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Herzog/Kinski - Enemigos íntimos

Cuando un adolescente de 15 años llamado Werner Herzog vio en el cine Hijos, madres y un general (1955), una hoy olvidada película alemana dirigida por el húngaro Lázló Benedek, quedó deslumbrado por la intensidad de un joven actor llamado Klaus Kinski. Era la sexta película de Kinski, en una carrera y una vida signadas por la desmesura en la que terminaría trabajando en 134 films a lo largo de cincuenta años. Cinco de ellos, probablemente los mejores, bajo la dirección del futuro, y también desmesurado, director Werner Herzog.

Poco tiempo después el joven Herzog compartiría circunstancialmente domicilio con el impetuoso actor, cuyos ataques imprevistos de furia y extrañas actitudes ya eran objeto de comentarios entre los vecinos. Ambos abrazaban un modo de vida marginal, mientras Herzog había nacido durante la guerra pero lejos de las ciudades bombardeadas Kinski, 16 años mayor, no solo tuvo que combatir sino que cayó prisionero de guerra, tras eso vivió un año en Inglaterra, aprendiendo el idioma y el teatro de ese país. Luego de eso fue diagnosticado con esquizofrenia e internado en una institución psiquiátrica. Para la fecha de estreno de la película mencionada al principio ya tenía dos intentos de suicidio. Por otra parte, el joven Herzog estaba decidido a dedicarse al cine y para ello no tuvo mejor idea que robar una cámara para empezar a practicar el oficio.

Para el año 1972 Herzog estrenaría la película Aguirre, la ira de Dios, protagonizada por Kinski, tras un rodaje extremadamente problemático en Perú, cuyos contratiempos solo pudieron ser superados por los generados en futuras colaboraciones de esta dupla inusual. Son célebres las anécdotas sobre este rodaje, algunas falsas, otras exageradas, pero muchas otras reales. Se dijo por ejemplo que el irascible Kinski, en uno de sus berrinches disparó con un arma de fuego hacia unos extras que no lo dejaban dormir, hiriendo a uno. Eso sucedió exactamente así. También se dijo que para convencerlo de filmar sus escenas, Herzog lo dirigía apuntándole con un arma. Eso último no sucedió pero sí es real que, harto de una nueva amenaza de renuncia, Herzog prometió ir a buscar un arma para dispararle. Afortunadamente el episodio quedó ahí.

El tema de la película es la locura como consecuencia de la radicalización de un propósito único, tan cristalizado que confiere una fuerza de voluntad desmedida. La gran mayoría de los protagonistas de las películas del director alemán cuadran en esta descripción (y, desde luego, el mismo Herzog). Aguirre sólo conoce una dirección posible, siempre hacia adelante, en una línea tan recta como lo permita el curso del río que viene surcando en su balsa. No hay razones, sólo fuerza.

Aguirre, nada podrá detenerlo

Lo cierto es que esa brutalidad, esa ira, ese carácter barbárico de Kinski, tuvo una correspondencia en el personaje de Aguirre, Herzog logro llevarlo al celuloide. Evidentemente el director estaba dispuesto a pagar cualquier precio con tal de conseguir ese logro. Y volvería a tomar todos los riesgos posibles en cuatro ocasiones más.

En el año 1979 se estrenaron dos películas de la dupla, primero, la remake de Nosferatu, aquel clásico de 1922 que intentaba contar la historia de Drácula sin pagar los derechos correspondientes. Ya nos ocuparemos de la historia de esa película y sus versiones, con una a punto de estrenarse. Por ahora solo resta decir que Kinski no necesitaba tanto maquillaje para parecer monstruoso. En el caso de Woyzeck, del mismo año, un Kinski extenuado por el rodaje del film anterior dio una actuación más contenida y digna de mayores elogios, a la medida de un personaje que en este caso no es un líder sino un simple soldado. La película compitió por la Palma de Oro en Cannes pero perdió con Apocalypse Now de Cóppola.

Llegaría el momento del rodaje más complicado de todos, que fue el de Fitzcarraldo (1982), nuevamente en la selva peruana. El propio Herzog lo cuenta en su libro La conquista de lo inútil:Con la desquiciada furia de un perro que ha hincado los dientes en la pierna de un ciervo ya muerto y tira del animal caído hasta el extremo de que el cazador abandona todo intento de calmarlo, se apoderó de mí una visión: la imagen de un enorme barco de vapor en una montaña. El barco que, gracias al vapor y por su propia fuerza, remonta serpenteando una pendiente empinada en la jungla, y por encima de una naturaleza que aniquila a los quejumbrosos y a los fuertes con igual ferocidad, suena la voz de Caruso, que acalla todo dolor y todo chillido de los animales de la selva y extingue el canto de los pájaros”.

Para este trabajo Herzog decidió no convocar a Kinski y darle el papel protagónico a Jason Robards, pero una grave enfermedad del actor le impidió continuar con el rodaje, con el 40% de sus escenas grabadas. Fue el primero de varios problemas. El siguiente fue la convocatoria de urgencia de Kinski para el reemplazo. Había que hacer todo de nuevo, y en ese camino se perdió también la participación de Mick Jagger como un personaje importante que secundaba a Robards. Existen sin embargo varias escenas en donde se puede constatar su trabajo y el de Robards, y comprobar que la versión de Kinski es superior.

Antes de completar el rodaje hubo que lidiar con la pésima relación entre el protagonista y los nativos contratados, que le propusieron a Herzog sencillamente matar a Kinski. El mayor inconveniente de todos sin embargo era mover, cual piedra de Sísifo, un barco de 300 toneladas por tierra a través de esa selva imposible. Herzog no entiende de trucos ni metáforas, su idea de siempre fue replicar la aventura que planteaba el guion, y quizás magnificarla. Por eso siguió adelante y llegó a decir: “si abandono este proyecto, sería un hombre sin sueños”. Una vez más toda esa tensión quedó atrapada en el celuloide y se vuelve tangible al ver el film.

Kinski y el barco de Fitzcarraldo

Cinco años más tarde llegaría el último trabajo en conjunto, Cobra verde (1987), en el que Kinski se aferra a otro papel a su medida, un aventurero y bandido que llegó a ser el mayor comerciante de esclavos de Brasil. El conflicto en este caso tuvo que ver con que el actor estaba obsesionado con hacer una película sobre Paganini y quería que Herzog la dirija, pero el rechazo por parte del director hizo que el propio Kinski se ocupe también de ese rol. La película se estrenó en 1989, y no fue bien recibida por la crítica. Un año antes el padre de Nastassja había actuado en una suerte de secuela de Nosferatu, sin participación de Herzog, que tuvo una pésima recepción. Kinski murió en 1991.

No todo era tensión entre los dos

Quien quiera seguir explorando esta tensa relación a través del cine puede hacerlo viendo estas cinco películas- También existen no uno sino tres documentales sobre este vínculo creativo tan particular. El primero de ellos fue Burden of dreams (1982), de Les Blank, que explora el complicado rodaje de Fitzcarraldo. Locación Africa (1987) es un mediometraje de TV dirigido por Steff Gruber sobre el también complicado rodaje de Cobra verde. Por último Mi enemigo íntimo (1999), dirigido por el propio Herzog explora en primera persona el vínculo y es la fuente principal de lo expuesto en estas líneas.

Y hablando de este artículo, no puede competir en épica o desmesura con la mencionada dupla pero tampoco es uno más en esta aventura de escribir para Peliplat, ya que es el número 50 que publico. Esperemos que sean muchos más.

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