undefined_peliplat

El que mucho dragón abraza, poco futuro aprieta


Peco de varias cosas como autor de notas. Quien tenga la tolerancia de leerlas de corrido o más de una junta, pensará que soy denso en determinados temas. Poco original. Incluso, soy un autor de notas sobre otras cosas que no deja nunca de referirse a si mismo. Y así, arranca esta nota: refiriéndome a mí.

Entre aquellas cosas que tiendo a decir más de una vez, está la importancia fundamental que le otorgó al acto de magia. A pensar la narrativa audiovisual como el cuerpo de un mago y todos los elementos que él o ella usará para que sobreviva el truco y el hechicero quede en el anonimato hasta el aplauso final. Una vez que al menos un espectador, ya sea por decisión propia como por error del mago, descubre el artilugio del truco, el castillo de naipes habrá de derrumbarse. Si no se cae para todo el mundo, sin dudas se caerá para dicho espectador.


En relación a la experiencia de ser espectadores, por supuesto que están también aquellos que disfrutan de la disgregación del cuerpo como biólogos, como científicos que estudian los elementos más ínfimos, los átomos y la moléculas que conforman el gran cuerpo de una película o una serie. Pero si bien hay ciertas excepciones, en general el arte busca un puente hacia la universalidad del espectador aún habiendo decidido hablarle a una porción de esa universalidad. Los autores, además de fundamentalmente ser fieles a sí mismos, a sus gustos, a sus preocupaciones, sus intereses, le hablan siempre a otro. Y si no fueran del todo conscientes de eso, o peor aún, si incluso cometieran la soberbia de creer que no les importa ser escuchados o comprendidos, probablemente el bello acto de comunicación de la obra caiga junto al castillo de naipes. Les juro que hay artistas que de verdad dicen no querer hablarle a nadie, que dicen hacer lo que hacen solo para ellos mismos, o que “al que le guste le guste y al que no que se vaya al cuerno”. Y aunque me duela admitirlo, son personas que encajan en un estereotipo parodiable, y ese estereotipo suele ser de aquel que quienes no trabajan en el arte se ríen y velozmente identifican. Por comportamiento, por estética, por su forma de hablar. Pero el artista tiene que direccionar su obra, aunque yerre en la dirección.

.

Dicho esto, pienso en la serie de la que voy a hablar. Una precuela. Pero no cualquier precuela, sino aquella que habla del origen de una de las series más exitosas de la historia. ¿En qué se diferencia de su antecesora? Si el universo es el mismo, si la sensación de estar en el mismo mundo existe, si se mantienen fieles a las reglas de funcionamiento interno de dicho mundo y a las características narrativas de abordar regiones varias con sus respectivos dueños, ¿en qué se diferencia House of the Dragon de Game of Thrones para ser tan insípida? ¿Habría tenido éxito sin el fanatismo que generó GOT? ¿Son los logros de GOT los responsables de qué House of the Dragon quedé en el medio del mar naufragando a la deriva?

La experiencia del dragón


La segunda temporada de House Of the Dragon está por terminar. Llevamos recorrido 15 capítulos oficialmente. Podríamos decir, que al igual que la premisa de Game Of Thrones, todo se reduce a la batalla por un único trono, por encontrar o imponer un único rey. La simpleza de la premisa no es en sí misma una falencia, o un gesto autoral pobre. Es de hecho probablemente la claridad de la trama central y de su premisa, una de las claves del posible éxito de un relato.

En el caso de House Of the Dragon, años atrás de lo sucedido a lo largo de las temporadas de Game Of Thrones, todo acontece en la casa Targaryen. Los conflictos internos de la realeza, o mejor dicho de la familia real, desencadenan la revolución del orden del mundo. ¿Quién será el próximo heredero del rey? Y una vez que el rey fallezca, por más que en vida esclareció que lo sería su primogénita hija, y por ende la ley volvería clara e irrevocable la decisión, ¿será suficiente la palabra de alguien que ya no está y que será reinterpretada como una vieja leyenda? ¿Qué es lo que dijo Viserys Targaryen antes de morir a su esposa, desde el literal lecho de máximo dolor, para que la fortuna del reino se ponga en duda y el mundo se divida en su interpretación?

Entonces todo se tratará, básicamente, del enfrentamiento entre quienes que creen que Rhaenyra su hija es la legítima heredera, y quienes creen que lo es su hijo Aegon.

