El cine de género es normalmente asociado con películas extranjeras. Tal vez sea por una mirada que tiende a valorar más lo de afuera que lo de acá, o por cierto pensamiento despectivo del canon nacional hacia lo que no es realista. Sin embargo, hay una larga y profusa tradición de obras de fantasía, ciencia ficción y terror en Argentina, y la realizadora y escritora Ayi Turzi hizo un profundo trabajo de investigación para rescatar y revalorizarlas en un libro que cubre más de 800 obras.
Insólito y fantástico. El otro cine argentino, editado por el Colectivo Editorial De La Fosa, sintetiza una búsqueda detallista y apasionada por la filmografía de género del país. En él, Ayi Turzi desarma el canon establecido en la historia del cine nacional y descubre y redescubre joyitas olvidadas de forma injusta. A lo largo de más de 400 páginas, los capítulos están clasificadas por géneros y subgéneros (slasher y giallo, terror, zombies, comedia, thriller, policial y accion, ciencia ficción, etc.) y las diferentes secciones aluden a categorizaciones de diferente tipo, ya sea dedicados enteramente a directores o a temas en particular.
Si bien es un trabajo cuidadoso de investigación, no por eso la lectura se torna academicista, todo lo contrario; es amena, accesible y atrapante. Uno puede adentrarse en sus páginas leyendo la historia del cine de género de principio a fin o conservar el libro como un compendio al que se puede consultar cuando uno lo necesite.
Ayi Turzi ya escribió un libro de cuentos, Septem Somnia, el cual publicó en la misma editorial y también dirigió "...quién mató al mayordomo?” (2012) y Chevysaurios, la película (2019), por la cual ganó en la categoría bizarra en el Buenos Aires Rojo Sangre. Aparte, realizó varios cortometrajes, hizo dirección de arte en diversos proyectos y actualmente está ultimando los detalles del documental Bizarrofilia, el segundo libro de cuentos Vestigios de Plata y otro libro sobre cine.
—¿Cómo comenzó el trayecto de tu libro? ¿Cómo fue el proceso?
—No es un proceso lineal, fueron varias cosas que se fueron dando en paralelo. Yo hice un posgrado de investigación en cine y teatro en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y tenía que hacer la tesis. Necesitaba de algún proyecto que le ganara a la tesis; el cine que a mi me interesa no es académico. A mí me interesa el cine de terror, el que está hecho por fuera de los esquemas de producción, el que se junta a un grupo de pibes y graban muchas veces sin saber cómo grabar y ahí van creciendo y van haciendo su propia carrera. Ahora sí retomaría la tesis, pero en su momento era como que sentía que tenía otra necesidad.
Por otro lado, vino la pandemia, que nos cambió mucho las prioridades y ahí armé un listado de más o menos 300 pelis de género argentinas que estaban online en su momento. Por aquellos meses muchos realizadores empezaron a liberar las pelis que tenían hechas. Y la gente se re copó, me compartían la nota, me sugerían otras pelis. “Esto es más grande de lo que yo pensaba”, pensé, y ahí como que empecé medio obsesiva a relevar todo lo que había.
Una vez que hubo más de 500 dije: “No me puedo quedar con esta info”. Evalué varias opciones: hacer una página web tipo catálogo o hacer un documental. Me terminé decantando por el libro porque también es como una espinita, un proyecto que tenía alguna vez de escribir un libro de cine y es como que se juntaron todos los caminos.
—¿Cuánto tardaste más o menos en recopilar toda esta información y plasmarla en el libro?
—Yo empecé a final de 2020 a concebirlo como acumular información y el último borrador lo mandé en enero de este año, pero fue también por una cuestión de “bueno, pongo un corte” porque las pelis se siguen haciendo, se siguen estrenando, se sigue llegando data de algo, me pongo un deadline y después de última será una versión ampliada, corregida.
—¿Qué fue lo que más te impresionó en el proceso de investigación? ¿Hubo alguna perlita que haya descubierto que por ahí no está muy divulgada y merecen más reconocimiento?
