Catarsis y fantasía. Sobre True Romance, de Tony Scott (1993)

Comienzan los títulos, salta la red flag de Harvey Weistein en producción, quien cumple condena por abuso sexual en Estados Unidos actualmente. Escándalo en el mundo del cine, ya que junto a su hermano fundaron Miramax productora de grandes obras cinematográficas. La caída de los héroes.

Sin quererlo, la película se ve impregnada de esta decadencia de héroes, como si lo hubiera presagiado. Héroes que van desapareciendo, que ya nadie recuerda o añora, y que poco a poco van quedando en los límites de lo kitsch, contrastado con la moda de la cual gozaron en otra época.

Clemence(Christian Slater), personaje principal de esta película será el encargado de traer a la memoria prácticas y tendencias heroicas. La escena del comienzo es un claro ejemplo de aquello: se trata de una conversación random sobre Elvis en la barra de un bar que mantiene con una clienta de. Con pocas chispas para el coqueteo la conversación continua alrededor de las pelis de karate y sus maestros. Entre ellos, Bruce Lee, otro caído.

Así abre el telón esta sinfonía melancólica, entre lo que ya no está, lo que se es a regañadientes y lo que se anhela. Comprendemos que la pluma de Tarantino está derramando su tinta por todos lados, empapando el estilo, la foto, el vestuario y la música. Oh yeah!

Pero la escena antológica de la película surge con el fondo de Dúo de las flores de la ópera Lakmé de Leo Delibes. Pocas veces el cine norteamericano de corte independiente se atrevió a tanto, a combinar con maestría el delicado sonido de la música clásica con la violencia verbal y física de los personajes involucrados en una situación de tortura. Por un lado, sentado, acorralado, y sin posibilidades de sobrevivir, Clifford (Dennis Hopper), el padre de Clemence; del otro, Christopher Walken, El siciliano. El duelo es titánico. La banda llega en busca de una valija con droga al motorhome de Clifford. Buscan a su hijo, Clarence, quien por error ha levantado la valija con sustancias, pero que no piensa devolver. Se ve claramente que vienen dispuestos a todo.

El interrogatorio a Hopper es violento y éste idea una estrategia que consiste en provocar al siciliano para que lo mate y de esta manera salvar a su hijo, no diciendo dónde está. Asistimos, gracias al guión de Tarantino, a una dilatación de la secuencia, donde previamente a la consumación del hecho se produce un titánico enfrentamiento verbal. Ahí está la clave de esta maravillosa escena. Hopper comienza una especie de reconstrucción generacional histórica, provocación que es un hito desafiante en el cine norteamericano, sobre todo porque toca una de las partes más sensibles del pueblo que es el color de la piel.

Toda esta charla con el fondo de la ópera, que imprime un fondo musical que de alguna manera preanuncia el trágico final de Clifford.

En su monólogo narra parte de la historia de la invasión mora a Sicilia donde, según Dennis, la población era rubia de ojos claros, como la del norte y luego de esta invasión el pueblo se transforma en mulato y él lo llama “berenjena”, vale decir negro. Al ser siciliano Cristopher Walken, queda claro que la agresión va dirigida hacia él, buscando de esa manera el padre de Clarence la muerte rápida sin la tortura. El tono provocativo va increscendo. El Siciliano en un movimiento de complicidad con sus secuaces, se da vuelta y se ríe con ellos. Es la risanerviosa del sujeto que tiene el poder pero que ha visto removido su orgullo descaradamente. El destino está escrito, de tal manera que el Siciliano besa a Clifford (beso de muerte) luego de que éste dice que la tatarabuela de él tuvo un hijo con un moro, un mulato, y que él es negro. Se da vuelta el Siciliano y el rostro de Clifford denota lo que ya sabe, lo espera el finalinevitable.Vuelve con un arma en la mano y la descarga con todo su odio en la cabeza de Clifford, dando fin a esta fantasía catártica.

True Romance es una historia de amor (anti)épica donde la violencia está a la par de pulsiones primigenias. Un tipo de amor incomprendido, que sólo puede existir por fuera del mundo tal como lo concebimos con su subidón en drogas, dinero, capital y posesiones.