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Feminismo, exhuberancia y discurso en El factor subjetivo, de Helke Sander

Ulrike Ottinger es una fotógrafa, cineasta, artísta plástica, escritora, directora de ópera y teatro alemana. Ha hecho incluso un libro de recetas y libros con sus guiones publicados. Las películas de Ottinger son muy distintas entre sí, la idea de un estilo definido existe por fuera de su vida. Las primeras parecen ficciones extrañas, con muchos disfraces hechos en colaboración con la que era entonces su pareja, Tabea Blumenschein, con quien co-dirigió Madam X: an absolute ruler (1966). Ambas, Ulrike y Tabea, y tantos otros, eran parte muy activa de la comunidad artística queer en Berlín oeste. La mayoría de las películas de Ottinger, sobre todo las de esa época, son pequeñas historias del cine y del arte contemporáneo, como dijo alguna vez el crítico y programador Boris Nelepo en una retrospectiva de su obra que organizó en el festival DocLisboa, porque más que ficciones son como encuentros grabados puestos en escena, que juntan figuras del feminismo queer de su época. Ottinger vivió en París del 62 y el 69 y de ahí también conoció a muchas figuras del feminismo francés, y a muchas mujeres de lo que luego sería Les insoumuses, un colectivo de videastas organizado por Carole Roussopoulos, Delphine Seyrig, Ioana Wieder y Nadja Ringart


Madam X es la primera de 4 películas hechas por Ottinger que son un poco parecidas: exuberancia, disfraces, ciberpunk y un elenco casi enteramente de mujeres. Las otras tres se conocen como La trilogía de Berlín. Madame X es una película más autonoma. Delphine Seyrig actuó en muchas de estas películas, y también magdalena Moctezuma, que en ese momento colaboraba mucho con otro cineasta queer con un estilo muy particular que fue Werner Schroeter, y un poco con Fassbinder y con Elfie Mikesch. Moctezuma fue también, como Tabea, diseñadora de decorados.

Hay que pensar que en las pelícuals de Ottinger y de Shcroeter que son sumamente performáticas, teatrales, operisticas, que muchas veces incluso incluyen decorados y escenarios, los vestuarios y los decorados son una cosa escencial, son el origen de toda una imaginación. También estaban la modelo Veruschka, que era actriz y supermodelo, Eddie Constantine que era un actor de television debenido actor de cine independiente, que si vieron Alphaville de Godard está ahí, y en este caso en particular está Ivonne Rainer, la bailarina, cineasta y escritora que es también central para la historia del feminismo de esa época.

Casi al mismo tiempo que Ulrike Ottinger está abriendo aguas con su feminismo exuberante, aparecen en Alemania Oeste propuestas opuestas y complementarias que piensan el feminismo desde un vínculo hombres/mujeres: las de Helke Sander y Claudia von Alemann, creando en este conflicto un espacio de libertad y conversación especulativa. En 1962, Sander y von Alemann crean la revista Frauen und Film. Era el año del Manifiesto de Oberhausen, un momento en el que varios cineastas (hombres) decidieron intervenir con este manifiesto en el estado del cine aleman: El colapso del convencional cine alemán nos ha llevado a algunos de nosotros al rechazo de sus bases económicas. Así las nuevas películas alemanas tendrán la oportunidad de cobrar vida (...). Lo que los hombres del manifiesto de Oberhausen querían era crear un nuevo cine alemán, más libre, más experimental, y que esa libertad tuviera aceptación institucional.

Este manifiesto cambió la historia del cine alemán, pero excluía completamente la cuestión de género. Helke Sander, como crítica y cineasta, dio en 1968 un discurso en la Federación Socialista Alemana de Estudiantes demandando una perspectiva de género en la federación, y en las políticas de izquierda en general. Todo empezó con ella llevando a la SDS una nota para el boletín tratando de encontrar a otras mujeres con hijos para comenzar una red de cuidados colectiva para militantes, pero se burlaron de ella, e insistió y fue organizándose, y tratando de hacer que los compañeros. Esta experiencia de conflicto entre militancia “de izquierda” y feminismo dio carne a su película El factor subjetivo (1980).

Lo que Sander reclamaba estaba en su discurso: Intentaremos explicar nuestras posiciones; Exigimos aquí un debate sustancial sobre nuestros problemas. Ya no estaremos satisfechos con que a las mujeres se les permita decir una palabra de vez en cuando, algo que los hombres antiautoritarios se sienten obligados a escuchar sólo para volver a la normalidad. Estas cuestiones, sumadas a cosas formales y tecnológicas como la obligación de las mujeres a usar cámaras de video y no de película, que eran más baratas de usar, están en plena concordancia con lo que pensaban las insumousas.

Su conferencia habla también de las confusiones usuales entre feminismo y femineidad en el cine, que se usan como sinónimos cuando no lo son (cine femenino / cine feminista). Sander insisite en la necesidad de un manifiesto, de una investigación de las películas hechas por mujeres y sus abordajes, sus diferencias. Pensando que la femineidad ha sido mayoritariamente trabajada por hombres, es fundamentar reclamarla y examinarla. Una cosa muy interesante que dice es que muchas características que han sido atribuidas a las mujeres, como la sensibilidad, la fantasía, han sido prohibidas a los hombres, y que se expresan con firmeza en los trabajos de las mujeres, lo cual puede querer decir también que podrían liberarlas también para ellos. Y piensa en las diferencias entre ser un objeto y un sujeto de la historia del cine para las mujeres.


También habla de las implicancias económicas que tienen los materiales para hacer películas, sobre todo sobre el hecho de que se supone que las mujeres prefieren el video (en 1978, principios del video), cuando en realidad esta es una preferencia con causas totalmente económicas, porque las mujeres no consiguen tanto presupuesto y el poco que hay no alcanza para todas, asi que unos medios más baratos ayudan a la emancipación, aunque no sean necesariamente una decisión estética.

Me hace pensar en otro texto emancipatorio, uno de los manifiestos del tercer cine que fue Por un cine imperfecto de Julio García Espinosa, que habla de como han reducido a los pueblos tercermundistas a tal punto que sus culturas han quedado casi congeladas en el tiempo, primitivizadas por no poder ejercerlas y hacerlas mover para adelante. Es una sinergia de varios movimientos emancipatorios obviamente: "No sólo construimos una casa, sino que al mismo tiempo reunimos y montamos nosotros mismos los materiales para ella".

Todas estas discusiones que Sander, las insumisas y Ottnger (más estética que discursivamente) tenían a fines de los 60s y principios de los 70s aparecen en su escena El factor subjetivo. En esta escena, Sander mezcla la imagen de una brujería, la fascinación al detalle con un espacio reclamado para la vida y el pensamiento (la cocina) y ese milagro que sucede cuando las mujeres, finalmente, se encuentran:


Hace pensar en esta entrevista que le hicieron a Danielle Huillet en Frauen und film en 1982:


Danielle Huilet en Frauen und Film

Monika: ¿Y han hecho todo juntos?

Danièle: Sí, lo hemos hecho todo juntos. Sólo que en aquella época no estaba de moda hablar de mujeres. Nadie se percato. Hasta que se puso de moda, entonces de repente se dieron cuenta de que yo siempre aparecía en los créditos. Eso fue divertido.

De esas violencias internas, de nuestros propios olvidos, también habla El factor subjetivo.

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