—Por ejemplo tenés Nosotros y los otros que es una película que se grabó en Chaco en 1975. Me parece muy flashero que en la década del 70 se hiciera una película que explora sobre el pombero y sobre otras criaturas hecha en Chaco. Como que en la “feria del cine argentino” recién en los últimos años empezó como a mirar fuerte afuera de capital, a las otras provincias. Entonces me pareció muy loco que en la capital en la década del 70 no se hiciera mucho cine de terror y fantástico y sin embargo en el interior sí, o por lo menos había un exponente.
Después hay toda una movida que yo más o menos tocaba de oído y que tiene que ver con todas las películas que se hicieron a principio del año de la década del 2000 para el mercado de DVD en Estados Unidos. Tenés películas de Pablo Parés, de Daniel de la Vega, de Demián Rugna. Hubo una camada que hoy son los grandes referentes que tocaron esa puerta al decir: “No tengo mercado interno, busco la manera de vender las pelis afuera”.
Por otro lado, hay un consenso sobre que la primera película de zombies argentina es Plaga Zombie y en realidad hay una del año anterior que se llama Zombies del Espacio Sideral que se grabó en Pergamino, que no tuvo el mismo impacto cultural de Plaga Zombie. Fueron apareciendo varias cositas que estuvieron muy buenas.
—¿Con qué te topaste en relación a la ciencia ficción en Argentina?
—Lo más significativo en relación a la ciencia ficción es que esta entra a Argentina a través de la comedia en la década del 50 y del 60. Eran las comedias que hacían Los Cinco Grandes del Buen Humor. Tenías Satélite chiflado que de pronto es una película donde se los confunden con astronautas y los mandan al espacio. Tiene un montón de cosas pequeñitas de ciencia ficción que se venían dando muy pegadas a la comedia.
Y después hay una peli marplatense que se llama Umbriel que también tiene una cosa de viajes al espacio y demás. Tiene un laburo de CGI zarpado. Carpincho López es el director. También me pegó bastante reencontrarme con Dejala Correr, una película protagonizada por Nicolás Cabré que por ahí veías en Canal 13 y pasabas por alto. Es una comedia que tiene como esa vuelta de que encuentra una filmadora, que vuelve al pasado. Me dije: “Wow, mira yo a esta película no le daba bola y tiene un montón de condimentos que están buenos”. Y hay unos chicos del Zarate… Johnny Rock es el seudónimo del director, que hace unas pelis tipo Minority Report. Mezcla ciencia ficción con acción. Están buenas sus pelis. Lo más sorpresivo es la variedad y el referente que toma cada uno. Eso es mega random y es sorpresivo y un poco chocante el hecho de que sean pelis que no dialogan entre sí. Cada uno cada uno hace la suya, es loco eso.
—Claro, como que por ahí no es parte de algún movimiento mayor como puede pasar por ahí en otros países.
—Eso también está relacionado con el consumo porque uno entiende por más que haga cine tendés a mirar cine de afuera; es más fácil de conseguir, te enteras que existe. Como que es muy complejo.
—Escribís ficción aparte de todo este trabajo. ¿Influyó la investigación en tu proceso creativo, en lo ficcional que producís?
—Como todo, no me quiero poner la postura de que el mundo es complejo, pero lo cierto es que es muy complejo. Mirá, por ejemplo, el primer libro de cuentos que escribí en realidad eran guiones o bocetos de guiones de cortometrajes que por cuestiones de presupuesto no iba a llegar a hacer nunca. Entonces terminó siendo un libro de cuentos. Y el segundo libro de cuentos que estoy haciendo son cuentos que están basados en películas o que tienen alguna relación con el cine. Hay uno que es como decirte un slasher que está basado en Bañeros 2 y esta película tiene una importancia muy grande en esa trama.
