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El fracaso de los buscadores de la verdad

«Lo pusimos realmente todo en esto. Nuestro corazón,

alma y sangre en algunos casos, por lo que no volver

es muy triste para nosotros. Es una vergüenza.

Creo que teníamos montones de buenas historias de fantasmas

para contar, historias que ahora permanecerán sin contar.

Si te gustaba la serie, gracias.

Y si no, ¿te alegras ahora?, ¿Te alegras?»

Nick Frost. Actor.

Soy un tipo insoportable. Una vez que le doy play a algo, soy dócil, fácil, feliz. Soy un niño dispuesto a ser disfrutar. Pero para decidir qué ver…Insoportable. Investigo, busco, acepto con sumo gusto recomendaciones. A veces veo trailers, pero a veces no. Ni yo me comprendo del todo, pero debo admitir que hay un gran goce en esa previa. Desde ya por momentos sufro mucho la indecisión, pero hay veces que en la búsqueda de qué ver, está el 45 por ciento del goce. Más aún si lo que quiero ver es una serie, que implica más tiempo en la vida de uno. Con todo lo que hay ¿a qué le voy a destinar una parte de mi vida? Que drástico, romántico y pesado.

Hace una semana, termino de ver los primeros episodios de la última temporada de The Boys en Amazon, y todavía era temprano. No quería irme a dormir. "¿Qué más puedo ver?" Y por la excitación de haberme quedado en los puntos suspensivos de un gran giro de guion, y sin saber de ante mano que no había más capítulos para ver, estaba listo para todo. Necesitaba seguir. Y por primera vez, caigo sin mucha vuelta en la sugerencia del hechicero detrás de la plataforma. O bueno, de un algoritmo científico, estadístico y preocupante. Amazon me sugiere algunas series y entre ellas, me atrae una. Reconozco a su actor principal y pienso que poco podría fallar. El actor es Nick Frost.

¿Cómo se hace para tener la fortuna de trabajar toda tu carrera con tu mejor amigo?

¿En qué profesión no sería un sueño ser socio de tu mejor amigo y que perdure a lo largo de los años?

Esta pregunta amarillista y poco profesional, es más bien una expresión de deseo que una pregunta. Ni siquiera es una pregunta retórica. Nick Frost y Simon Pegg nos han dado momentos agradables desde hace muchos años. En el año 1999 estrenan Spaced, una serie creador por Pegg en la que actúan ambos y sobre la que he escuchado hablar maravillas. Descubro en este preciso instante mientras escribo la nota mi deseo por encontrarla, verla, y dejo sellada la promesa de escribir un artículo sobre la misma. Ya en el 2004, sale a la luz la icónica (porque verdaderamente es un ícono del cine de zombies y una fusión única del terror con la comedia) Shaun of the Dead. Protagonizada por ambos amigos, y en una sociedad autoral junto al director Edgar Right , comienza también el trío creativo del que han nacido también Hot Fuzz y The World´s End.

Right, Pegg y Frost.

Los dos actores actuaron juntos además en Las Aventuras de Tintín, Paul, Slaughterhouse y en una serie del año 2020, que cuatro años después me aparecería sugerida por el algoritmo de Amazon Prime.

Escribo en el buscador para ver el trailer de la serie: Truth Seekers. Al minuto lo detengo y feliz me sumerjo en una absoluta incógnita. ¿Qué es lo que estoy por ver?

La serie

Gus Roberts (Frost), un hombre de unos cuarentilargos que vive con su presunto padre, es el mejor técnico en una empresa que provee señal de internet en Gran Bretaña. El dueño de dicha empresa, Smile, es interpretado por Simon Pegg. Al darle el jefe un nuevo compañero a Gus (cuyo nombre es Elton John), comienzan a suceder en el trabajo ciertas rarezas o del orden de lo paranormal. El nuevo camino los cruzará con una joven que acaba de escapar del terrible acecho de una horda de espíritus. Atraídos por dichos sucesos y aprovechando a cubrirlos para el paupérrimo canal de youtube de Gus, comenzarán los tres a desmantelar una enorme red de magia negra y una fatal misión contra la humanidad.

¿Cómo es y qué pasó con ella?

Desconozco si existe una suerte de algoritmo que haga que una obra de arte impacte sobre una sociedad. Es decir. No sé si existe un motivo silencioso, una esencia potencialmente mesurable desde la aritmética (¿?), un “quién sabe qué” que vuelva exitosa a una obra. Primero habría que definir para el caso qué es el éxito, y sobre eso habrá seguramente ensayos de gente tantísimo más capacitada que yo. Pero si pensáramos en términos contemporáneos, en una era de estadísticas fácilmente realizables, en una época donde podemos saber cuántas personas le dieron play a una película, canción o serie en Mozambique, Bratislava o Rio de Janeiro, quizás podamos decir (tristemente) que el éxito está directamente relacionado a la popularidad de la obra. No me agrada del todo esa posible hipótesis, pero hay algo de eso detrás de la enorme industria cultural, y específicamente sobre el mercado audiovisual y las plataformas. Inclusive, al menos durante un tiempo indeterminado pero probablemente perecedero, algo puede ser exitoso por no gustar o por ser para la opinión pública un producto pésimo. Quizás haya algo de real, al menos para el mercado, con que no existe la mala prensa. Y continuando con esta lúdica línea de pensamiento e hipótesis de cartón, quizás lo peor para el mercado actual sea quedar por debajo del radar. Pasar desapercibido.

