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Cuando Nolan se volvió loco e hizo OPPENHEIMER (2023)

Hablar de Christopher Nolan es hablar de cine de excelencia, el director de 52 años ha sido siempre una persona que se desafía de forma constante, cintas como “Interestelar” (2014), “Inception” (2010), “Memento” (2000) o la amada trilogía del “Caballero de la Noche” (2005-2008 y 2012) lo han convertido en un director de culto.

Cuando uno va a ver una película de él, espera salir sorprendido, espera que “lo siguiente de Nolan” lo deje atónito. Por que independiente de si tiene trabajos buenos o trabajos malos, la realidad es que no deja a NADIE indiferente. Es cierto que a veces peca de excesivo, por ejemplo “Tenet” (2020) es una película que hay que ver por lo menos tres veces para poder entenderla y aún así sigue costando.

Pero en el 2023, el director lanzó su trabajo mas ambicioso a la fecha, la cinta -que salió siendo una de las grandes ganadoras de la última edición de los Premios de la Academia- tal vez defina a una generación entera durante esta década. Más allá del fenómeno cultural por competir con Barbie el mismo día, se convirtió en su estreno en una cinta obligada, en una ida al cine que si o si debía verse en un formato tan grande como el Imax.

Oppenheimer es una cinta inmersiva, desde la fotografía tan meticulosamente cuidada, la asombrosa banda sonora, las increíbles actuaciones tanto de Cillian Murphy como de Robert Downey Jr lograron que se alzaran con la mayor cantidad de premios en los festivales del año pasado. Pero, es el trabajo de sonido el que se lleva todos los puntos. Cuando me tocó verla en la función de prensa fue en el Imax y ahí mismo la experiencia fue tal que sentí que mi butaca volaba por cada explosión y que mi cuerpo vibraba por todo lo que ocurría y mostraba.

Es cierto que la duración (3 horas) puede espantar a primeras, pero los 180 minutos pasan muy rápido, apenas se siente. No hay que temer, de verdad la cinta es – si bien a ratos un poco enredada – fácil de digerir y entender.
Tenemos por un lado la historia de Robert Oppenheimer, de como partió siendo un estudiante que con sus demonios internos, amaba la ciencia mas que nada, que gracias a su ego y ambición logró obtener el reconocimiento que siempre quiso al ser el padre de la Energía Nuclear y quien dirigió y el Proyecto Manhattan, donde se crearon las bombas atómicas para el final de la Segunda Guerra Mundial, donde Estados Unidos quería devolver la mano a los japoneses.

Por otro lado tenemos una historia entremedio que se junta con la principal, aquí nos adentramos mas a futuro, posterior a la guerra, con Robert Oppenheimer siendo un detractor de como se maneja la guerra nuclear que puede dar pie a algo mas peligroso.

Debido a este pensamiento, es que el gobierno lo quiere desacreditar y le inventan un juicio para hacer que finalmente se quede sin el reconocimiento que siempre tuvo. Entre medio de esa línea, tenemos otra que habla de ese acontecimiento y es unos años mas adelante, donde tenemos de protagonista a Robert Downey Jr como Lewis Strauss, un ambicioso hombre que le guarda un rencor increíble a Oppenheimer por una “humillación” sufrida por el años atrás.

Como dije más arriba, a Nolan le gusta jugar con el espectador y por lo mismo puede ser un poco confuso, pero con el suficiente atención te das cuenta cómo se separan las tres historias y cómo llegan a estar conectadas.
Ahora, si bien tanto como Murphy y Downey Jr son los principales hilos conductores de esta historia, la cinta tiene una cantidad enorme de estrellas metida, algunos con mayor o menos protagonismo (unos salen sólo un par de minutos) pero que son parte fundamental de la historia, haciendo que esto sea mucho mas grande.

Por un lado tenemos una sublime Florence Pugh, quien si bien aparece poco, su personaje de Jean Tallock, es fundamental para el personaje de Oppenheimer ya que ellos tuvieron un amorio tóxico desde jovenes hasta incluso cuando él ya estaba casado. Ella es casi como una especie de rival mental, una pieza fundamental y quien tal vez entienda mejor a Robert, aún cuando no estén destinados a quedarse juntos.

Por otro lado, tenemos a Emily Blunt como Kitty Oppenheimer, la esposa de Robert con quien tuvo dos hijos, un matrimonio complicado que por mas que se quisieran, ambos parecían saber que su relación estaría condenada desde el comienzo (mas que nada por culpa de Robert, cuyo ego e infidelidades muchas veces no le dejaban ver que estaba mal) pero sin embargo, ante un momento de tragedia en la vida personal de su esposo, ella es quien le hace abrir los ojos y encaminarlo –si puede– de vuelta al camino que debía.

Una pieza fundamental de todo esto y que logra hacerse funcionar es la participación de Matt Damon como Leslie Groves, el ingeniero del ejército que, aún con el pasado de Robert debido a su escarceos al partido comunista (mas que nada por su hermano y por Jean Tallock), es quien logra contratar al científico para el Proyecto Manhattan. La relación de ellos siempre será muy tensa, pero al mismo tiempo de respeto mutuo (de los pocos que Robert llega a respetar fuera del círculo científico hasta cierto punto).

Entre otras pequeñas actuaciones, se puede destacar la de quien si bien no tiene mucho que hacer en pantalla (realmente muy poco tiempo en pantalla), Rami Malek es pieza fundamental en una de las escenas claves llegando al final de la cinta, cuando se convierte en el vocero de la comunidad científica que busca defender a Oppenheimer ante la desacreditación sufrida.

Todos importan, nadie sobra, no importa si tienen mas o menos minutos. Como una buena pieza de engranaje, todos son fundamentales y Nolan lo sabe.

¿Y la bomba? ¿Qué es de la bomba? Desde que se anunció que Nolan no la iba a recrear en efectos digitales (CGI), sino que buscaría hacer una explosión totalmente real, la curiosidad por la cinta se convirtió en algo obligado. Y debo decir que sí, existe la bomba, existe el sonido, existe un antes y un después. Efectos prácticos creados con magia, efectos prácticos que simulan tan bien lo logrado que se siente real, más que de lo que uno espera en una sala de cine.

Si bien la cinta es fácil de entender, hay muchas referencias, nombres, personajes, acontecimientos posteriores que son mas de história de Estados Unidos, pero que, aún así, la película se digiere y disfruta de igual manera.
Es una experiencia inmersiva que te deja mentalmente agotado, que te deja cuestionando tu lugar en el mundo, que te deja con una sensación de vacío sobre el potencial fin del mundo, sobre cómo un personaje fue capaz de tanto pero que al darse cuenta que su creación iba a parar a manos equivocadas, se opuso hasta quedar como el traidor, el villano para los poderosos.

En palabras de Robert Oppenheimer: “Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos“.

NOTA: 10/10

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