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Déjame entrar: Terroríficamente bella

Se suele decir que es más difícil escribir de algo que te gusta que de lo que no te gusta. Hoy me encuentro en uno de esos casos, en donde me aventuro a hablar de una película que recientemente tuve la oportunidad de ver por primera vez en pantalla grande, y la cual siempre me ha despertado una fascinación increíble. Una rara avis del género, que muchos la meten dentro de ese manido termino de nuestros días como es el del “terror elevado”; algo que, para muchos, especialmente para los fans del terror, les chirría bastante. Lo que es indudable es que Déjame entrar (2008) de Tomas Alfredson, fue una película que sorprendió por abordar el género desde la poética desde que la hace.

Fue una adaptación de la novela homónima de John Ajvide Lindqvist, la cual, si tenéis ocasión de leer, veréis que es mucho más perturbadora que la película de Alfredson. Recomiendo encarecidamente también su lectura, pero siendo sincero me gusta bastante más el trato que tiene a la hora de desarrollar la historia Alfredson. Es una película vampírica que curiosamente se estrena el mismo año que se estrenó la primera película de la saga de “Crepúsculo”; siendo también (aunque de distinta manera) una historia de amor. Porque sí, Déjame entrar (2008) si algo es ante todo, es una historia de amor arrebatadoramente bella que se vale de elementos del genero de terror para contarla.

La cinta se llevó innumerables premios tras su estreno, destacando los de Mejor Película Internacional Independiente del Año en los British Independent Film Awards, y los cuatro premios que se llevó en los Premios Guldbagge (premios que otorga la Academia de Cine Sueca), llevándose los de Mejor Director, Mejor Guion, Mejor Fotografía y Mejor Logro. Fue tal el éxito que obtuvo esta película sueca, que tan solo tres años después tuvo su remake en Hollywood, protagonizado por Chloë Grace Moretz. Desde entonces, se ha convertido en una película de culto, colándose en la lista de las mejores películas del siglo XXI que confeccionó la BBC.

Está protagonizada por Kåre Hedebrant, Lina Leandersson, Per Ragnar, Mikael Rahm o por Patrik Rydmark, entre muchos otros. Déjame entrar (2008) se encuentra disponible para su visionado en España, a través de las plataformas de streaming de Filmin y de MUBI. Como suele ser habitual en mis críticas (perdonadme por ello), desconozco en que plataforma se encuentra disponible en Latinoamérica, por lo que, si alguien sabe dónde encontrarla, le agradecería enormemente que lo dejara en la caja de los comentarios.

Todo empezó en una fría noche de invierno…

Déjame entrar (2008) hace un retrato muy endogámico de la Suecia contemporánea, lo cual es una de las razones por las que me gusta tanto, porque es casi como pasar una noche en un pueblo recóndito de Escandinavia. Ese ambiente tan telúrico, te atrapa desde el inicio y te lleva por un camino lleno de incertidumbre, en que lo sorpresivo viene cuando uno consta la gran carga emotiva y de humanidad que reside en la historia. No digo que las películas de terror por regla general no cuenten historias con esa carga (sería una gran falacia por mi parte), pero pocas demuestran tener un entendimiento del miedo como lo tiene esta película.

El director consigue trasmitir una urgencia palpitante de los personajes, y más que hacer de ella algo siniestro consigue todo lo contrario. Desde esa puesta en escena lúgubre y casi fantasmal donde se producen los hechos, sus personajes consiguen llenarla de luz; aunque sea desde una necesidad y un sentir quebradizo. El director no juzga a los personajes, los cuales “todos (o casi todos) tienen sus razones”. No pretende llenar de una pureza vacua al entramado y, evitando a hacerlo, consigue que empaticemos de mayor manera con ellos. Incluso el personaje de Oskar está dado a tener ciertas actitudes reprobables, pese a ser el personaje más noble que vemos en la película.

Una dupla juvenil de ensueño

No es exagerar, si digo que son pocas las veces que me ha entusiasmado tanto una dupla de protagonistas, y más cuando sucede de una manera tan sorpresiva. Lina Leandersson y Kåre Hedebrant eran muy jóvenes a la hora de rodar Déjame entrar (2008), en la película que indudablemente marcó sus carreras dentro del cine. Pese a ser uno de sus primeros trabajos, ambos demostraron una entereza, que hizo que nosotros nos enamorásemos de la misma manera en que sus personajes lo hacían en pantalla.

Siempre el cine sueco se ha caracterizado por tener actores de grandísimo nivel; desde Greta Garbo, pasando por Liv Ullmann y Bibi Andersson (cómo olvidar a las grandes musas de Bergman), hasta llegar a actores como los que protagonizaron esta cinta. Capturan toda esa energía, impaciencia y sobre todo inocencia, logrando que la historia de amor que tienen no pueda ser más bella. Aunque si bien es cierto que los dos están maravillosos, se podría decir que la interpretación de Lina Leandersson es la que acapara todas las miradas. En un personaje que apenas habla y el cual tiene muchísimas dificultades para exteriorizar sus emociones, esta actriz consigue que nos metamos en su piel y que estallemos en una catarsis absoluta con el viaje de su personaje. Es apabullante la maravillosa actuación que realiza, aunque Kåre Hedebrant hace una interpretación también muy digna de reseñar.

La mayor historia de amor

El tercer acto de Déjame entrar (2008) te despedaza por completo, incluso a los que tienen un corazón de hierro. Es increíble la manera que tiene de llevar hasta al límite a sus personajes, en lo que todo está abocado a lo inevitable. El clasicismo que ofrece la banda sonora compuesta por Johan Söderqvist, es otro añadido que conduce al espectador al llanto. Recientemente, cuando la pude ver en una sala de cine, la emoción que sentí fue algo indescriptible. La magia del cine te ofrece momentos inolvidables y películas como esta son las culpables de que uno viva perdidamente entregado al cine.

Como ya he dicho, es ante todo una historia de amor (de hecho, y esto es algo que suelo decir mucho a mis amigos, es la mayor historia de amor del cine), pero de igual manera la podríamos considerar como un “coming of age”, además de ser una película de terror increíble. Quizás sea de las pocas veces que uno se ve totalmente fascinado por la belleza que se captura desde lo grotesco y lo cercano al terror.

En definitiva, hay muchas películas de las que hablo y que intento que la mayoría sean de las que me entusiasmen para luego trasladáoslo a vosotros, pero luego hay un selecto grupo de películas que te marcan y que hacen que de alguna manera seas como eres. Déjame entrar (2008) es una de esas películas con las que conecto tremendamente y que no dejaría de recomendar a nadie, ya que es una de las propuestas más increíbles que nos ha dado el cine independiente europeo en décadas. Las máximas con las que a veces hablamos los críticos chirrían, pero os aseguro que esta película no os dejará para nada indiferentes. Os encontraréis con un retrato hermoso de lo que supone amar a temprana edad y de lo más acuciante del ser humano. Una obra maestra de nuestro tiempo.

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