Y después también sí influyó que me parecía que todo el capítulo del libro relacionado con el cine bizarro necesitaba una vuelta de tuerca un poco más visual que lo que pudiera decir en un libro. Entonces de ahí surgió Bizarrofilia, que es el documental que estoy editando ahora de cine bizarro argentino.
—Y por ejemplo, películas que por ahí son consideradas como muy del canon, muy clásicas en el género, por ejemplo, se me ocurre ahora Invasión. Sentís que con la investigación que hiciste son revalorizadas en la tradición o hay algunas que por ahí tienen que estar también a esa altura y no lo están.
—En ese sentido yo siento que en lo personal a mí me interesa como compartir un reordenamiento de prioridades. Por ejemplo, la primera película de terror argentina era Una luz en la ventana con Narciso Ibañez Menta y en realidad cuando vos ves hoy esa película y la analizás con herramientas de análisis de la trama, de la fotografía y demás, el único que está haciendo terror es Narciso Ibáñez Menta. La película tiene una subtrama cómica, tiene cosas de slapstick, tiene elementos de melodrama y entonces no es propiamente una película de terror.
Y después aparece El hombre que amé de Alberto de Zavalía que es del 47, que esa sí tiene una cosa de un pacto, una especie de Dorian Gray digamos sin spoilear mucho, una transmutación de cuerpo, alma, que es completamente agnóstica. Eso es algo importante en el cine argentino, ya que todo lo fantástico venía de la mano de los postulados más católicos y tenías ángeles, el cielo, el infierno. El hombre que amé es una película agnóstica, no muestra elementos de ninguna religión o credo en particular, por lo menos, occidental. Es una película que en las historias del cine de terror mucho no se menciona.
Invasión me parece más significativa como… Viste que hasta los 90 no había una tradición de cine fantástico, sino que eran esporádicas las pelis que había. Invasión me parece como una prueba de que se recurría al fantástico cuando había épocas de censura y demás y no se podían decir cosas y había que pegarle una vuelta de tuerca. El fantástico como forma de saltear la censura, y la censura era re obtusa. Veía una teta y decía “afuera” y era incapaz de entender lo que estaba proponiendo Invasión o El poder de las tinieblas de Mario Sabato o Los miedos de Alejandro Doria son pelis que tienen como un sentido que al no ser literal la censura es incapaz de verlo. Me encanta porque queda como que la censura era más ridícula de lo que era.
—Con el estreno de Cuando acecha la maldad lo sentí como una bisagra. ¿Sentís que fue algo así?
—Me parece que la primera gran bisagra es Plaga Zombie. Y la segunda quizás sea Aterrados, también de Rugna, que llegó a Netflix. ¿Viste que hoy día está como esa creencia de que si está en Netflix es bueno, como que tiene esa validación? Entonces al llegar a esa plataforma es como que permitió que la gente se saque un poquito el prejuicio y por lo menos se siente a verla, algo que en otro momento si estás haciendo shopping en la época de la tele por cable la pasabas de largo. Y con Cuando acecha la maldad sí me parece que es quizás la consolidación de la bisagra que estableció Aterrados. El tema es que yo siento en particular que Rugna es un distinto y me gustaría entender por qué tanta otra gente con un potencial similar o con un talento similar no logra dar ese pasito. Es como que por uno que llega hay 15 más con las mismas herramientas que se termina quedando en el camino y ahí de nuevo es el el mercado, es estar en el momento, en el lugar, es que justo vos podés escribir un guión y hacer un plan de rodaje y demás, pero el azar siempre está. Él es un distinto en todo sentido.
—Son muchísimos factores y está un poco también el azar.
—Tal cual y además si vos tenés más presupuesto y más recursos y demás como que podés tener los imprevistos un poco más contenidos. Tenés un poco más de cintura. Pero capaz, hay… No se me ocurre ningún ejemplo puntual, pero se te cae un actor, se te cae una locación, las cosas hechas más de modo independiente tienden más a la improvisación y eso impacta en el resultado final pero porque el espectador está esperando ver una película donde está todo milimétricamente puesto. En las pelis grandes, las de afuera, las de Marvel y demás pasan por un montón de Focus Group y de gente que opina y demás hasta que las dejan pulidas. Las más independientes no, “es lo mejor que pude hacer”.
