Una Eva y dos Adanes: veamos cómo la termina Billy Wilder en 4 minutos

"¿Habrá una secuela de esta película?", me pregunté mientras movía el cursor en el reproductor de mi computadora, que marcaba 1:55:08. Solo quedaban cuatro minutos para el final de Una Eva y dos Adanes, y justo en ese momento, la mafia de Chicago había descubierto la verdadera identidad de los dos músicos de jazz. Desesperados, tuvieron que cambiar sus uniformes de servicio por ropa de mujer nuevamente y escapar del gran hotel de Miami. "Uh, ahora tengo que buscar la secuela", pensé, decepcionado.

Pero, a fin de cuentas, se trataba de una obra maestra de Billy Wilder: un clásico maestro de Hollywood conocido por crear y dirigir finales inolvidables. Cuatro minutos después, no pude evitar maravillarme ante la perfecta ejecución de este clásico rescate de último minuto del cine. Luego de que Tony Curtis le revelara su verdadera identidad como hombre a la diosa de Marilyn Monroe en el escenario, el personaje se escabulle por el vestíbulo del hotel para evitar que lo capturen. Se oculta debajo de un carrito de comida para evadir la entrada principal y luego corre hacia el muelle. Finalmente, se embarca a toda velocidad en el yate del millonario junto a Monroe. Incluso hay tiempo para un último perdón y confesión, antes de escapar ilesos. Es un final feliz para todos.

Al final de la película, Jack Lemmon, su coestrella, se quita la peluca, los aros y las pestañas postizas que usaba para trabajar en la banda, y le revela su verdadera identidad al millonario capitán enamorado (Joe E. Brown), exclamando "¡Soy un hombre!". Inmerso en la brisa marina y el dulce romance que se asoma en el horizonte, el capitán responde con tranquilidad la icónica frase: "bueno, nadie es perfecto".

Escena de Una Eva y dos Adanes en la que Joe E. Brown le dice la famosa frase "nadie es perfecto" a Jack Lemmon.

Después de ver este clásico de 1959, no pude evitar preguntarme: si una conclusión satisfactoria puede lograrse en solo cuatro o cinco minutos, ¿por qué las películas suelen extenderse a 90 minutos, dos horas o incluso más? Por supuesto, una buena película no es simplemente un breve video de cinco minutos; necesita un comienzo y un final adecuados, estar repleta de giros argumentales, y seguir una estructura de tres actos: preparación, confrontación y resolución. Una Eva y dos Adanes no habría logrado la conclusión gratificante que ofrece sin las casi dos horas de desarrollo en la que los hombres pierden su trabajo, una mujer persigue su sueño y los mafiosos tienen reuniones.

Hoy en día, es común escuchar que las películas no son tan buenas como antes. Se argumenta que los videos cortos captan mejor la atención de la generación más joven, que las películas ya no son esenciales como entretenimiento y que todas las técnicas narrativas fueron agotadas por los cineastas del pasado. Por ejemplo, si observamos esos cuatro minutos de Una Eva y dos Adanes, veremos que muchos giros argumentales ingeniosos que los guionistas contemporáneos buscan ahora, ya fueron ejecutados con maestría por los cineastas de hace 70 años. Sin embargo, si adoptamos esa visión pesimista, podríamos retroceder aún más en el tiempo y considerar Viaje a la Luna de Georges Méliès o Asalto y robo al tren como "reliquias" que veneramos y alabamos. Pero al hacer esto, ¿no estaríamos sugiriendo que el cine ya fue completamente explorado por sus pioneros desde el principio?

La célebre frase de apertura de León Tolstói en Ana Karenina, "Todas las familias felices se parecen unas a otras; pero cada familia infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada", también se aplica a las historias en el cine. Tanto cineastas como espectadores buscan continuamente esas formas únicas de infelicidad.

