X fue estrenada en 2022 y llegó como una sorpresa en el género del slasher. Pearl nació de aquel rodaje ya que Mia Goth sentía que había un enorme potencial en ese personaje. No se equivocó. Entre aquellas producciones no pasó un lapso de más no de seis meses. En cambio, Maxxxine se hizo esperar y llegó este año para concluir la trilogía.
Cada obra exploró una época diferente. Mientras que X se ubica en los setenta, y buscaba ser un homenaje al incipiente cine de terror de aquel momento —The Texas Chainsaw Massacre tal vez como la más referenciada—, Pearl iba más hacia atrás, a la época del technicolor cincuentero para contar el pasado de aquella siniestra anciana interpretada también por Goth en Pearl.
Ambas obras, cada una a su manera, fueron la prueba de que aun con poco presupuesto se puede lograr mucho. Tal vez ese sea su mayor mérito, la inteligencia que puede haber en un guión, que con pocas locaciones y actores puede conformar una obra sólida, algo que en mi opinión se debilitó en esta tercera entrega.
Luego de haber sido la única sobreviviente de la masacre ocurrida en X a manos de la pareja de ancianos, Maxine Minx comienza una carrera en el cine para adultos en Los Ángeles. La obra se inicia con ella queriendo audicionar en películas alejadas del género mientras un asesino en serie histórico conocido como “The Night Stalker” acecha la ciudad y diferentes movimientos de personas conservadoras protestan en contra de las películas de terror, en lo que fue conocido como la ola de “pánico satánico”.
La recreación de época es algo que Ti West demostró una y otra vez que le sobra capacidad para ello. Sus películas no parecen sólo estar ambientadas en las épocas en las que fueron filmadas, sino que también parecen estar filmadas como se filmaba en aquellos años. X puede hacerse pasar tranquilamente por una obra filmada en los setenta, y Maxxxine puede ser tranquilamente un policial ochentoso. La fotografía, los planos y la música de Tyler Bates sumergen al espectador en la atmósfera del Hollywood de esa época.
Pero el contenido, el subtexto de la obra, queda reducido y escueto en comparación a su forma. Se presentan muchas líneas argumentales que no se cierran y muchos personajes secundarios (el agente Teddy Night, John Labat, los detectives Williams y Torres o la directora Elizabeth Bender) que no terminan de profundizarse lo suficiente.
Creo que en ese sentido el mayor presupuesto para esta tercera entrega le jugó en contra a un director que se movía tan bien con un presupuesto menor. La posibilidad de contratar a muchos actores, y hasta gente reconocida en el rubro habrán engolosinado a West, y parecen puestos por qué sí, sin mucha más razón que “porque podía”.
Esto último resulta en personajes estereotipados, como la directora interpretada por Dibicki, exigente y perfeccionista, o el villano encarnado por Kevin Bacon, cuyo arco termina de forma sangrienta y repentina.
Un cabo suelto radica en el videocassette recibido por Maxine, el cual cae en manos del dueño del videoclub, Leon, para investigarlo. Sin embargo, con la muerte de este último, aquella línea queda inconclusa, por lo que su presentación no tuvo sentido alguno.
La revelación del padre como el misterioso asesino detrás de todo tiene referencias previas; ya en X se mencionaba a aquel personaje y la película concluía con una grabación de su prédica. A la vez, va en línea con las protestas conservadoras de la época. Sin embargo, su personaje carece de la fuerza argumental que sí presentaban los ancianos en X, por ejemplo, y termina siendo bastante bidimensional.
Se podría decir que el eje transversal que enlaza a las películas de la trilogía entre sí es el del objetivo del éxito en la industria del entretenimiento y las consecuencias del fracaso. Es algo que se explora mediante muchos matices en las primeras dos entregas, pero en Maxxxine este subtexto queda expuesto sin mucha profundidad.
La última obra de Ti West sigue teniendo la identidad que reconoce al director; un terror clásico pero revisitado y una recreación de época más que lograda. Sin embargo, el gran presupuesto le juega en contra; sus tantos personajes y líneas argumentales terminan diluidos, lo cual le fuerza potencia a un film que tenía todo el potencial para ser un cierre contundente de la trilogía.
Nota por Alex Dan Leibovich | Periodista | Redactor en Clarín, Peliplat y Erramundos.
Publicado el 12 de agosto del 2024, 10.39 PM | UTC-GMT -3.
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