Preferiría no centrarme en la información propia del argumento, como la mención de lo que sucede efectivamente en la trama y sus subtramas, si no en aquello que parecieran producir. Soy un ferviente fundamentalista de las emociones sentidas y la posterior búsqueda de sus motivos. Intentar encontrar las palabras y las explicaciones para describir el tipo de lazo entre la obra y el espectador. Por motivos distintos, sentí sin embargo lo mismo en la primera y en la segunda temporada: esfuerzo por avanzar. Mi amor por Game Of Thrones me ha conducido y me sigue conduciendo hacia el final del recorrido de la precuela, aún, sinceramente, sin disfrutarlo.


Recuerdo que viendo la primera sencillamente me aburrí. Me sentí confundido por la violenta elipsis de tiempo entre la infancia de Rhaenyra y su adultez. Si admito que una vez que comenzó a desatarse el conflicto central, es decir la enfermedad y futura muerte del rey, todo se tornó más adrenalínico y los personajes comenzaron a mostrar lo que verdaderamente eran. Una vez que todos podían tomar de la herencia, la cordialidad, el amor y las amistades se vieron atentadas. La segunda temporada en su totalidad me ha requerido un enorme esfuerzo. Me descubrí cansado al intentar recordar quienes eran los personajes mencionados, si ya los conocía, o recordar cuáles eran sus rostros, sus conflictos, y me doy cuenta que es extraño porque ese mismo fenómeno me podría haber sucedido viendo Game Of Thrones pero no me sucedió. En algún momento, House of the Dragon perdió su magia. ¿Habré hecho algo mal yo? ¿O es la serie?

Mi veredicto: es la serie


En la cantidad menor de palabras posibles, creo que el mayor error de esta serie es la de intentar abarcar demasiado y no profundizar lo suficiente. En sus tramas, y en especial en sus personajes. Todos me resultan ajenos y poco queribles. Su destino me da igual. Es muy poco el tiempo para conocer tantos personajes, como si estuviera en una fiesta llena de gente y me obligaran a profundizar con todos en lo que dure una sola noche. Aquellos que consigo sin esfuerzo o con el menor esfuerzo posible ponerles su respectivo nombre y cara, probablemente no los conozca.

Daemon Targaryen, a mi gusto probablemente el personaje más rico de la saga, se pasa toda una temporada enfrentando los fantasmas de su pasado de una manera literal y poco atractiva. No evoluciona. Toda la segunda temporada se sacrifica (y por ende lo sacrifica a él) para prepararlo seguramente para lo que sigue. Aemond Targaryen, otro personaje en principio atractivo, se ve condenado a mi gusto por una direccion actoral que lo obliga a sostener sin cesar la misma expresión inaccesible. Con una clara potencia tridimensional, el personaje se ve aplastado por la literalidad con la que fue dirigido.

Más allá de cada uno de los personajes, desde el guion y su realización, las escenas están planteadas con una excesiva velocidad resolutiva, yendo a la literalidad de los conflictos de cada escena, volviéndolas propias de una telenovela. Y no estaría mal que así sea si fuera una decisión, un estilo, y no una omisión. Todas las escenas son igual de dramáticas, pesadas, y lineales.


Cuanta nostalgia pasan a darme las largas escenas entre los personajes de Game of Thrones, donde además de decirse lo que tenía que ser dicho se decía tanto más. Y eso ensanchaba a los personajes, nos permitía conocerlos, quererlos, discutir en mesas con amistades acerca de quien es el preferido, que quien será el que ascienda al trono. A algunos les deseábamos el mal, luego nos seducían y pasábamos a quererlos. Los personajes más entrañables siempre estaban en peligro real. Las subtramas, las historias de cada uno de ellos, eran ricas e independientes a la trama por la batalla del trono. La profundidad de las subtramas, hicieron probablemente a Game of Thrones aquello que terminó siendo. En House of the Dragon, todos los personajes pelean por lo mismo, discuten por lo mismo, y sirven tan solo para que el relato central sobre la batalla Targaryen avance.

Y yo, victima del encanto superior al que me ha llevado el universo donde se desenvuelve todo, seguiré hasta el final para ver quien sube a este trono. Tan solo me pregunto a veces, ¿para qué?

Chesi

Más populares
Más recientes

¡Comparte lo que piensas!

Sé la primera persona en comenzar una conversación.

5
0
0