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Crítica: Saltburn (Emerald Fennell, 2023)

Spoilers

Saltburn (Emerald Fennell, 2023) cuenta la historia de Oliver Quick (Barry Keoghan), un sencillo estudiante de la Universidad de Oxford que se obsesiona con su aristocrático compañero Félix Catton (Jacob Elordi). Poco a poco, y a pesar de sus diferentes clases sociales, ambos entablan una amistad, y Félix invita a Oliver a pasar un verano con él y su familia en Saltburn.

Después de Hermosa venganza (Promising Young Woman, 2020), su primer largometraje, Emerald Fennell regresó con Saltburn, una perversa película de suspenso psicológico y humor negro, más sólida y profunda en varios sentidos que su popular, aunque irregular antecesora.

Toda la trama gira en torno a Oliver y está contada desde su punto de vista; así, desde el inicio, desde el rol de narrador, este nos insinúa su obsesión: Félix, un chico de familia aristocrática, popular entre sus conocidos y encantador. En contraste, nuestro protagonista es solitario; menos atractivo; proviene de una familia con un aparente historial de adicciones, aunque más adelante se aclara la verdad sobre esto; impopular entre hombres y mujeres, en parte por su humilde pasado; pero más inteligente y astuto. ¿Oliver está enamorado de Félix o del ideal que representa? Lo que siente en realidad nos lo revelará poco a poco.

Básicamente, Saltburn se divide en dos grandes partes y un epílogo. La primera se desarrolla en la Universidad de Oxford; la segunda, en la mansión de Saltburn. Y así como Oliver y Félix, la primera contrasta de la siguiente porque es más luminosa, tiene un tono más jovial propio de la vida universitaria que retrata y aborda, también, las frustraciones y los anhelos de la juventud. Asimismo, como ya vimos, en esta parte se plantea el primer objeto del deseo de Oliver, quien incluso se separa de Michael Gavey (Ewan Mitchell), su neurótico y único amigo, para estar con Félix.

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Después de todo esto, la historia nos traslada del desenfreno universitario a la impresionante Saltburn, una laberíntica mansión con todos los lujos aristocráticos imaginables, en la cual habitan la extraña familia Catton y sus no menos extraños sirvientes: Elspeth (Rosamund Pike), la madre, es indiscreta, algo pretenciosa e hipócrita; Sir James Catton (Richard E. Grant), el padre, parece abstraído en sus pensamientos, pero también es iracundo, y disfruta tanto de hablar sobre Percy B. Shelly como ver Súper cool (Superbad, Greg Mottola, 2007); Venetia (Alison Oliver), la hermana de Félix, es una chica excéntrica e intensa, y merodea de noche frente a la ventana de Oliver; Pamela (Carey Mulligan), la amiga de Espelth, lleva una vida complicada y sufrida; y Farleigh (Archie Madekwe), el primo de Félix, es mezquino y manipulador.

Oliver no solo entra en el variopinto grupo de Saltburn, sino que va exteriorizando una nueva faceta más seductora, atrevida y oscura a medida que se va relacionando con estos personajes, ¿o es lo que siempre ha sido? Precisamente, la película trata tanto del deseo de Oliver como del enigma que representa para el resto de personajes y el público. Y a medida que transcurre la narración, vamos comprendiendo no solo que es más extraño que la misma familia Cotton, sino que tiene un plan para todos. Incluso, en este aspecto Saltburn recuerda a Parásitos (Gisaengchung, Bong Joon-ho, 2019), porque trata de un personaje oscuro que dinamita desde adentro a un grupo más o menos repelente de personajes, de una clase social distinta a la suya, para suplantarlos.

Saltburn - Tráiler oficial en español | Prime Video España

Por tanto, la película pasa del misterio de la obsesión de Oliver con Félix a explicarnos en el epílogo el verdadero designio del protagonista: siempre quiso poseer Saltburn, y para ello envenena a Félix, les hace creer a los demás que Farleigh los quiere estafar, asesina a Venetia y así sucesivamente. Como dice Oliver, él amaba a Félix, pero también lo odiaba, como en una suerte de relación homoerótica perversa; pero en realidad adoraba lo que representa ―el encanto, el lujo, la ascendencia aristócrata, todo opuesto a lo que es él y su familia― y por el mismo motivo lo despreciaba. En otras palabras, Oliver hizo de Félix un ícono, un ídolo de carne y hueso, y de él mismo, un iconoclasta deseoso de poseerlo, destruirlo y reemplazarlo.

Este inquietante subtexto se sustenta, además, con las representaciones de íconos que vemos durante el filme, como la estatua del minotauro en el laberinto de Saltburn, al pie de la cual Félix es “sacrificado” por Oliver; la cruz de madera a la que se abraza Oliver en la tumba de Félix; o los cuadros que señala Farleigh de los pasados ingleses e ilustres de la familia Cotton. Al mismo tiempo, el subtexto se apoya con la forma como la cámara retrata e idealiza a Félix a través de la mirada obsesiva de Oliver; o cómo se nos muestra a este intentando poseer al primero, incluso después de muerto, en esa poderosa toma en la que fornica desesperadamente con la tumba recién cubierta de su amigo.

Barry Keoghan reveals he improvised that grave scene in Saltburn - Dexerto

Todo lo anterior prueba que la dirección y escritura de Fennell han madurado considerablemente desde su primera película, a pesar de que algunas excentricidades le jugaron en contra, como la reacción general de la familia ante la muerte de Félix. No obstante, visualmente es más rica y mucho más desinhibida que Hermosa venganza; el estupendo elenco equilibra el trabajo de promesas relativamente nuevas como Keoghan (quien ya ha demostrado un inmenso talento interpretando a otros outsiders), Elordi u Oliver con el de los más veteranos como Pike, Grant y Mulligan; el guion tiene giros más sorprendentes y está mejor construido; y la selección musical resulta bastante buena.

En relación con lo último, la música funciona no solo para acompañar el desenfreno general de la historia, sino también para sugerir aspectos de la propia narración. Por un lado, la letra de la canción Time to Pretend, de la banda estadounidense MGMT, que escuchamos en algunas de las primeras escenas de la parte de Saltburn, resalta la alegría general de las vacaciones de verano y también nos insinúa que Oliver finge para lograr la aceptación del resto de atrevidos personajes.

Igualmente, al final, cuando Oliver baila desnudo a través de su nueva mansión, se escucha la divertida y macabra canción Murder on the Dancefloor, de la cantante británica Sophie Ellis-Bextor. A través de una parte de la letra que dice: “Oh, I know, I know, I know, I know, I know, I know, I know/About your kind/And so, and so, and so, and so, and so, and so, and so/I´ll have to play” o el mismo coro: “If you think you're getting away, I will prove you wrong/I'll take you all the way, boy, just come along/Hear me when I say, hey/It's murder on the dance floor” el filme expresa bastante bien el momento de éxtasis que vive Oliver y, en líneas generales, el sentido de su plan. Quienes vieron el vídeo musical, además, podrán apreciar otras conexiones entre la canción y las acciones de Oliver.

Con este macabro cierre, tanto las maquinaciones de Oliver como la incomodidad que puebla Saltburn no solo quedan explicadas, sino justificadas. Al final, esta historia no trata acerca del amor, ni siquiera del amor platónico, sino de un deseo monstruoso: el de un personaje retorcido que analiza, consume y suplanta a una familia.

Here's What Barry Keoghan Thought About The Nude Scene In Saltburn

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