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HABLEMOS DE CHEWBACCA:

Un amigo fiel. Un extraordinario mecánico. La quintaescencia de la lealtad. Fuerte y poderoso. Temperamental. Tierno

Todo esto y mucho más, es lo que se puede decir sobre este personaje tan especial dentro del universo Star Wars. Decir que es icónico solo representa su valor social en el imaginario popular, cuando en realidad su presencia alcanza valores emocionales mucho más trascendentes de lo que se pudiera pensar a primera vista.

George Lucas (el creador de la saga, director de la primera película y las tres de la precuela) ha dicho en reiteradas entrevistas que se había inspirado originalmente en su perro. Y si, Chewbacca tiene todos los condimentos de nuestros compañeros caninos.

Mientras que en la mayoría de las películas de Ciencia Ficción el foco está puesto en la tecnología, en Star Wars siempre hubo un adicional en el mundo invisible.

La Fuerza (la gran idea de una energía que lo envuelve todo y que algunos logran dominar en alguna medida) es solo la punta de un Iceberg mucho más complejo que ha hecho que esta saga sea posiblemente la más importante de la historia desde las sagas vikingas, griegas, persas o indias de la antigüedad.

Star Wars no es solo un fenómeno social, comercial y de marca sino también un agente de cambio social.

Como tal, su valor en el mundo audiovisual es solo un fragmento de su valor total como creación y narrativa. Y justamente, en este sentido, es que sus personajes son la carnadura de los valores que su creador ha querido depositar a través de su obra.

Además de La Fuerza los mundos invisibles cobran un valor agigantado por sus propios personajes.

Recordemos que ya en Episodio IV (la primera que se hizo) Darth Vader (sí, el del casco estilo nazi-samurai negro) levanta a un subalterno rebelde con solo mover la mano y sin tocarlo siquiera, mostrando como su poder emana de algún lugar invisible.

Si la energía se mueve como ondas o pulsiones a través de algunos de sus personajes (jedis, siths) entonces una cualidad única vinculada con lo emocional y los sentimientos, atraviesa la pantalla a través de personajes como Chewbacca, los Ewocs o R2D2.

Sin embargo, el único que se nos hace cercano de verdad a ese lugar tan especial que solo pueden tener por ejemplo nuestras mascotas, es el peludo gigante.

Un rasgo que lo hace especialmente adorable es su simpleza.

Y aquí hay escondido mucho más que una forma de expresión, porque Chewbacca es inteligente, aunque no habla. Y, además, se expresa con perfecta claridad para quienes lo conocen. Y mucho antes de Groot o Pikachu…

Todo el Falcon Millenium depende de su mano certera y Han Solo, una suerte de pirata desconfiado solo confía en su amigo y en nadie más.

Se gana la simpatía de todos a lo largo de las películas. Curiosamente siendo el más canino de los personajes, es quien humaniza la saga.

Chewbacca es a la vez fuerte como un yeti y dulce como una mascota pequeña, lo cual lo convierte en un personaje entrañable que trasciende generaciones. Despierta en nosotros sentimientos de ternura mientras nos imaginamos que la gran bestia peluda nos apapacha.

Chewbacca aparece por primera vez en la primera película de la trilogía original como el copiloto de Han Solo.

Si alguien ha tenido la fortuna de compartir la vida con un perrito o perrita, sabe de lo que estamos hablando. Esa mezcla de ferocidad con absoluta compenetración con su humano. Eso queda reflejado en las acciones y los gestos (faciales y corporales) del personaje.

Chewbacca es entonces mucho más que el acompañante de Han Solo. Es una figura que humaniza la saga. Lucas ha hecho de todo para diferenciar su creación de tantas otras en tiempos pasados y presentes. Y una de las fundamentales ha sido estructurar su narrativa sobre la base de personajes que no solo aporten al relato desde el punto de vista dramático (en el sentido de la arquitectura de la dramaturgia) sino también con un enfoque holístico que interviene en los vínculos y relaciones entre ellos.

Luke, un granjero de Tatooine, conoce a un viejo barbudo al que todos creen que es el “Loco Ben”, un ermitaño que vive en una caverna. Conocen a un contrabandista en peligro que convive con su peludo amigo de la raza conocida como Wookies. Todos juntos se lanzan a la aventura huyendo de los soldados del Imperio y de los cazadores de recompensas que buscan atrapar a Solo debido a sus deudas con un jefe mafioso del clan de los Hutts, llamado Jabba. Y así arranca todo.

La princesa Leia lo primero que atina a decir cuando lo ve es que es una “alfombra caminante” (a walking carpet) a lo que Chewbacca solo replica con un sonido gutural, mezcla de aullido con entonación de queja. Mas tarde el vínculo entre ambos será también fuerte y sólido y su papel en la película y en toda la saga, fundamental.

Pero no todo ha sido fácil para nuestro amigo de más de dos metros y hocico acariciable. Chewie no tiene familia. En todo este tiempo no vemos otros Wookies. Hay muchos humanos y varias razas más en donde sus congéneres conviven de una u otra manera. Pero no vemos Wookies. Nos enteramos así que él es el último sobreviviente de una raza extinguida por el Imperio por no someterse a su dominio.

Tendríamos que esperar muchos años para que en la película Episodio III aparecieran otros Wookies (recordemos que es una precuela) y que estos serían entonces presentados como grandiosos guerreros muertos con honor.

Los Wookies provienen del planeta Kashyyk en donde han resistido al Imperio todo el tiempo que han podido, hasta que fueron prácticamente eliminados.

Como nota de color es interesante señalar que esto constituye un arquetipo narrativo, no muy común, pero que ha sido usado en otras historias. Veamos por ejemplo que en Kung Fu Panda, Po, encuentra a su familia panda en una aldea perdida y escondida del imperio de Lord Shen.

La figura del personaje solitario que tiene en algún lugar una historia de pertenencia perdida, que ha sido perseguida o eliminada, constituye una forma de creación que determina el carácter de los personajes.

Lo podemos ver también en Corazón Valiente, en donde William Wallace llega a su aldea en Escocia en donde los ingleses intentan arrasar con todo y se lanza a la batalla.

Chewbacca ha sido un personaje central (aunque técnicamente un personaje secundario) pero que le ha dado una vida emotiva a esta saga. Si bien Lucas no apunta a la emoción como golpe bajo, si en cambio ha apostado en su obra a la ternura. Incluso los robots presentan rasgos tiernos. Desde el pequeño R2D2 (Arturito) hasta el novedoso BB-8. Y luego los personajes como Grogu (conocido por muchos con el falso nombre de Baby Yoda).

Porque todo universo es un compendio Yin Yang y si existe Palpatine es porque lo balancea Yoda, si hay un Vader y su Imperio, esta Luke y la Alianza Rebelde. El equilibrio perfecto no es la estabilidad sino la alternancia. Como una balanza, el bien y el mal se alternan para formar un dinamismo narrativo que nos cautiva.

Y es ahí donde el mismo Chewbacca es la encarnación de los opuestos. Gigante y tierno, feroz y cuidadoso, peludo y con ojos dulces.

Quizás por eso es por lo que amamos a Chewbacca.

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