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The Bikeriders : Una oda al cine de los 60's

“El club de Vándalos” o “The Bikeriders”, es todo aquello que nos recuerda al cine de explotación de los finales de los 60 y principios de los 70, cuando el uso de la violencia gráfica era algo de moda, el tabaquismo y el alcohol sin la necesidad de estar cuidando los contenidos visuales por el miedo de obtener una clasificación para adultos que hicieran que tu película no tuviera el éxito comercial deseado. Un recordatorio a lo que fue “Easy rider” en sus tiempos, una mezcla de sudor, suciedad, motos chopper con grandes ruidos por sus rugidos, una vida libre sin límites ni reglas y una amistad que surge por el gusto de las motocicletas.

La película está ambientada en los años 60, y sigue el ascenso de un club de motociclistas del medio oeste, los “Vandals”. El club pasa, en el transcurso de una década, de ser un lugar de reunión para forasteros locales a convertirse en una banda más siniestra, que amenaza el modo de vida único del grupo original. La película funciona bien en hacerte sentir en esos tiempos, gracias al uso de una banda sonora de la época, planos abiertos y de ubicación, en donde nuestros personajes toman viajes en motocicleta mientras el viento corre por su cara.

Pero no cabe duda, que lo más fuerte de la película es su reparto, quienes nos adentran de lleno en una historia que nos va conquistando de manera muy grata y adecuada, conforme la historia se va desarrollando, Jodie Comer es quien lleva la historia en sus hombros, al ser la narradora y personaje principal de la historia y que sirve para dar ese momento vulnerable y rosa, en un mundo construido por rudeza, alcohol y golpes. Tom Hardy, entrega una interpretación impresionante, adaptándose a la brutalidad y violencia del personaje, que nos hace recordar a un cine al estilo de los inicios de Coppola o Scorsese. Austin Butler, también logra brillar en pantalla, pero simplemente por lo bien que pinta ante cámara y no por una interpretación buena, se queda más en algo decente.

Jeff Nichols logra que en las dos horas de duración de la película, se nos mantenga al borde del asiento, que aunque se tenga una caída de ritmo al final del segundo acto, se levanta gracias al carisma y atención por el modo y estilo de vida de nuestros personajes, comenzamos a interesarnos por sus fiestas, sus motos, sus preocupaciones, etc., llegamos a tener una empatía más grande por ellos, disfrutando y escuchando cada fragmento de la banda sonora y aunque no estamos ante la obra maestra del año, sin duda estamos ante una gran película que todo mundo debe o debería ver para conocer un poco más de los grupos sociales de antes.

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