones causales, aunque contradice la noción de la causalidad.

Tiempos violentos intenta mezclar la causa y el efecto con la absurdidad a través de medios artísticos. Con la dirección de Quentin Tarantino, los conceptos del bien y el mal se vuelven los principios centrales que gobiernan las relaciones causales, mientras que la absurdidad se manifiesta sutilmente entre las líneas. En la película, John Travolta interpreta a un sicario que no se retira de su estilo de vida violento luego de las escenas iniciales de asesinato y robo, lo que lleva a una bizarra e insensata muerte en el baño. En contraste, el personaje de Samuel L. Jackson parece haberse distanciado del mundo delictivo y escapa ileso.

Tarantino parece aceptar el posmodernismo al ver este absurdo mundo con un sentido de ironía. Sin embargo, en un plano más profundo, él actúa como un guardián de la moralidad clásica. El destino o la absurdidad sirven como un juez moral aparentemente indiferente pero preciso. Sin importar lo arrogante o ingeniosa que una persona sea, recibirá su merecida retribución por algo inesperado y aparentemente irrelevante.

Sobre la “juventud”: La cacería

Si el “amor” es un concepto mitificado por la sociedad moderna, entonces la palabra “niños” está aún más mitificada.

En el sentido convencional, los niños son lo opuesto a los adultos y “adultos”, correspondientemente, es una palabra con una evidente connotación negativa. Los adultos representan la hipocresía, el esnobismo y la fealdad, mientras que los niños representan la inocencia, la bondad y la belleza.

La cacería interpreta la “inocencia” de los niños desde otro aspecto. Esta inocencia surge de la naturaleza animal en ellos. Los niños no tienen una comprensión clara de lo bueno y lo malo, lo que significa que su comportamiento puede desdibujar estos límites. Son como bestias, expresan sus necesidades o deseos directamente. Cuando no obtienen lo que quieren, se vengan sin dudarlo. Ya que los niños no conocen los límites, el daño puede ser más severo de lo que imaginan y, por lo que implica la palabra niño, los adultos que se oponen están atrapados entre la espalda y la pared.

La maldad de la naturaleza humana no solo existe en adultos, sino también en niños. La única diferencia es que los adultos se restringen o consienten este tipo de maldad intencionalmente, mientras que los niños expresan la maldad de forma más natural, ya que la moralidad o la empatía no significan nada para ellos. Al ser criaturas con instintos más básicos, sus ojos con frecuencia se alinean con la inocencia.

Sobre la “actuación”: Deseo y Peligro

Deseo y Peligro de Ang Lee es una deconstrucción poderosa de la llamada metanarrativa, pero lo más cautivante es cómo destaca el arte de la actuación.

En realidad, todos actuamos, pero este tipo de interpretación no se disfruta, ya que presentamos otra versión de nosotros mismos, una imagen de la cual nuestro yo verdadero es responsable. En contraste, no somos nosotros en una interpretación real y, por este desprendimiento, podemos expresar de mejor forma nuestras emociones verdaderas ya que no somos responsables de ellas. En otras palabras, la verdadera expresión emocional solo es posible con una máscara, aunque la expresión emocional en sí es solo una máscara o una herramienta en la realidad.

Los actos de pretensión para el agente especial del Sr. Yee hicieron que la protagonista Wong Chia Chi se diera cuenta de que esta fachada es más genuina que la realidad, por lo que ella decide permanecer en la falsedad y no regresar jamás a la realidad, así deja ir al Sr. Yee. Ella usa la muerte, el suceso más dramático, para terminar rápidamente con su realidad humilde y sombría.

Sobre el “heroísmo”: Los siete samuráis

Existe una famosa frase: “En el mundo hay solo un heroísmo: ver el mundo tal cual es y amarlo”.

Este es el caso de Los siete samuráis. Los campesinos que los samuráis querían salvar parecían astutos, egoístas, desagradecidos y temerosos de la muerte, pero de igual forma murieron por ellos. Ellos sabían que no valía la pena morir por ellos, pero lo hicieron de todas formas.

Existe otro dicho: “Te amo, pero no tiene nada que ver contigo”. En esta película, el dicho sería: “Muero por ti, pero no tiene nada que ver contigo”. Esto es probablemente el verdadero heroísmo. No es un intercambio de favores ni hacer sentir culpable al otro. Es un tipo de simpatía, un tipo de empatía imposible de ignorar, que no cambia por la actitud de la víctima.

De alguna forma, los samuráis también mueren por sí mismos, por su dignidad, por su orgullo y su espíritu de autosacrificio. La muerte se vuelve el momento más relajante y liberador de sus vidas.

Todas las acciones heroicas son esencialmente una forma de autorrealización.

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