La vida de Calabacín - Una película, muchas lecciones.

Ya nos lo advertía el propio Guillermo del Toro, “La animación es un medio, no un género”, y esta película es la más clara prueba de esto, pues demuestra ser medio de una poderosa lección para todo aquel dispuesto a aprender de ella.

A lo largo de los años hemos visto muchos títulos animados, la mayoría de estos dirigidos a un público infantil, pero este no es el caso de “La vida de Calabacín”, pues se nos ve presentada una película muy madura, para todo tipo de público, pues es una cinta que varía desde lo crudo a lo tierno, y desde la tristeza a la felicidad.

Calabacín se nos presenta como un niño que lidia con el alcoholismo de su madre a través de simples e inocentes juegos, esto hasta que accidentalmente tira una torre de latas, y asustado por el inminente regaño de su madre, termina cerrándole la puerta en la cara, desencadenando así la pronta muerte de su madre, después de esto termina conociendo a Raymond, un policía amable, que se encariña rápidamente de Calabacín, el cual termina siendo llevado a un orfanato, lugar en el que empieza aislándose, pues, además de estar en un entorno nuevo (Lo cual ya es bastante aterrador para un niño) tiene que soportar también una culpa, pues creé ser culpable de la muerte de su madre.

Apenas llega al orfanato se ve siendo molestado por otro niño, Simón, es justo después de que Calabacín se defiende que ambos empiezan a conversar, es entonces cuando Simón le explica que él está ahí porque sus padres son drogadictos, provocando así una empatía mutua.
Al igual que con Calabacín y Simón, se nos presentan las razones por las cuales cada niño está en ese orfanato, Beatrice quedando sola porque su madre fue deportada, Jujube con una madre que padece trastornos mentales, Ahmed con su padre en la cárcel, y Alice, abusada por su propio padre.

Siendo estos todos los niños en el orfanato, hasta la llegada de Camille, pues su padre había asesinado a su madre y posteriormente se había suicidado. Calabacín termina por agarrarle un pronto cariño a Camille, es entonces que llega la tía de Camille, una señora despiadada, que quiere conseguir la custodia de Camille, pero no porque la quiera, si no porque de conseguir la custodia cobraría la manutención proporcionada por el gobierno, poco a poco las cosas se inclinan a favor de la tía, lo cuál aterra y entristece a los demás niños, pues estos han formado un vínculo con Camille, es entonces que idean un plan, le entregan un pequeño barco que contenía un MP3, con el cuál Camille graba las horribles cosas que le dice su tía, para posteriormente presentarlas ante el juez, es entonces que la tía simplemente se retira.
Posteriormente vemos a los niños celebrando, pues Camille es un pilar importante dentro de su grupo, en un momento de esta celebración el policía Raymond habla con Calabacín, haciéndole saber que piensa adoptarlo a él y a Camille, todo esto lo escucha Simón, quien al principio lo toma mal, enojándose con Calabacín y confrontándolo, pero posteriormente se nos revela que tan sólo está triste por la partida de sus amigos, resultando en un momento emotivo, en el cuál le pide a Calabacín que no se olvide de él y de sus amigos.

Cuando Calabacín y Camille se van, Simón rápidamente actúa como líder y protector de los demás niños, dejando en claro que quiere que todos sean felices y seguros, a pesar de todas las adversidades que enfrentan.

Al final vemos a Calabacín y a Camille viviendo con Raymond, felices, y siempre recordando con enorme cariño a sus amigos del orfanato.

Esta es una cinta fácil de disfrutar, de la cual hay mucho que aprender, pues toda la historia es una tragedia constante, pero siempre dejando suficiente espacio para la amistad, el amor y la mera apreciación de aquellos que nos rodean. Una película que toca temas trágicos, así como también toca corazones.