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La locura del multiverso que rompió a Marvel.

El multiverso nació siendo una gran idea que estaba sirviendo como pretexto para incluir personajes de todo tipo de los cómics de Marvel desde los más populares hasta los más contemporáneos y menos conocidos entre el público masivo, pero desgraciadamente los responsables de este proyecto liderados por Kevin Feige se perdieron en el camino y terminó siendo un champurrado, o sea un embrollo, o sea guionistas, adaptadores y productores quedaron atrapados en la telaraña que ellos mismos tejieron provocando el alejamiento de la gran audiencia (me incluyo) del universo cinematográfica de Marvel (UCM).

Tengo muchas cosas qué decir al respecto. En lo personal, como a la gran mayoría, me había quedado con un gran sabor de boca cuando finalizó la saga del Infinito con EndGame (2019), por tanto, mis expectativas eran muy altas cuando se fue anunciando todo lo que se avecinaba entre series de Disney Plus y películas en la pantalla grande, proyecto ambicioso y complejo. Así pues, todo inició bien: WandaVision nos mostró de lo que es capaz una mujer rota que no sabe cómo canalizar el dolor que ha ido acumulando a lo largo de su vida, es tanta la presión que para auto consolarse crea universos o realidades alternas que le regalan sonrisas y satisfacciones; con Loki nos explican la alteración e impacto que tienen esos universos en la humanidad, aunque un tanto complejo de comprender, sobre todo por el ritmo un tanto pausado en su narrativa, pero hasta ahí todo bien.

Pienso que los directivos de Marvel Studios que la gran admiración que generaron en el público hacia sus personajes abonaría en las producciones de la fase 4 y no fue así. En su momento se consideró que la causante de la poca asistencia al cine fue la pandemia mundial donde el cierre de los cines propiciaron la consolidación de las plataformas streaming, y cuando se reabrieron llegaron a conclusiones, por un lado, el hecho de que la gente tenía miedo de asistir a lugares público por temor a contagiarse, por el otro, la gente ya prefiere ver cine en casa, prefiere esperarse el tiempo necesario para ver esos grandes blockbuster en sus hogares, así evitarse los costos que implica comprar boletos para cada miembro de la familia, el gasto en dulcería y todo el dinero para trasladarse. Fue Top Gun: Maverick (2022) quien demostró que no es el temor a la pandemia y tampoco las plataformas digitales las que están evitando que la gente acuda a los cines, fue la combinación de historias de súper héroes que fingen ser complejas y de profundidad quienes no entusiasmaron a la gente de volver a vivir el cine en el cine.

Producciones como Eternals (2021), Black Panther: Wakanda Forever (2022), Loki (2021), She Hulk (2022), Invasión Secreta (2023) son el ejemplo de historias carentes de emoción y pasión como nos tenían acostumbrados, donde para entender la psicología de un personaje incluyen escenas con diálogos eternos, con narrativas aletargadas, en caso de las series podían terminar algunos capítulos donde no había ni una sola escena de persecución, de acción, algo que nos pudieran divertir mostrando las habilidades los nuevos súper héroes, como es el caso de Loki (Tom Hiddleston) donde los capítulos trataban de la convivencia de él con Sylvie (Sophia Di Martino) o con Mobius (Owen Wilson) en escenas oscuras, de travesías grises, con pocos motivos visuales, para que al final me quedara con la sensación de “¿y? sí entendí qué quiere y hacia dónde va el personaje, sus metas, ¿y los combates? ¿las persecuciones? ¿las vueltas de tuerca? Llega con Kang (Jonathan Majors) y se la pasan hablando por larguísimos minutos. Otra muestra, con She Hulk fue un poquito al revés, sí era vistosa pero los pésimos efectos visuales la perjudicaron, el famoso CGI, además de la construcción del personaje Jennifer Walters (Tatiana Maslany), que como abogada se veía y comportaba torpe, absurda, tonta, hay personajes que no les queda el tono cómico, casi fársico, y She Hulk es uno de ellos.

