“Jhonny Guitar” (1954) de Nicholas Ray: anti-western y melodrama

Jean-Luc Godard se refirió al director de “Jhonny Guitar” de la siguiente manera: “Hubo teatro (Griffith), poesía (Murnau), pintura (Rossellini), danza (Eisenstein), música (Renoir). Ahora hay cine. Y el cine es Nicholas Ray”. Este es el hombre que entregó al imaginario colectivo a James Dean y la juventud rebelde, y que continúa ardiendo de amor por Joan Crawford, incluso en los pliegues sutiles de una historia tan compleja y articulada como la de este western atípico y original.

Objeto de culto para generaciones de cinéfilos, especialmente para los franceses de la Nouvelle Vague, quienes lo han citado reiteradamente, “Johnny Guitar” es un anti-western que absorbe toda la violencia típica del género en un drama de tintes noir, lleno de intrincados giros narrativos y personajes arquetípicos. La sólida estructura teatral de la primera parte prepara la escena, introduce a los personajes y establece la narración para el clímax final. Es una historia de amor reprimido y odio correspondido, con más características de un drama isabelino que de un clásico filme de frontera.

Joan Crawford interpreta a Vienna, la propietaria de una casa de juego que ve una oportunidad con la llegada del ferrocarril y resiste la presión de los habitantes del pueblo, quienes desean deshacerse de ella y de su carisma imponente. Johnny Guitar es un viejo pistolero y antiguo amante de Vienna, que regresa del pasado para restablecer un vínculo que nunca se rompió del todo. Entre estos dos extremos, se despliega una galería de personajes memorables, empezando por Emma, una enemiga feroz y envidiosa de Vienna, quien le envidia el amor de Ballerino Kid, un galán de antaño que intenta inútilmente conquistar el corazón de la protagonista.

No es un misterio para nadie que “Johnny Guitar” esté impregnado de tensiones y vínculos que van más allá de la película en sí. En primer lugar, está el antiguo amor entre Nicholas Ray y Joan Crawford, que influye tanto en la trama del film como en el personaje de Johnny Logan. Todo parece estar bajo el influjo de historias autobiográficas no resueltas. Lo mismo puede decirse del odio y la envidia entre Vienna y Emma, un reflejo de las tensiones en el set entre las dos actrices. Además, varios comentaristas han señalado que el clima de tensión e intolerancia en la historia es una metáfora del macartismo y la caza de brujas que prevalecía en Hollywood en esos años.

Sin embargo, “Johnny Guitar” es, en última instancia, un film hiperromántico y decididamente feminista, sustentado en la interpretación inigualable de Joan Crawford. Su actuación es tan potente que eclipsa al personaje de Sterling Hayden, relegándolo a un papel secundario. Nicholas Ray, fiel a su estilo, es parsimonioso en el uso de la cámara y en las sutilezas técnicas. Para él, los movimientos de cámara son un elemento cosmético y no esencial para la película. Ray se limita a obtener lo que necesita usando la escenografía y los actores: el salón vagamente gótico, la cascada purificadora del escondite secreto, y una naturaleza vibrante que actúa como protagonista.

“Johnny Guitar” se distingue por su uso audaz y vanguardista del color, gracias a la fotografía de Harry Stradling. Para superar las limitaciones del sistema Trucolor, que restringía el uso del azul, Ray y Stradling intensificaron los colores hasta sus últimas consecuencias, realzando especialmente los blancos. Un ejemplo es el vestido blanco de Vienna, que brilla en la noche y hace que Johnny diga: “Con ese vestido es como tener una bombilla encendida en la noche”.

Este uso atrevido del color acentúa el onirismo del film, y probablemente fue lo que más impresionó a François Truffaut, quien lo describió como una “Bella y la Bestia en estado alucinatorio”. Ray no solo enfatiza el cromatismo, sino que también carga cada color con un valor simbólico preciso.

Nicholas Ray llegó a la historia de Johnny y Vienna desde otro set relacionado con los estilos del western ("The Lusty Men", 1952), aunque ambientado en el Texas contemporáneo. En su carrera, Ray solo se confrontó con la naturaleza salvaje en dos ocasiones más: “Run for Cover” (1955) y “The True Story of Jesse James” (1957), donde retomó la mitología de los hermanos Frank y Jesse James. Para Ray, los “géneros” nunca fueron más que una oportunidad para explorar las relaciones humanas, la psicología y el conflicto como un acto del pensamiento, mucho antes que una reacción física a elementos externos.

“Johnny Guitar” es un film sobre la libertad de elección, la fuerza de las mujeres, la tensión entre facciones opuestas, el amor incondicional y su resistencia ante las adversidades de la vida. Habla el lenguaje simple y complejo de las grandes historias de la tradición popular, y como tales, será recordado por generaciones.

Muchos personajes en “Johnny Guitar” también son falsos, engañan, roban y matan sin piedad. La distancia hostil con la que Vienna recibe a Johnny, el único portador de la “verdad”, refuerza esta falsedad.

El inicio de Johnny Guitar parece casi una declaración de intenciones: minas explotan para abrir paso a la modernidad, construyendo una vía férrea crucial para la trama. Johnny llega a caballo, pero en lugar de un rifle o pistola, lleva una guitarra. En una tormenta de polvo desértico, su refugio es un saloon en medio de la nada, un símbolo de la arquitectura casi europea que tanto apreciaba Ray.

El saloon de Vienna es un no-lugar en una película con características oníricas y alucinatorias. La entrada de Johnny en el saloon, con croupiers esperando en un desierto, es desconcertante. Más desconcertante aún es que Johnny se defienda con una guitarra, mientras Vienna sabe apuntar inmediatamente con una pistola a su enemiga y a sus secuaces. Este saloon, epicentro de la historia, tiene una fuerza abrumadora con elementos góticos que destacan en la visión. Aunque rebosa de pulsión erótica, Johnny Guitar tiene los movimientos crípticos de un sueño oscuro, una fábula.

Johnny Guitar no es un héroe conservador del western, sino un no-ciudadano por elección, rechazando una comunidad hipócrita. Aunque el melodrama permita un “final feliz”, solo es posible al rechazar la civilización y los compromisos del Capital. Este western completamente atípico es sin duda uno de los mejores de todos los tiempos. No es simplemente un western feminista, sino una película que explora la rivalidad entre mujeres.

La película también aborda la problemática de la multitud, siempre estúpida, cobarde, hipócrita y violenta, y aquí vestida de negro ya que estos hombres vuelven de un entierro. El negro de Emma contrasta con los atuendos coloridos de Vienna: de un lado la muerte, del otro, la vida. Los personajes masculinos son complejos (como Johnny Guitar mismo) o tercos

.

Agreguemos la belleza de la puesta en escena, la calidad de la dirección de actores, algunas réplicas bien pensadas, una tensión dramática inteligente, una buena música (Victor Young) y tenemos una obra maestra. En los años 50, rara vez se veía a una heroína tan destacada. Una película excelente realizada poco antes del cultísimo "Rebelde sin causa" por el mismo director.

Esta película es para todos los marginados, para cualquiera que haya sido juzgado por su apariencia, su perspectiva o su forma de vivir. El hecho de que también sea una historia emocionante llena de tiroteos, peleas, escapadas audaces y diálogos filosos solo confirma su estatus de obra maestra.