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"I Used to be Funny" y el ¿mejor papel de Rachel Sennott?

Rachel Sennott nos tiene acostumbrados a actuaciones con diferentes matices pero creo que acá es donde mejor despliega sus dos costados más característicos: el humor y el drama. Mezclarlos es una tarea sumamente difícil (tanto para una actriz o actor, como para la parte de dirección o guion), pero encontramos en “I Used to be Funny” una mezcla homogénea, que va y viene por ambos lados de una forma sensacional.

Parece difícil de creer que Ally Pankiw tenga su debut como directora de un largometraje con esta película. No me malinterpreten; no lo digo a mal, sino como un cumplido ya que -por lo general-, las cintas que intentan mezclar drama y comedia se quedan a la mitad. No llegar a ser ni una o la otra y tienen un resultado final un tanto confuso.

“I Used to be Funny” está dirigida y escrita por Pankiw y como dije, es su ópera prima pero no es su primera vez como directora: ya lo había hecho en series como Black Mirror (el primer episodio de la temporada 6). En este nuevo desafío la canadiense lo hizo muy bien: en su estreno en el festival Inside Out de Canadá recibió el premio del público por mejor narrativa. En líneas generales, los críticos especializados y el público tuvieron grandes elogios para la cinta.

¿De qué va y por qué gustó tanto? Sam (protagonizada por Rachel Sennott, de quien hablaré más adelante) es una comediante de stand up que no puede actuar más en público -y sobre todo delante de hombres- ya que sufre estrés post-traumático. ¿Qué le sucedió? Es lo que averiguaremos durante toda la película mediante flashbacks: nos mezcla entre el lúgubre presente que atraviesa ella y los recuerdos joviales del pasado hasta llegar al punto que descubrimos el acontecimiento.

En el medio de toda esta situación, una adolescente llamada Brooke (Olga Petsa) desaparece y Sam se ve involucrada ya que hace un tiempo ella fue su niñera y habían formado un lazo de amistad muy grande. Ninguna de las dos está atravesando su mejor momento y la única solución para ambas es ayudarse mutuamente para seguir adelante y entender qué pasó.

Para que esta cinta logre triunfar como una comedia dramática no hay nadie mejor en la actualidad que Rachel Sennott: la actriz estadounidense es una de las grandes referentes de estos géneros y bien merecido lo tiene. Si bien sus papeles en “Shiva Baby”, “Bodies, Bodies, Bodies” o “Bottoms” son del costado más de la comedia, en “I Used to be Funny” demostró que el drama también es lo suyo, probando toda su versatilidad en la pantalla grande y dejando bien en claro por qué está ganando la fama que tiene. Siento que hasta el momento, este es el mejor papel que vi de ella.

Esta cinta funciona en partes iguales gracias al gran trabajo de Pankiw y de Sennott: el guion está bien ejecutado por la actriz y no se siente exagerado en ningún momento. Ni en los chistes (que son muy sutiles y en el momento oportuno) ni en las partes más dramáticas y dolorosas (que están tratadas con una sensibilidad pertinente por el tema que aborda). Uno de los recursos más llamativos que tiene la película es el uso del color: noté que por momentos se tornan muy cálidos (aparentemente en los lugares o momentos que Sam se siente más seguras) y en otras partes se tiñen de un fuerte azul (parecerían estar relacionados a los recuerdos o momentos de mucha fragilidad emocional).

Si bien la cinta fue estrenada en festivales en 2023, recién ahora está haciendo su recorrido comercial en Canadá, Estados Unidos y Europa, y ganando más fanáticos en el público. Un reconocimiento más que merecido para una película que atraviesa la pérdida, el crecimiento y el cómo superar (y ayudar a hacerlo) los momentos más difíciles que puede tener la vida.



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