También lanzaron películas y series sí con mucha acción y entretenimiento, pero que no alcanzan a aterrizar a sus protagónicos, es decir, no se alcanza a apreciar su filosofía de vida, las maneras en que ven y resuelven sus mundos más próximos, no sólo con acciones, sino con una mirada, una sonrisa, un llanto, un rasgo de preocupación, no nos permiten leer sus pensamientos, esto hace que no sean personajes entrañables como Tony Stark (Robert Downey Jr.), Steve Rogers (Chris Evans), Natasha Romanoff (Scarlett Johanson) o Wanda Maximoff (Elizabeth Olsen); son Shang Chi (Simu Liu), Kate Bishop (Hailee Steinfeld), Marc Spector (Oscar Isaac), Mónica Rambeau (Teyonah Parris) o Kamala Khan (Iman Vellani), que muestran sus contextos, pero ¿qué quieren de la vida? ¿Qué esperan de la humanidad? ¿Qué necesitan de la sociedad? Finalmente son seres humanos con defectos y virtudes.

Ahora bien, si a todos estos nuevos personajes los ponemos en una historia plagada de nudos llamada “los multiversos” que conlleva variantes de esos mismos, y realidades alternas, posibilidades infinitas, lejos de inmiscuirnos con las tramas, vamos perdiendo el interés película tras película, serie tras serie. El riesgo que se corría con los universos es que la UCM se perdiera en sí mismo que finalmente sí sucedió, claro ejemplo fue Doctor Strange En El Multiverso De La Locura (2022) que prometía ser una épica historia que ni los cameos de Charles Xavier (Patrick Stewart), Reed Richards (John Krasinski), Capitana América (Hayley Atwell) ayudaron ya que sirvieron para nada y para lo mismo, a lo que me refiero es que nos acostumbraron a esas batallas donde independientemente si los contrincantes no están al mismo nivel de fuerza y astucia, eran escenas donde se ponían al tú por tú dándonos una forma metafórica de ver la vida, que si nos tiran nos levantamos, si nos derrotan nos fortalecemos, pues en Doctor Strange no suceden esas cosas, las escenas de acción y las batallas se terminan y resuelven burdamente, nos pueden pretextar que la Bruja Escarlata es inmensamente poderosa, pero entonces no nos dan la oportunidad de saborear derrotas y victorias, dejándonos la sensación de haber sido ultimados, ultrajados, defraudados.

Tampoco es que yo sea fatalista para decir que a Marvel y a Disney les fue pésimo con su fase 4 y que sus producciones tronaron como “chinampina” (bueno, algunas sí), pero Marvel se acostumbró a recaudar miles de millones de dólares a nivel global y apenas lograban rebasar la inversión, esto en cuanto a números; en impacto social no se logró el furor que se esperaba, y mucho menos si los defectos visuales eran notorios en Las Marvels (2023), o la malformación de carácter de Thor (Chris Hemsworth) en Thor: Amor y Trueno (2022) porque definitivamente pasó de ser un dios nórdico a un cómico de sitcom hollywoodense, que bueno, eso se vio desde su segunda cinta, pero uno espera que le den la redención que se merece.

Dice el dicho “es de sabios cambiar de opinión”, no cualquiera admite que se equivocó y mucho menos se atreven a volver a empezar, por todo esto qué mejor que a través de Ryan Reynolds con su Deadpool en Deadpool And Wolverine (2024) para decirnos que con su ironía, sarcasmo, cinismo y burla que al romper la cuarta pared voltea y nos dice lo que pocos se atreverían: lo que Marvel estaba construyendo se fue a la mier… a la basura, refiriéndose a la fase 4 y los multiversos. Es mejor dar borrón y cuenta nueva ¿Y Por qué no? Dar otra oportunidad a personajes olvidados o tratados injustamente como los X Men, Los 4 Fantásticos, Daredevil, entre otros, esa es mi sugerencia. El punto es que los guionistas y adaptadores deben respetar la esencia de un personaje, hacerlos entrañables, que nos permitan proyectarnos en ellos, comprenderlos y adoptarlos con historias que en verdad nos intriguen, nos dejen al filo de la butaca que nos hagan sentir parte de la trama y no sólo un simple espectador, algo como lo que sí supieron crear en los primeros diez años del UCM.

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