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Una comedia romántica no tan tradicional | Nuestros Amantes

Al ver una película sentimos muchas cosas. Esas muchas cosas son por la historia en sí y/o por cómo está contada. Especialmente interesante es cuando vemos una película de la que casi no tenemos expectativas - le vamos a pedir poco - y termina sorprendiéndonos en el mejor sentido posible.

Qué mejor sensación que la de cuando terminamos de ver una película que nos gustó. Que nos hizo reír, o nos emocionó. Que por momentos nos hizo olvidarnos del mundo y estar solo en el universo ficticio propuesto.

Qué lindo es volver a ver esas películas al tiempo, y darnos cuenta que encontramos una de esas películas que nos dan confort y nos hacen bien… aunque no necesariamente sean obras de arte. Y que las miraremos unas varias veces más.

Cuando vi Nuestros amantes por primera vez, sucedió algo así. Le di play a una película de la que no esperaba mucho (hoy esperar mucho de las comedias románticas es difícil), que podía llegar a entretenerme un rato y quizá me hacía esbozar alguna sonrisa. Además ya conocía a la actriz protagonista de alguna otra producción española y me gustaba cómo actuaba. Las expectativas eran bajas, no podía salir mal.

La realidad es que salió mucho mejor de lo que esperaba. Cumplió y con creces su cometido.

Nuestros amantes es una comedia romántica española de 2016 dirigida por Miguel Ángel Lamata. La película tuvo su estreno como función de clausura del Festival de Málaga de ese año. Es la primera en filmarse en tres provincias aragonesas: Zaragoza, Huesca y Teruel.

Carlos es un guionista frustrado profesionalmente, un hombre atractivo pero algo triste que ronda los cuarenta, y que se ha olvidado cómo soñar. Sin planearlo, un día entra en una librería y pide su primer coñac, allí conoce a Irene, una muchacha unos años más joven que no sabe bien qué hacer con su vida. Sobre ambos aún pesan las sombras de sus antiguas relaciones.

La dupla protagonista es interpretada por Eduardo Noriega y Michelle Jenner. Y los acompañan Fele Martínez, Amaia Salamanca y Gabino Diego en los papeles secundarios.

La película comienza generando intriga. Carlos entra a una librería café, mira detenidamente a todos lados como buscando algo que no sabemos qué es (y parece ser que él tampoco). Pide algo un tanto particular para la tarde: un coñac.

Así conocemos a Carlos, un cuarentón, de aspecto sencillo, bastante promedio, pero que tiene un vínculo con las palabras. Más adelante sabremos que es guionista. El que sea guionista también nos enseña de su lado creativo, imaginativo y artístico.

Irene lo aborda, proponiéndole jugar un juego: irse conociendo, sin información personal, sin teléfonos y sin enamorarse. Ella es la hada chalada de los sueños, una chica bonita que está aún descubriendo su profesión y a la que le rompieron el corazón hace poco (su ex la dejó).

A medida que avanza la película, los vamos conociendo a los dos en sus interacciones. Ambos comparten varias cosas en común: les gustan las letras y los libros, son en parte soñadores y se gustan, sin admitirlo.

Sus encuentros suceden intercalados por escenas en las que Carlos trabaja en el nuevo guion de una nueva película con su socio co-guionista. El personaje de Cristóbal (Fele Martínez) es el contrapunto cómico. Es a quien Carlos le va contando cómo van sus encuentros con Irene; y es también quién sabe todo de su relación anterior. Información que de a cuenta gotas se va entregando al espectador. Aquí vale la nota al pie de que en un segundo visionado, entendemos mucho más ciertas conversaciones que se daban entre ellos; sobre todo considerando lo que se devela luego.

A nivel de puesta en escena y guion, su director recurre a diferentes recursos narrativos. En un principio, es una película de dos: va, principalmente, de conversación en conversación entre los dos protagonistas. Sus encuentros son los motores de avance de la narración que se convierten en un medio para conocerlos e ir develando paso a paso el misterio del comienzo.

Esas conversaciones, por momentos son varios minutos de líneas de diálogo muy bien trabajadas y con un ritmo que permite muchas veces la comicidad y el romance. Son diálogos que fluyen y navegan entre temas más mundanos como sus vínculos amorosos y sus amantes pasados. Ambos personajes van construyendo una conexión a partir de los relatos de sus ex parejas y sus miradas sobre el amor.

Sostener estos diálogos manteniendo interesado al espectador no es tarea sencilla. A veces son conversaciones de minutos. El movimiento de los personajes es clave. Que caminen o aparezcan en diferentes escenarios contribuyen al dinamismo de la película.

Inevitablemente, al verlos conversar caminando, recorriendo diferentes lugares, el recordar la trilogía de Linklater es inevitable. Before sunset es una de las películas que por momentos se siente muy cercana.

Nuestros amantes es una comedia romántica, en la que ambos géneros están trabajados y construidos desde el guion y seguidos por una propuesta fotográfica luminosa y, por momentos, más íntima.

La comedia está desde el uso de los diálogos con juegos de palabras o uso de ciertos términos. También en las actuaciones, por momentos más exageradas e histriónicas (y personajes que acompañan esta excentricidad como el del co guionista que tiene cosas extrañas en su casa y hace algunas prácticas poco tradicionales). Y en el uso de ciertos ángulos de cámara y lentes que enfatizan, por momentos, lo más absurdo.

Por su parte, el romance está también construido al poner el foco en la pareja protagonista. Pero esta película no es solamente romántica por la historia de amor entre ellos. Lo es también porque se habla de amor, del romanticismo, de mantener viva una relación de estas características y de lo que esperamos cuando estamos en una relación.

Ambos protagonistas están intentando entender qué es el amor. ¿Por qué una relación de tantos años ahora tiene que llegar a su fin por decisión de uno solo? ¿Por qué alguien que parecía estar enamorado corta una relación sin demasiada explicación? ¿Qué les está sucediendo a ellos a medida que se van conociendo? Ambos están con el corazón roto, y eso es algo más que los une. Pero también son personajes soñadores que aún confían en que puede abrirse esa puerta nuevamente.

La estructura de la película tiene algo particular, y por momentos no tan acertado. En el intento de construir ese mundo más soñador de cada uno -sobre todo el de Carlos - insertan videoclips o momentos musicales que no terminan de quedar en sintonía con el resto de la película. En algunos momentos parecen distraer más de lo que aportan a lo que se está construyendo. No siempre parecen necesarios.

Para los que nos gusta el cine o hacemos cine, la película tiene varios guiños al poner como personajes guionistas a Carlos y a Cristóbal. Algunas escenas clave que son clases de cómo escribir un guion. Hay otros momentos en los que emergen las preguntas típicas de cómo construir una historia.

Esta comedia romántica no es como cualquier otra. El misterio que se va revelando entre ambos a medida que pasan los minutos de película, la convierten en otro tipo de representante del género. Y deja una última reflexión: nada es por casualidad. Si bien todo parece serlo desde la primera escena en la que ella lo invita a jugar.

Nuestros amantes está disponible para ver en Netflix.

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