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Mrs. America: Explorando los Roles de Género y sus Contradicciones

Mrs. America, producida por FX y lanzada por la plataforma Hulu en 2020, es una serie creada por Davhi Waller. En ella se narra la historia del movimiento para ratificar la Enmienda por la Igualdad de Derechos (ERA) y la reacción de un grupo de mujeres amas de casa lideradas por la conservadora Phyllis Schlaffly (Cate Blanchett). Como la mayoría de las series, Mrs. America cuenta con un equipo diverso de directorxs entre lxs que se encuentran Anna Boden, Ryan Fleck, Amma Asante, Laure de Clermont-Tonnerre y Janicza Bravo. Esta variedad de puntos de vista, facilitada por la duración extendida en el tiempo propia de la serialidad, como ya he hablado en otros de mis artículos, permite una exploración en profundidad de personajes y tópicos. En este caso, podemos ver cómo convergen en un mismo arco narrativo las subtramas de varios personajes cuyos puntos de vista polarizados en torno a la ERA dan cuenta de discusiones políticas, sociales y culturales presentes en Estados Unidos y en gran parte del mundo desde los años 70 hasta nuestros días. Algunas de estas discusiones tienen que ver con los roles de género, los derechos de las mujeres y de las diversidades, las disputas políticas y geopolíticas en torno a la seguridad nacional, entre otras. Me gustaría centrarme en el primero de estos tópicos.

¿En qué estamos pensando cuando hablamos de roles de género? En primer lugar debemos saber que el concepto de género es uno de los más discutidos a nivel académico y desde muchas disciplinas. Desde las teorías feministas existe cierto acuerdo en entender al género como producto discursivo y social. Esto es, el género como resultado de una abstracción conceptual y de la reproducción de discursos institucionales, epistemologías y prácticas cotidianas dentro de una determinada cultura. Esta abstracción o conceptualización de lo que es el género se adapta a cada sociedad y a cada momento histórico con el objetivo de constituir individuos concretos en esa sociedad. Es decir, el género es normativo. En nuestras sociedades patriarcales occidentales, tradicional e históricamente, el género se ha considerado de modo binario y define a los sujetos partir de la distinción sexual biológica “macho” y “hembra”, constituyendo así desde el nacimiento “mujeres” y “hombres”. En este sentido, el género ordena, define e impone modos de ser y habitar los cuerpos en función de lo que la sociedad denomina y reconoce como “lo masculino” y “lo femenino”. Desde la vestimenta hasta los comportamientos y los roles ocupados en la sociedad, las mujeres y los hombres ocupan posiciones diferenciadas según este ordenamiento histórico. Y a pesar de los esfuerzos históricos, de las luchas que aún hoy se mantienen y de los enormes avances logrados, existen ciertos estereotipos que se resisten y se mantienen con fuerza. Roles como el de la maternidad y estereotipos como el de la diferencia de fuerza persisten en nuestras sociedades diferenciando binariamente a las personas y dejando afuera de la ecuación otras experiencias posibles que no se ajustan a esa norma.

Entonces, llegado el momento de analizar una serie como Mrs. America necesitamos empezar por pensar el contexto social, cultural y político en el que esta surge para entender qué concepción (o concepciones) de género está representando, discutiendo, tensionando. En 2016, John Landgraf (jefe de FX) se comenzó a interesar por los eventos históricos grabados en la conciencia colectiva de Estados Unidos, y supuso que Mrs. America representaría muy bien el acalorado clima político de los años 70 cuando resurgía el feminismo como agente político en Estados Unidos (a principio de siglo las sufragistas habían ocupado un rol central). Este interés, en parte, tiene su correlato con el surgimiento de series como American Crime Story (FX, 2016), antología que ficcionaliza crímenes reales del pasado reciente, o Chernobyl (HBO, 2019), miniserie que reconstruye los hechos inmediatamente posteriores a la explosión del reactor nuclear en la ciudad ucraniana de Prípiat.

