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La fidelidad y la eficacia de la telenovela

“Opera de jabón”. O conocidas en español como telenovelas. Un término que se dice que nace de las radionovelas que se transmitían durante el día, publicitadas principalmente por compañías de jabón. Dichas series radiofónicas, estaban dirigidas para acompañar a las amas de casa en los Estados Unidos, mientras trabajaban en el hogar.

En 1950 pasa exitosamente a la televisión. La popularidad se vuelve inevitable. A diferencia de las series dramáticas más tradicionales, las telenovelas tejían historias mucho más complejas, duraderas en el tiempo, por ende con una mayor posibilidad de desarrollo de sus personajes, y se emitían a diario manteniendo a los espectadores al pie del televisor con sus giros inesperados.

El éxito de las “soap operas” en Estados Unidos inspiró a otros países. En Latinoamérica, las telenovelas se convirtieron en un fenómeno cultural, con países como México, Brasil y Venezuela produciendo algunas de las series más icónicas y populares del género. Estas versiones latinoamericanas incorporaron elementos culturales propios y se centraron en temas que resonaban en sus respectivas audiencias.

A lo largo de los años, las telenovelas han evolucionado junto a la sociedad y sus intereses, pero su esencia resultó intocable: son historias melodramáticas que abordan, entre otras cosas, temas universales como el amor, los conflictos familiares, las pretensiones sociales, la imposibilidad de los vínculos entre distintas clases sociales, y la posibilidad de redención de sus personajes.

Independientemente de su tratamiento y el poder poético de sus diálogos, podríamos ver similitudes entre una telenovela y Shakespeare. Podrán empalarme en la plaza mayor de mi ciudad por decir ésto, pero sí hay que comprender que la universalidad de la fórmula argumental no dista tanto de la del dramaturgo y director inglés. El propósito de las historias de Shakespeare es el de reflexionar probablemente acerca de preguntas más, por decirlo de algún modo, existenciales. Permite a través de sus historias a quien lo desee acceder a ese tesoro escondido más intelectual y existencial. Y en general, el propósito de las temáticas de los relatos en las soap óperas, está mucho más en evidencia. La intención es sincera. Una buena telenovela tan solo quiere ser vista, querida, y atendida todos los días en que salga al aire. Que hablen de ella, que acompañe, y que no demande demasiada energía más que la de verla.

Las telenovelas, con sus narrativas que viajan entre el amor, la traición, y la lucha, intentan funcionar como inmediatos espejos de la condición humana. En cada episodio de una telenovela, se desnudan las pasiones, los miedos y las esperanzas de los personajes. A través de ellos, el espectador se siente reflejado.

Pese a que la opinión especializada podría decir lo contrario, en un mundo acelerado de relaciones fugaces, las telenovelas podrían ser un refugio para explorar el universo de las emociones. Los personajes de las telenovelas, con sus defectos y sus virtudes, son compañeros cotidianos para millones de personas, y establecen un lazo íntimo con su espectador. De alguna forma esa familiaridad, pese a estar exacerbada en las ficciones de las telenovelas, resulta un recordatorio de que nuestros problemas y deseos, por más superficiales que los consideremos, son compartidos por todos.

Además, las telenovelas han jugado un papel crucial en la representación y visibilidad de diversos aspectos sociales. Han abordado temas complejos como la desigualdad, la injusticia, el machismo, y la diversidad sexual, entre otros, provocando debates en círculos a los que quizás dichas reflexiones no llegan fácilmente.

Desde el punto de vista cultural, son guardianas de la identidad colectiva y el folclore de cada lugar. Cada producción lleva consigo el sello inconfundible de su país de origen, sus costumbres, su lengua y sus valores. A través de sus relatos, se preservan y difunden tradiciones, se exploran las dinámicas familiares y se celebra la riqueza de la diversidad cultural. Hoy en día, resultado de la globalización a través de las plataformas, todos podemos conocer un poco la intimidad de culturas que no habríamos si no de conocer. En Argentina, por ejemplo, ha sido rotundo el éxito de telenovelas de Colombia, Brasil, Turquía o Corea, entre otras.

Sin embargo, no estoy aquí para hablar de ninguno de esos países. Existe una serie sumamente exitosa dentro de la plataforma de Netflix que nos ha dado, al menos en mi hogar, la posibilidad de divertirnos con simpleza y sin vueltas, pegando gritos cuando las parejas se daban su primer beso, o quedándonos mudos y pegándonos amistosamente los hombros al recibir la cachetada de los cliffhangers. Llegamos cuatro años tarde al exitoso estreno de la serie en pandemia, y estamos más o menos en simultáneo con el estreno de su tercer temporada. Bienvenidos a la familia Bridgerton.

La familia Bridgerton.

