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CONTAGIO: ¿Qué tal si mejor seguimos mirando para otro lado?

Spoilers

Después de reexaminar la película del director Steven Soderbergh por segunda vez en 11 años, y tras una serie de experiencias en ese período de tiempo en lo personal que van desde lo trágico hasta lo profundamente introspectivo, confirmo lo que pensé en su momento: si como especie no iniciamos un cambio de manera urgente nuestra aniquilación es inminente. La completa e inentendible ignorancia de las personas es uno de mis mayores miedos y preocupaciones, ya que estoy rodeado de ellos en donde quiera. Y me despego de llamarlos humanos porque mi desapego lamentablemente va in crescendo: lo veo en la poca empatía hacia el otro y hacia los animales, lo veo en lo poco conscientes que somos de que si afrontamos una nueva pandemia quizás no estemos preparados, y lo siento en la actitud de la sociedad en general.

Poco más de una década después de aquel estreno (y con una pandemia de por medio) hemos decidido conservar las mismas costumbres, la misma filosofía, y hemos preservado la ignorancia absoluta en nuestros cuerpos, almas y corazones. ¿Fue tan fácil olvidarlo todo? Mi observación personal de este "revivir" a la cinta del realizador se da en un contexto en el que varios casos de viruela símica en África preocupan a la OMS de una propagación global, y me generan una duda existencialista en particular, con la que creo que muchas personas se podrían sentir identificadas:

¿Estamos preparados para afrontar las consecuencias de vivenciar otra pandemia?

Entiendo. La pregunta de por sí aterroriza, nos hace querer mirar a un costado pero de igual manera nos afecta a todos. Nada parece hacernos replantear las cosas, aún cuando tuvimos (y tenemos) a disposición una obra dirigida por una reconocida figura hollywoodense y con varias estrellas en el reparto. ¿Que más se podría necesitar para abrirle los ojos a la gente? ¿Acaso no nos bastó con lo sucedido hace unos años, con la pérdida de familiares, amigos, con la confinación? En estos últimos tiempos se nos han reído en la cara desde todos los ángulos posibles: Argentina ha tenido un Presidente que jugaba a ser un veinteañero seduciendo mujeres que se sentaban en el sillón presidencial mientras muchas personas lloraban a sus allegados en la lejanía, en Estados Unidos varios empresarios aprovecharon parte de los fondos que iban destinados del bolsillo de los contribuyentes para ayudar a la investigación sobre el COVID-19 en comprar Lamborghinis y Tesla, y la lista de escándalos imperdonables podría seguir por varios renglones más.

¿Por qué se siente diferente ahora el visionado?

En el inicio de este thriller -con una inconfundible influencia del director David Fincher en términos de fotografía, puesta en escena, la actuaciones y hasta la banda sonora- se nos presenta en paralelo los repentinos casos de cuatro personas que están sufriendo una afección y que al parecer no tienen ninguna conexión: una mujer estadounidense que espera su vuelo a Minneapolis desde Hong Kong y que tiene una tos no tan severa, un joven chino que vuelve a su casa del trabajo también ubicado en Hong Kong pero que al llegar se encuentra demasiado débil, una modelo británica que decide volver al hotel en el que se hospeda en Londres por síntomas sospechosamente similares a los dos anteriores y que luego es encontrada sin vida tirada en el piso, y un hombre japonés de mediana edad que al volver a su tierra natal desde Hong Kong convulsiona en un autobús y colapsa. La crudeza y frialdad con la que se nos muestra la letalidad del virus que parece conectarlos nos quita el aire tan rápido como lo ejecuta en los protagonistas.

El video en tiempo real de su fallecimiento llega a manos de Alan Krumwiede (Jude Law), un periodista/escritor independiente y creador de un famoso blog en el que expone lo que el resto no desea, y de esa manera vemos cómo 'Contagio' pretende abarcar ampliamente la ambivalente rareza de la “naturaleza de la verdad” (o lo que podemos entender de ella). Lo que se creía como una simple gripe crece y se convierte en una pandemia, y parece no haber manera de detenerla. ¿O en realidad si existe la cura, pero los medios no la divulgan y los científicos encuentran lo lucrativo en ella? Estrenada en tiempos primarios para las redes sociales, resulta clave entender que esta película predijo la transición de lo tangible a lo digital que tuvimos como sociedad en términos de información y desinformación, la actualización de nuestros ideales según lo que consumimos diariamente y las elecciones político-filosóficas que pueden ser el fruto de nuestra salvación…o destrucción.

La importancia de la "diversificación" de la realidad

Uno de sus aspectos más interesantes es cómo visto desde varias aristas podemos entender (o no) las decisiones que toman sus protagonistas. Es en estos momentos (los que plantea la cinta y la que se nos plantea en crisis humanitarias no ficcionales) donde más que nunca son visibles los dos extremos del ser humano. Por un lado el egoísmo, la miseria humana y la crueldad. Y por el otro la solidaridad, la empatía y el respeto. Para repasar brevemente:

  • El escritor Alan Krumwiede hace todo lo posible para revelar que la forsythia, un remedio herbal proveniente de China, es la cura para el MEV-1 (el virus que está matando a toda la población mundial). ¿Es una jugada para hacerse conocido o realmente es así?
  • Desde Defensa Nacional podemos a ver al personaje interpretado por Bryan Cranston tomando cartas en el asunto sin mucha preocupación más que la de resguardar a sus amigos y conocidos.
  • Una epidemiologa interpretada por Kate Winslet deja su vida para llegar al fondo de la verdad, pero no lo logra y es enterrada en una fosa en común junto a otras personas infectadas.
  • Un doctor, que a su vez es vocero del Gobierno estadounidense, parece ser el adecuado para divulgar tranquilidad y paz pero ciertas decisiones personales lo perjudican, adjudicándole instantáneamente una mala reputación.
  • Y la figura más humana de todas es la de Mitch Emhoff, un hombre que mientras llora la pérdida de su esposa y su hijastro, jura proteger a su hija a toda costa y nos refleja los miedos reales de ser un ciudadano común y corriente.

¿Lo que sucede es bio-terrorismo o es parte de una agenda mucho más grande? La respuesta definitiva la da el director en los segundos finales con un mensaje contundente: no existe cambio más necesario que el de replantearse el modo de vida que llevamos. Puede que se lea genérico expresarlo de esa manera, pero con una secuencia tan sencilla y a su vez escalofriante que incluye a un murciélago defecando en una granja porcina en China, un cerdo de esa granja pisando esa materia fecal y la negligencia de un cocinero (que manipula a ese mismo cerdo y se “lava las manos” con su delantal) que le da mano a una mujer en el momento más incorrecto de todos está más que claro que es hora de no solo cuestionarse, sino también tomar acción inmediata.

POR JERÓNIMO CASCO

Publicado el 20 de AGOSTO del 2024, 10.41 AM | UTC-GMT -3

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