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El tapiz de Gertrud

En Gertrud (1964), última película de Carl Theodor Dreyer, la mujer del título huye de una habitación en la cual están sentados, en medio de un homenaje, todos los hombres de su vida. Gertrud busca un amor puro, ideal (quiere que su tumba solo diga: amor omnia), y ninguno de esos hombres puede dárselo, así que los rechaza. Libera al amor, luego corre tras de él, sola. Sentada, deshecha, en la habitación contigua al banquete, intenta recuperar la fuerza y disipar un dolor de cabeza que no la deja existir. Un amigo la acompaña y, cuando gira para hablarle, se encuentra con un tapiz que decora una pared. En el tapiz una mujer desnuda es atacada por una jauría de perros en medio de un bosque. Gertrud le cuenta a su amigo que ese tapiz, esa imagen, es el sueño que tuvo la noche anterior. Esta imagen, ¿evoca un miedo?¿lo invoca? ¿Evoca un suceso inmediatamente anterior? ¿La mujer que, frente a amores que no se acercan a lo que ella desea, es lastimada?¿o invoca una suerte? ¿La de una mujer que prefiere estar sola y ha de enfrentar su destino?

Sea cual fuere, esa imagen con la que Gertrud se identifica la llena de terror, pero no hace lo mismo con su amigo. El no ha soñado eso, ni lo soñará jamás. Él no es una mujer, su destrucción brutal por los dientes de unos perros no se pone en escena en un tapete que representa una imagen quizás corriente en la historia de las imágenes. Después de enfrentarse con esa imagen, Gertrud cede a algunas demandas, las demandas de aparecer en público. Ella es cantante, y hay allí entre los invitados un famoso pianista, que es su amante. Accede y canta frente a un pequeño público una canción acompañada por el joven. Pero a mitad de esa canción se desmaya ante el peso de la tonada trágica. La condena ya está firmada.

¿Es corriente la imagen del tapiz? La de una mujer desnuda, comida por los perros. Hay tres cuadros de Botticelli en el Museo del Prado que presentan una imagen similar. Se llaman Nastagio Degli Onesti I, II y III y fueron basados en un episodio del Decamerón, de Giovanni Boccaccio. En realidad es una serie de cuatro cuadros, aunque el cuarto, el único que no cuenta con una mujer devorada por una jauría, pertenece a la colección privada del palacio Pucci, en Florencia. Los encargó Lorenzo de Médicis como regalo matrimonial para la unión de dos importantes familias de Florencia, los Pucci y los Bini.

La historia de Nastagio de los Onesti, contada en El Decamerón de Giovanni Boccaccio, esta truculentamente pegada a la pregunta sobre la función de las imágenes y el efecto que tienen sobre Gertrud. Nastagio ama a una dama que no lo quiere, y con esa excusa sufre y dilapida sus riquezas. Sus amigos le ruegan que se vaya de la ciudad para aplacar el sufrimiento y los gastos y, en el bosque donde se refugia, ve aparecer a una mujer joven y hermosa, desnuda, perseguida por unos perros. En seguida la sigue un hombre a caballo para atacarla. Cuando Nastagio intenta defenderla el hombre a caballo le explica que él solía vivir en el mismo pueblo que él y sufrió su misma suerte: amaba a una joven que no le correspondía, y de él se burlaba, hasta el punto que al morir el muy joven ella se alegró. La mala suerte hizo que la mujer muriera poco después y ambos fueron condenados a representar, todos los viernes, esa escena que ve Nastagio en una especie de loop. Ella huye de él y sus perros, él la alcanza, le quita el corazón, las vísceras, y luego ella se levanta y vuelve a correr. La condena durará tantos años como meses ella no correspondió su amor, como una Sísifo del amor forzado. El hombre sufre, Nastagio se horroriza y la mujer corre (no habla, quizás su fantasma sea muda). Pero enseguida Nastagio se da cuenta de que esta condena infernal le sirve, y arma un plan. Pide a sus amigos que lleven a ese punto del bosque a su amada, la familia de esta y a todas sus amigas el viernes siguiente a esa hora.

Los primeros dos cuadros representan la historia hasta aquí. En el primero se ve a Nastagio varias veces, acercándose a la joven atacada por un perro con un palo para defenderla. Detrás, los amigos suyos, que no ven nada. El cuadro tiene cierta duración temporal, Nastagio se mueve y vemos dos posiciones, observador e interventor. El cuadro siguiente tiene al hombre ya sacando las vísceras de la mujer, que sus perros se comen, y a Nastagio huyendo asqueado. Este cuadro también tiene varios tiempos y, en el segundo que se ve al fondo, vuelve a empezar la cacería (se ve al hombre corriendo a la mujer desnuda).

