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Hit Man: Glen Powell es una estrella

“¿Cuántos de ustedes se conocen a sí mismos?” le pregunta Gary Johnson (Glen Powell) a su clase de universitarios. Es en esa construcción del yo en la que Hit Man (2024), la nueva película de Richard Linklater, se basa.

Richard Linklater siempre ha sido un director que, con su mirada orgánica y gentil, ha podido observar al ser humano en sus momentos más sinceros y vulnerables. Desde la trilogía Before hasta Boyhood (2014), Linklater nunca ha sido ajeno a la complejidad que se presenta al vivir. Y aun así, cuando nos sentamos a ver una película como Hit Man, pensamos, ¿qué tan Linklater es esto? Sí, me refiero a lo que a muchos les gusta llamar “cine de autor”. ¿Qué hace a una película de autor? ¿Verla e instantáneamente sentir la marca del director? ¿O simplemente ver recursos utilizados que son tan propios de él que nadie más podría haberlo logrado? Creo que me quedo un poco con la última opción, pero no voy a decir nada tan definitivo porque lo que menos busca esta película es definir.

Mentira, hay algo que sí define Hit Man, y es que Glen Powell es una estrella. No había dudas de su carisma en Top Gun: Maverick (2022) ni de su increíble poder de tener química con cualquiera en Set It Up (2018), pero no fue hasta Anyone But You (2023) que el público empezó a ver a Glen Powell como el nuevo protagonista masculino favorito de las comedias románticas. Muchos lo comparan con Hugh Grant, pero a mí me gusta pensarlo más como un Matthew McConaughey que encuentra el balance perfecto entre el carisma, lo sexy y el encanto que viene con poder ser un tipo común. Hay algo magnético en Powell que muy pocos actores logran transmitir en pantalla. Sí, hay buenos actores y sí, también hay algunos extremadamente carismáticos y sexys, pero lo que tiene este muchacho es sacado de la escuela de los grandes, de aquellos que aparecen cada tanto y llegan para quedarse.

Hit Man cuenta la historia de Gary Johnson, un profesor universitario que encaja perfecto en el estereotipo de “tipo común”. Gary maneja un Honda Civic, usa anteojos, tiene dos gatos, sabe mucho sobre pájaros y piensa mucho en todo. Todo esto es cierto: nuestra personalidad es una combinación de todo lo que vivimos, las personas que conocemos y todo lo que consumimos en el medio. Entonces, ¿cómo es posible que nos definamos antes del último segundo de nuestras vidas? Allí, en ese último momento, tal vez podamos encontrar nuestra verdadera personalidad. Pero como bien nos explica Gary en la primera escena de la película, además de una construcción, nuestra personalidad es también, a veces, una ilusión, un personaje que interpretamos desde el momento en que nacemos. Cuando nos despertamos todos los días elegimos qué personaje ser, a través de nuestra ropa, nuestro pelo, si nos ponemos maquillaje, si elegimos escuchar un cierto tipo de música. Si nos ponemos realmente a pensar, Shakespeare no se equivocó ni un poco al decir “todo el mundo es un escenario y los hombres y mujeres solo somos simples actores”.

Gary comienza un trabajo de medio tiempo con la policía, en el que deberá hacerse pasar por distintos asesinos a sueldo para así atrapar a un par de criminales. Frente a este planteo, nuestro protagonista, sin siquiera darse cuenta, pero con una obvia fascinación por su trabajo, se transforma en su propio caso de estudio. A través de la creación de estos personajes, Gary va adquiriendo nuevas cualidades en su propia personalidad y se da cuenta de que la identidad definida es simplemente una cárcel en la que nos encerramos nosotros mismos junto con la ayuda de la sociedad. No hay un límite en el conocerse ni hay algo que te obligue a ser de una determinada manera; somos simplemente actores que pueden elegir quién ser cada día.

En medio de toda esta encrucijada del yo y el superyo, Gary conoce a Madison (Adria Arjona), una mujer que recurre a un asesino a sueldo para deshacerse de su marido abusivo. En un acto de pura humanidad (y de atracción instantánea), Gary decide ayudar a Madison y la invita a rehacer su vida en vez de tomar el camino de la venganza. Es así como estos dos personajes empiezan una relación un tanto extraña, pero cubierta de pasión. Y en este último punto me voy a detener.

No sé muy bien cuándo ni cómo, pero hubo un momento en que Hollywood se olvidó de ser sexy. O por lo menos le agarró un rechazo enorme. Cuando se habla de comedias románticas siempre nos concentramos en lo cómico de las mismas y, cuando se habla de amor, nos reducimos al acto de confesarle al otro nuestros sentimientos. Sí, hay alguna que otra escena subida de tono, pero casi nunca se presentan dos personajes cuya química es tan fuerte que no pueden despegarse el uno del otro. Gary y Michele son magnéticos; desde el primer momento quieren estar el uno con el otro y no, no viene primero el amor ni la conexión emocional, sino pura atracción física. Un acuerdo entre dos personas que se basa plenamente en la lujuria. Pienso en películas como Friends With Benefits o No Strings Attached cuya premisa es exactamente esa, pero aún así no logra el nivel de esta. Claro está que estamos hablando de una comedia romántica, así que el amor vendrá, tal vez no de la manera que estamos acostumbrados a ver, pero las risas y el romance no faltan, se los aseguro.

Teniendo en cuenta que la promoción de Anyone But You, la película también protagonizada por Powell junto a Sydney Sweeney, se basó en la química entre sus dos estrellas y en la promesa de que iba a ser una de las comedias románticas más sexys, me parece que es mi obligación decirles que Hit Man cumple esa promesa sin siquiera haberla prometido. La química entre Arjona y Powell no solo es altamente superior, sino que se le da mejor uso en escenas que son, déjenme decirles, extremadamente hot. Sepan entenderme, vivimos en un mundo en el que ya no se ven buenos besos en pantalla y cualquier escena de sexo parece ser una herramienta para hacer reír a la audiencia, lo que pocas veces (para no decir nunca) sale bien. El sexo entre dos personas es, muchas veces, parte del enamorarse, la conexión entre dos cuerpos puede ser lo que nos lleve a perder la cordura en una relación y, al tratarse de una película en la que se habla de los actos de locura de matar o el de sentir deseo de hacerlo, la famosa línea tan fina entre el amor y el odio, es imposible alejarse del aspecto sexual. Como dice Gary en un momento de la película: “al fin y al cabo ella estaba con alguien que mataba gente y yo estaba con alguien que quiso mandar a matar a alguien”.

Las primeras escenas de Hit Man ya te van a asegurar un buen rato. Esas películas que te entretienen desde el primer momento hasta el último, con una estrella a la cabeza, personajes secundarios con timing cómico perfecto y una historia que, a pesar de jugar con temáticas fuertes como la muerte, nunca te va a hacer sufrir o mantener en alerta. Todo en Hit Man se trata del disfrute y de pasar un buen rato, y, acaso, ¿no es para eso que el cine fue inventado?

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