En el último año algo similar me ha sucedido viendo Mindhunter de David Fincher. La vi sin saber lo que iba a suceder, no solo a nivel argumental, si no a nivel estructural y realizativo. Cuando terminé la segunda temporada, descubro que la serie había sido cancelada. Si bien no recuerdo ahora otros ejemplos porque tengo una pésima memoria, he recibido bastantes veces este certero golpe en la cara. Además, si un guion fue trabajado con dedicación y con dicho propósito, los relatos no mienten. La serie nos indicará que fue escrita y realizaao con el objetivo de continuar. De tener más de una temporada. Inclusive suele sugerirse a la hora de presentarle un proyecto a una productora, que las tramas queden abiertas, que se pueda hacer una proyección hacia otras temporadas de tener éxito la primera. Por supuesto que hay series que son escritas para tener tan solo una temporada y es también el relato el que se cierra naturalmente.

Entonces, retomando la enorme incógnita: no sé que es aquello que vuelve a algo o no exitoso. Si bien hay tendencias y por eso mismo hay producciones que repiten fórmulas que otros han desarrollado hasta destrozarlas, también siempre hay excepciones. También hay géneros más populares que otros, y que por ende garantizan determinado tipo de espectador. Lo que voy a decir quizás en unos años lo contradiga, porque tiendo a aferrarme a verdades y al tiempo desecharlas, pero creo que lo único que nunca puede faltar en un relato exitoso son personajes a los que podamos querer.

Una serie puede llegar a ser un largo trecho. Un indeterminado tiempo ficcional propuesto por el propio relato, y un concreto tiempo real de nosotros sentados en el sillón o recostados sobre la cama. ¿Cómo podría funcionar una serie si no quisiéramos acompañar a sus personajes a lo largo del viaje? Y no significa necesariamente quererlos. No es lineal la empatía, desde ya. Como en la vida, los apreciaremos, los odiaremos, tendremos la pulsión de golpearlos, gritarles, abrazarlos. Y como en la vida, no existe tampoco un patrón determinado que haga que alguien nos caiga bien o nos caiga mal. Es también ese vínculo con alguien un vacío existencial extraño sin algoritmos que lo midan. A algunos le caeremos mal y a otros le caeremos bien. A algunos le gustarán ciertas ficciones y a otros otras, y a su vez a veces no comprenderemos qué es lo que a otros les atrae de ellas.

Truth Seekers es por sobre todas las cosas, una serie amable. Sus personajes sufren traumas del pasado, más o menos vinculados a conflictos realistas, y dichos traumas son concretos, poderosos y muy funcionales a la trama central. Ese exceso de funcionalidad es quizás lo que vuelve al relato un tanto más “chato”. No hablo de falta de profundidad sensible o intelectual, sino de esas capas variadas que han desarrollado los relatos a lo largo del tiempo. A través de la complejidad de sus personajes, de la indefinición de su moral, de la variedad de subtramas. En ese sentido, la serie es un relato de la vieja escuela. Los antagonistas son antagonistas y los protagonistas son sumamente queribles. Este tipo de historias creo que están perdiendo adeptos, y la nostalgia de los autores de la edad del precioso dúo dinámico de Pegg y Frost, lamentablemente no pareciera encontrar muchos amantes.

Los intérpretes son todos queribles a través de los personajes que les toca interpretar, y es también ello un enorme valor de la serie que, lamentablemente, no fue suficiente.

La épica conducida por el típico humor británico basado en el encantador patetismo de sus personajes centrales, y la mixtura de esa aventura con lo sobrenatural y ciertos condimentos del género de terror, vuelven a Truth Seekers una serie bastante única. Lejos de ser perfecta o deslumbrante, sí es una más que correcta compañía, y es una serie de capítulos cortos que no querrás dejar de ver.

Los autores desarrollaron una subtrama silenciosa que va tomando protagonismo hasta sugerirse como el futuro de la serie. El tejido de la segunda temporada estaba listo y bastante firme. Sin embargo, la nota orquestal con la que termina la serie, lista para lo que seguirá, penosamente quedó sonando en un eterno vacío.

Frost, Pegg y compañía pusieron empeño y alma en Truth Seekers. Eso se festeja, se siente y está vivo. La comedia es un género que vive gracias al espíritu de sus autores y de quienes lo realizan. Pero el éxito en el mundo moderno no es justo, y ese aprendizaje, es probablemente el mayor de los horrores de la vida que no tiene explicación. Lo único que podremos regalarle a sus autores, si solo si disfrutaran ustedes del camino, es ver la serie y quedarnos todos juntos con el amargo sabor de nunca saber como habrá de terminar.

Chesi

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