El tercer cuadro tiene aún más conciencia de hasta qué punto el plan de Nastagio tiene duración, hasta donde lo que sucede es una escena y Nastagio lo transforma en un espectáculo, este espectáculo tiene una imagen y esa imagen tiene una función. En el mismo lugar del bosque, entre los mismos árboles extraños, hay una mesa grande con un banquete y decenas de personas sentadas en él, sobre todo mujeres. La mesa está puesta en L, y en el espacio interior aparecen la mujer desnuda, los perros, el hombre a caballo y a Nastagio con los brazos extendidos, transformando este suceso en una escena con sus explicaciones.

En la historia el hombre condenado cuenta lo que sucede, y todos se horrorizan, ya que la mujer a la que descuartiza era una mujer del pueblo a la que todos los invitados conocían. Esa misma noche la amada de Nastagio va a él y acepta su amor, diciendo que hará lo que él quiera. Él le pide su mano, los padres acceden contentos y sucede lo que se ve en el último cuadro una boda con banquete. Dice la historia que no solo la amada de Nastagio obedece desde entonces a su perseguidor, sino que todas las demás damas del pueblo se vuelven dóciles, aterradas ante un destino de dolor en la eternidad. La mujer perseguida se vuelve imagen, y su imagen sirve para llenar de terror a todas las demás. Nastagio crea un teatro, o mejor aún un cine, donde se proyectan imágenes espectrales de un futuro posible si el comportamiento no es bueno. Con esa imagen en un tapete sueña Gertrud cuando está a punto de emprender su camino hacia un amor puro, ideal, despojado de los hombres que no han sabido vivirlo, pero que aun así quieren que ella se quede con cada uno, como una esclava de sus amores no deseados. Lo que ve es la idea de un castigo eterno ante el desparpajo de su idea de libertad.

El decamerón sucede durante la peste bubónica en Florencia. Al principio del libro, 7 mujeres se encuentran en la iglesia y comienzan a hablar del horror de la peste. Pronto una de ellas tiene la idea de irse juntas a una casa en las afueras de la ciudad a vivir la tragedia de manera retirada y así, quizás, poder resguardarse de la enfermedad. Pero rápidamente dicen que es un peligro y una imposibilidad para ellas, mujeres solas, irse así, y que necesitan buscarse unos hombres, pero que sean buenos de manera tal que su defensa no sea pronto motivo de penurias. En eso aparecen tres caballeros jóvenes y se ofrecen a acompañarlas. Siendo que dos de ellos son prometidas de dos de ellas, aceptan y se van a esta casa felices y contentos. Allí se decide que durante casi todas las noches se contarán historias, una cada uno, y que una persona dirigirá cada tertulia. La historia de Nastagio pertenece a la quinta jornada, que es dirigida por Fiametta, una de las chicas, y lo cuenta Filomena, otra de ellas. Así comienza el cuento:

-Amables señoras, igual que se nos alaba la piedad, así también la justicia divina castiga rigurosamente nuestra crueldad; y para demostrároslo y daros ocasión de arrojarla del todo de vosotras, quiero contaros un cuento tan cargado de compasión como de deleite: una hermosísima joven rubia desnuda, desmelenada y toda arañada por las ramas y las zarzas, llorando y pidiendo piedad a gritos; y además vio venir a sus flancos dos grandes y feroces mastines con manchas negras, los cuales, corriendo tras ella rabiosamente, muchas veces cruelmente donde la alcanzaban la mordían;

Al cuento lo cuenta una chica, y la advertencia es para sus compañeras. La crueldad –esto es, rechazar un amor no correspondido– tiene consecuencias. Y sin embargo todo el cuento, como en todo el libro, es picaresco. Esta historia es una fantasía en la cual a un hombre horrible le sale bien su plan. La primera burla que recae sobre Nastagio sucede entre el primer y el segundo cuadro: se horroriza, hasta que ve que le sirve. Nastagio sabe que si controla la situación como quien controla una puesta en escena, se saldrá de las suyas. La historia no es un aviso sobre los efectos de la crueldad en la vida eterna de las jovencitas, sino sobre la relación entre las imágenes disciplinares y su capacidad. Cuenta uno de los orígenes del hecho de que la imagen de una mujer sola en el espacio público sea una imagen de miedo, de violencia, ligada a una persecución. Esa imagen es no uno sino dos avisos. Uno, el aparente, sobre los peligros de una crueldad que no es tal. Otro, el oculto, sobre un peligro aún más duradero, el de cristalizarse en una imagen y que esa imagen, al ser usada (en este caso sin voz, la voz de la mujer que permanece muda), se vuelva un escarmiento. Este es quizás el peso más grande de la imagen que persigue a Gertrud en vísperas de una huida.

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