Wilder creó muchas comedias románticas clásicas, pero también exploró los aspectos más oscuros y lamentables de la naturaleza humana propios del film noir. En su época, la mezcla de géneros en Una Eva y dos Adanes, el adulterio en El apartamento, y la pedofilia en El mayor y la menor fueron altamente provocadores para los valores morales de los espectadores. Sin embargo, Wilder fue un narrador de historias excepcionalmente ingenioso que siempre concluía sus películas con un "final feliz" casi perfecto, lo que permitía a la audiencia reírse y alabar las "fábulas oscuras" que había dejado atrás.

Retrato de Billy Wilder.

En febrero pasado, tuve la suerte de visitar el lugar de descanso final de este maestro de las historias.

Durante una escala matutina en Los Ángeles, un amigo que trabaja como editor en la industria audiovisual me recogió en el aeropuerto y me llevó al sur del centro, al Cementerio Westwood Village Memorial Park de los Pierce Brothers. Después de estacionar, entramos por un portón mediano de hierro desde el lado noroeste y nos encontramos con una extensa área verde sin mapas ni señales. En el centro del cementerio, un imponente ciprés se erguía como un silencioso centinela, con ramas que se extendían en todas las direcciones. A lo lejos, las paredes del cementerio se vislumbraban y revelaban la pequeña escala de este lugar. En comparación a otros cementerios públicos que he visitado, como el Novodévichi de Moscú, el Père-Lachaise de París y el de la Recoleta de Buenos Aires, conocidos por albergar a numerosas celebridades, el Cementerio Westwood es pequeño, casi como un espacio verde comunitario. Sin embargo, es probable que sea el lugar de descanso de la mayor cantidad de estrellas fallecidas del mundo. Aquí, los "residentes" reposan bajo lápidas rectangulares muy pequeñas, cada una con su nombre inscrito.

Siguiendo las indicaciones de una publicación en línea, caminamos por Cemetery North Road hacia el noreste, donde se alzaba una pared de granito. Localizamos con facilidad una placa de color marrón claro que estaba ligeramente a la izquierda del centro. La placa, con el nombre "Marilyn Monroe" en letras doradas en negrita y "1926-1962" en una fuente más pequeña debajo, captó rápidamente nuestra atención. Un jarrón cónico en el borde de la placa contenía flores frescas, que parecían haber sido colocadas allí dos o tres días antes. Marilyn Monroe, una belleza incomparable, falleció el 5 de agosto de 1962 a la corta edad de 36 años. Se decía que su segundo esposo, el legendario jugador de béisbol Joe DiMaggio, reemplazaba regularmente las flores en su tumba. Habían planeado casarse el 8 de agosto de 1966, pero, en lugar de llegar como novio, DiMaggio llegó como el anfitrión del velorio de Monroe. Hoy en día, el devoto repartidor de flores también ha fallecido, pero no encontró descanso junto a ella.

Este rumor sensacional trascendió del mundo terrenal al más allá. Hugh Hefner, el fundador de la revista Playboy, había reservado el lugar vacante junto a Monroe por 75.000 dólares. "Pasar la eternidad junto a Marilyn es una oportunidad demasiado dulce para desaprovecharla", comentó el viejo playboy a los medios. Hefner falleció en 2017 y, fiel a su deseo, encontró su descanso final al lado de la diosa. Aunque Hefner y Monroe tenían la misma edad al momento del entierro de Hefner, nunca se conocieron en vida.

Al final de este "barrio", se encuentra una lápida rectangular negra adornada con flores y una bandera estadounidense. Es la tumba de Wilder. Las letras doradas en negrita debajo de su nombre rezan: "soy escritor, pero, claro, nadie es perfecto". Parece que el maestro estaba tan satisfecho y orgulloso del final que creó en Una Eva y dos Adanes que decidió inmortalizar esta icónica línea en su epitafio.

Lemmon también fue enterrado aquí, junto con la querida esposa de Wilder, Audrey. En tono de broma, me referí al cementerio como el "barrio del reparto de Una Eva y dos Adanes". Si recordamos la escena de apertura de la película, ¿no está ambientada en una funeraria? La infame banda del South Side en Chicago, liderada por Al Capone, usaba una funeraria como fachada para sus actividades clandestinas durante la era de la Ley Seca. ¿Y el final de la película? Resulta que "nadie es perfecto".

La tumba de Billy Wilder.
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