undefined_peliplat

La Serialidad Audiovisual: Innovación Narrativa en las Series de TV

¿Qué cosa son las series? Empecemos por el principio. La idea de serialidad supone ciertas prácticas cuya característica fundamental es la de producir la novedad a partir de la repetición. En el caso de las ficciones seriales audiovisuales (o eso que llamamos para mayor comodidad lingüística “series de TV”), la idea de serialidad implica un formato narrativo que aloja cierta idea de infinito, algo que parece no tener fin y que las diferencia de otros tipos de ficciones conclusivas como obras literarias o películas. Sin embargo, también las series son un tipo de producción que combinan la idea de continuidad con la de fin, en tanto se organizan y agrupan en episodios y temporadas con duraciones más o menos estandarizadas. Esta combinación de la idea de continuidad con la de fin define un rasgo característico de las series: su carácter a la vez durativo y acumulativo. La duración extendida en el tiempo es lo que permite a las series la posibilidad de innovaciones narrativas que no suelen ser posibles en el cine porque supone un avance hacia adelante de la narración que es, a la vez, un olvido progresivo de la historia y, en consecuencia, la posibilidad de mutación o innovación, tanto de la historia como de los personajes. El potencial crítico de las series radica en esta posibilidad de innovación narrativa.

Pensemos por ejemplo en una serie archifamosa como The Walking Dead. ¿Cómo es posible que una serie de zombis se sostenga durante más de una década? La respuesta a esa pregunta, a estas alturas, resulta obvia. No es una serie de zombis. Es una serie de personas sobreviviendo a un contexto donde hay zombis (y cada vez menos de hecho, con el transcurrir de las temporadas) y otras amenazas peores.

La duración como uno de sus rasgos principales, permite a TWD explorar el devenir de los personajes en una metodología de narración circular y expansiva (como un espiral) que transforma y complejiza la historia a la vez que incorpora cada vez más dimensiones. Tal es el caso del protagonista Rick Grimes (Andrew Lincoln) que se mueve frecuentemente en el límite entre la locura y la cordura en su afán por mantener el control y la seguridad de su grupo, pero también (y más importante) en función de los distintos antagonistas que se van presentando como personajes cada vez más violentos y complejos. La narración espiralada se presenta temporada tras temporada cuando, luego de un gran enfrentamiento en el que generalmente Rick y su grupo logran vencer a sus rivales, aparece un nuevo enemigo más poderoso y más violento: tras vencer al Gobernador (David Morrissey) aparecen los caníbales de Terminus, luego de vencer a éstos últimos aparecen los Salvadores liderados por Negan (Jeffrey Dean Morgan), luego los Susurradores y así sucesivamente en todas las temporadas.

La duración extendida en el tiempo permite también explorar otras líneas argumentales y desarrollar un carácter polidiegético que transforma y enriquece la historia. Es decir, TWD construye subtramas de personajes secundarios y breves historias que complementan sus arcos narrativos para complejizar el arco general de la serie. Esto permite que a partir de la tercera temporada la narración deje de lado al zombi como monstruo principal y se concentre en las acciones monstruosas que realizan los personajes con el objetivo de sobrevivir. La serie pasa a convertirse entonces en una serie sobre lo político. Así, en su largo devenir narrativo y gracias a la posibilidad de crítica que habilita la extensión en el tiempo, TWD se convierte en una de las series que más ejemplifica, entre otras cosas, algunos emergentes en los imaginarios políticos en Occidente post 11-S, como los estereotipos raciales, de género y de clase, y la cultura de la violencia justificada en el miedo al otro extranjero que se globaliza desde Estados Unidos hacia el resto del mundo a partir de los ataques a las Torres Gemelas.

TWD plantea una constante tensión entre la monstruosidad presente en el comportamiento de los personajes y su lucha por mantener un orden comunitario que refleje los valores del mundo pre-apocalíptico. Para lograr esa tensión, la trama sigue de cerca el recorrido de Rick Grimes y su grupo. Esta recurrencia de los protagonistas, en comparación con la de los antagonistas, es mucho mayor, por lo que estos últimos no se desarrollan de la misma manera que los primeros, sino que se definen desde el primer momento como antagónicos. Esto permite generar procesos de identificación y fidelización del público con el personaje de Rick y con aquellos afines a él, provocando que los espectadores tiendan a justificar, entender o empatizar con ellos incluso cuando sus acciones son tan monstruosas como las de los personajes definidos como antagonistas. Así, TWD propicia la legitimación de la violencia hacia el otro constituido como una amenaza para el grupo de protagonistas.

En definitiva, TWD construye a sus personajes y las relaciones entre ellos de formas tan complejas que logra desarrollar problemáticas que exceden a la figura del zombi y pone en evidencia la pregunta por qué sucede con la comunidad después del fin de la civilización. Esto supone un intento de desnaturalizar el sentido común y las ideas preconcebidas en torno a las relaciones humanas, invitando al espectador a hacer una revisión del statu quo de las sociedades y del discurso dominante del pánico, el miedo al otro extranjero, el consumismo y la violencia como receta patriótica que proliferó desde Estados Unidos hacia el resto del mundo después del 11-S.

Así, la ficción serial audiovisual se constituye como un tipo de obra cuyo proceder fragmentario por acumulación de partes separadas permite no solo la experimentación y mutación narrativa, sino también un modo de captura de la atención y la fidelidad del público, que se convierte en un componente más de su cadena de producción. Esto es fundamental, porque en este punto las ficciones seriales forman parte de un complejo entramado sociotécnico en permantente evolución.

Sumado a los cambios formales y técnicos de los últimos veinte años, la lógica de franquicia y la proliferación de productos asociados impactan en el desarrollo narrativo de las series en tanto que mantienen a los espectadores pendientes y en constante fidelización con los personajes y sus historias, propiciando un feedback constante a través del mundo del fandom, las redes sociales y los algoritmos que recopilan datos en las plataformas.

Esto último es clave para pensar la serialidad hoy. La captura de datos por medio de algoritmos en las plataformas de streaming genera un feedback permanente que incide en su devenir y permite no sólo generar catálogos y distintos tipos de clasificación de contenidos para la posterior sugerencia y asistencia en la decisión de los usuarios, sino que también facilita la creación de contenidos que se adaptan a los gustos, las preferencias y los modos de consumo de los propios espectadores y propicia la experimentación con las narrativas y sus personajes.

En este contexto, no es extraño que una serie como TWD, que se estrenó por canal de cable y rápidamente se adaptó a la lógica de video a demanda publicando sus temporadas en plataformas como Fox Premium, Netflix y Star+, haya tenido el éxito y la capacidad de mutación narrativa que demostró en sus doce años de emisión. Solamente entendiendo este panorama del fenómeno de la serialidad audiovisual contemporánea podemos entender hacia el interior de la serie el planteo de problemáticas filosóficas tan complejas.

Más recientes
Más populares

No hay comentarios,

¡sé la primera persona en comentar!

0
0
0