—Bueno, cuando salió Moebius Gustavo Mosquera fue admirado mundialmente, pero acá no se lo tuvo muy en cuenta.
—Sí, hay mucha cosa me parece lamentable de parte del espectador y tiene que ver con el desprecio por lo nacional. En un momento escribía en la revista Fantástico y bizarro y entrevistaba a realizadores de las provincias. No sé quién fue que me dijo que había tenido una conversación y una persona le decía: “No, qué va a ser actor aquel si es mi vecino”. Como que pensás que la gente tan cercana no puede tener ese estilo artístico entonces ves que es algo hecho en Argentina de ciencia ficción y dicen: “Ah, no, debe ser una chotada”. Enseguida está el prejuicio negativo y ¿cuántas películas de terror vemos de afuera y son todos iguales, son todos igual de malas y siempre hay lugar para una más? Y ven una película argentina mala, independientemente si seas fantástico o no, y ya le haces la cruz. Si no es argentino no miro más. Hay una cosa ahí de: “Ah, pero después gana el Oscar uno y salimos todos al Obelisco”. Hay una cosa que yo no logro entender. Pero es muy ingrato el argentino con… Como que al de al lado no le puede ir bien, y si le va bien, tiene que irle bien a nivel mundial. Qué sé yo, somos medio chotos los argentinos en ese sentido.
—¿Tenés futuros proyectos?
—Proyecto así como grande el documental Bizarrofilia. Después tengo este otro libro de cuentos relacionados con el cine que se llama Vestigios de plata que sale ahora, creo que en agosto o en septiembre. Y después tengo ahí como medio escribir —creo que esto es la primera vez que lo cuento— un libro también de cine en el que tomo 50 películas de acá (como que el límite fue la cantidad) que tuvieron algún tipo de recorrido particular. Por ejemplo La pródiga que era una película protagonizada por Eva Duarte que después no se pudo ver más y se terminó encontrando una copia en la cinemática de Uruguay, Plaga Zombie con todo el recorrido que tiene. Como que tomo diferentes películas que tuvieron esa particularidad que… No me gusta decir la expresión “película maldita” pero fueron películas que tuvieron un recorrido por fuera de lo habitual y que el mundo quizás fue un poquito ingrato con ellas. Ese es el próximo proyecto relacionado con el cine que tengo. Pero siempre… Capaz que estoy con un proyecto y aparece una cosa en el medio y te desvías.
—Va muy en línea con Otra película maldita lo que estás contando.
—Claro, yo ahí fui entrevistada. Se dio algo re bueno con esa peli porque Mario Varela y Alberto Fasce estaban con ese proyecto y yo estaba con el libro, entonces como que se hizo una dinámica de intercambio de figuritas: “Che conseguí esta peli, tomá, te paso esta otra”. Ahí también tiene mucho peso Darío Lavia. Darío es un genio y coleccionista y tiene un montón de información. Cristian Sema de Raro VHS también es otra persona que tiene acceso a alguna que otra cosa que no se consigue en YouTube. Ahí se dio una dinámica muy piola de ir intercambiando data o laburando en paralelo. Y el documental también es como que de alguna manera es alguna especie de sobrino de Otra película maldita y de Un millón de zombies, que es la que hicieron sobre la saga de Plaga Zombie. Porque ya si nos ponemos a pensar hace casi 25 años que hay una tradición sólida del cine fantástico en Argentina. Entonces hay una tendencia al revisionismo.
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- Librofilm: Av. Corrientes 1145 local 13.
- De la mancha libros: Av. Corrientes 1888.
- Función privada: www.funcionprivada.com.ar
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Nota por Alex Dan Leibovich | Periodista | Redactor en Clarín, Peliplat y Erramundos.
Publicado el 21 de julio del 2024, 1.17 PM | UTC-GMT -3.
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