Pero, a su vez, la serie podía representar el momento sociopolítico de su propio contexto de producción, con un movimiento feminista cada vez más presente y combativo en EE.UU., sobre todo en manifestaciones en contra de la administración Trump. El mandato de Trump se caracterizó por un discurso fuerte que reivindicaba los valores morales tradicionales y por el furor de discursos anti-feministas y anti-aborto justificados desde una lógica religiosa y biologicista, todo ello acompañado por un consecuente refuerzo del discurso supremacista blanco, antiterrorista y pro-armamentista. Además, para el momento de la producción de Mrs. America, los debates en torno a la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en EE.UU. estaban en auge haciendo resurgir discusiones que se creían saldadas como el derecho al aborto, por nombrar la más polémica. Movimientos como el #metoo y el #blacklivesmatter marcaron la agenda contra esos discursos de derecha impuestos desde la nueva administración. Tal es el escenario que Mrs. America recoge y procesa bajo la (no tan) inocente excusa de contar una historia real de hace cincuenta años.

Así vemos cómo en Mrs. America se presentan distintos modos de entender y abordar roles de género. Phyllis, por ejemplo, es una mujer cis, blanca, heterosexual de clase alta, madre de seis hijxs, que construre un discurso conservador como madre amorosa y ama de casa dedicada a su familia y a las tareas del hogar a tiempo completo. Lo cierto es que es una mujer educada y trabajadora, con privilegios de clase y gran capital simbólico, todo lo cual le permite codearse con la clase política y negociar en su propio beneficio. De hecho, su cuñada soltera y sin hijxs Eleonor (Jeanne Tripplehorn) es quien verdaderamente se encarga de las tareas de cuidado de sus hijxs. Esta contradicción en “lo que se espera de una mujer” se ve claramente porque Phyllis es el personaje principal. Pero también lo vemos en otras de las mujeres de la serie. Por ejemplo, tenemos a una Pamela (Kayli Carter) totalmente desbordada por sus tareas domésticas y de madre, a quien nadie ayuda y con un esposo al que se sugiere como violento (aunque no lo vemos nunca). También del lado de las amas de casa tenemos a una Alice (Sarah Paulson) contrariada por las dudas que le genera entender la falsedad de Phyllis y su movimiento.

Del otro lado de la discusión tenemos a las feministas, también contradictorias y en permanente crisis y debate, aunque esto último no significa algo negativo sino la potencia de su movimiento. Tenemos a personajes históricos como Bella Abzug (Margo Martindale), Betty Friedan (Tracey Ullman) y Gloria Steinem (Rose Byrne) que ocuparon lugares fundamentales en el movimiento feminista de los 70 y en la lucha por la aprobación de la ERA, así como también fueron referentes teóricas para los feminismos académicos de la época. También vemos otros personajes también históricos como Flo Kennedy (Niecy Nash) y Shirley Chisholm (Uzo Aduba) que demuestran el surgimiento de discusiones interseccionales en el feminismo y la lucha por ocupar lugares de poder siendo mujeres y negras. El episodio “Houston”, en donde se narra la Conferencia Nacional de Mujeres de 1977, es paradigmático y muestra claramente la variedad caleidoscópica de posiciones e ideas dentro de los movimientos feministas de la segunda ola norteamericana. Discusiones en torno a los derechos reproductivos, a la inclusión en la agenda de los derechos de lxs homosexuales, al aborto, a los derechos de las mujeres negras y migrantes son algunas de las múltiples variaciones que vemos en personajes de lo más diversos.

Vemos cómo, entonces, Mrs. America nos abre un abanico de personajes diversos demostrando así la heterogeneidad propia de un movimiento histórico y con largas y profundísimas discusiones. No hay en esta serie (así como no hay en la vida real) una única definición de género, o de mujer, o de madre. Las opciones son múltiples y contradictorias porque múltiples y contradictorias son las experiencias de vida. Representar y tensionar esa diversidad es un potencial digno de ser recuperado y analizado para seguir profundizando y complejizando los debates en torno a cómo construimos y habitamos mundos más inclusivos.

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