La novela llevada a la televisión

Basada en la exitosa serie de novelas de Julia Quinn, una joven autora de los Estados Unidos, Bridgerton sucede en Londres en el período de Regencia, y gira en torno a la presentación de las jóvenes de la alta sociedad frente a toda la corte, frente a la reina y frente al resto de dicho estrato social, cuando están consideradas listas para el matrimonio. Se centra principalmente en la familia Bridgerton y otro tanto en la familia Featherington, y cada temporada se enfoca en distintos personajes y sus respectivas tramas. Fue tal el éxito de las novelas como de la serie de Netflix y de varios de sus personajes, que en el 2023 se estrenó un spin off de la Reina Charlotte. No podré hablar por esta última serie ya que aún no la ví, pero sí puedo adelantar que la trama central en común del resto de las temporadas tiene que ver con su narradora. La voz en off de una amable anciana (siendo la voz de Julie Andrews), no solo reflexiona y habla acerca de lo que ha sucedido en el relato o aquello está por suceder, sino que además representa a un personaje sumamente sustancial que es Lady Whistledown: una escritora anónima sumamente popular que cuenta los secretos de la alta alcurnia y tiene desesperada a la Reina Charlotte.

La tan peculiar reina Charlotte.

¿Qué es lo que la vuelve especial?

Las características narrativas de la serie no son ninguna sorpresa y guarda una absoluta relación con lo ya dicho acerca de las soap óperas. La clave del relato está en las subtramas románticas que acontecen al comenzar las temporadas, donde los solteros futuros paterfamilias deberán ofrecerse a las candidatas de la misma clase para poder unir el poder de los grandes apellidos y para hacer perdurar y aumentar las riquezas de sus respectivas familias. Si bien algún que otro personaje tiene una subtrama que no está tan relacionada directamente a “lo romántico”, todos tienen un amor que perseguir. En su totalidad, la serie igualmente expone con respeto la ridiculez de la estructura patriarcal, y plantea una suerte de lenta revolución de esa micro sociedad y su rígido tradicionalismo a través de sus jóvenes.

Los protagonistas de la segunda temporada.

Con un elenco mayoritariamente del Reino Unido, los intérpretes vuelven posible hasta las escenas más extremas. La fórmula ejecutada a la perfección, consigue que incluso aquellas escenas que uno no está acostumbrado a tolerar en otros géneros y que incluso quizás consideraría falladas, sean festejadas. De la misma manera que lleva un tiempo ingresar a la Tierra Media y sus reglas, o al universo de la magia de Harry Potter, aceptar el código actoral de una telenovela demanda paciencia. Los espectadores más intelectuales dirán por vagueza que está mal actuada. El arte de la telenovela es hacer que sus espectadores disfruten y se identifiquen, con una forma de actuar y decir que está sumamente alejada al realismo. Todos los actores y las actrices de Bridgerton, vuelven posible de decir textos irreales (sin querer usar este adjetivo como algo peyorativo), y vuelven hipnóticas escenas imposibles. Siempre circulando sobre la cornisa de lo extravagante, cayendo en algunas escenas quizás dentro de lo probablemente errado, casi toda la serie triunfa conquistando a un espectador mundial. El elenco tiene una larga formación y carrera en el teatro inglés, y esa influencia y cintura interpretativa se nota y mucho.

De la misma manera que necesito pedir especial atención al exquisito actor que es Jonathan Bailey (quien representa a Anthony Bridgerton), necesito poder compartir que creo desatinada la dirección de la actriz Nicola Coughlan (quien representa a Penelope Featherington) al tratar todas sus escenas con la misma dramática y extrema importancia. Menciono ambos casos porque, sin cuestionar el talento de los intérpretes, sí creo que son los polos de las fronteras del código actoral de una telenovela situada en los inicios del siglo XIX. Ambos juegan correctamente las reglas de juego. Él, por un lado, vuelve hipnóticas e impredecibles todas sus escenas. Ella, por otro lado, aunque correcta, vuelve predecible todas las escenas y creo que hace peligrar la empatía por uno de los personajes protagónicos.

Bridgerton es una compañía ideal. Podrán observar el extraño comportamiento social que sucede en cierta clase social o grupos de pertenencia cuándo admiten haber visto una telenovela como ésta. Algunos se ríen nerviosos y se justifican como si hubieran cometido un pecado al buen gusto. Siempre condenada al estigma de lo popular, las telenovelas terminan siendo festejadas mucho más en el secreto de la intimidad. Pueden probar el ejercicio, los hombres, contarle a su grupo de amigos también hombres que la están viendo. Y ahí también sabrán comprender, la riqueza de una serie como Bridgerton, que justamente habla acerca del deber ser, de la mirada del otro, y del venenoso juicio de la sociedad patriarcal.

Las telenovelas son accesibles, están siempre disponibles, y expanden las paredes del hogar. Siempre que queramos, allí estarán para hasta dejar de fondo cuando hayamos tenido un mal día.

¿Por qué se le pide a veces a las ficciones que revolucionen el intelecto, cuando es el mismo intelecto el que nos ha traído a lo más profundo de los más inútiles laberintos? Agradezco la existencia de las telenovelas que, públicamente o en privado, acercan un buen momento a una sociedad golpeada.

Chesi

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